Las dos últimas novelas de Horacio Verzi (Montevideo, 1946) son muy diferentes entre sí. En común tienen, apenas, la extensión generosa y su publicación en editoriales pequeñas e independientes. Pero de un libro a otro el salto temático y estilístico es enorme. Sin embargo, en el transcurso de la lectura, algo que al comienzo es casi imperceptible podría llegar a asociarlas, algo en el orden de lo metafísico, que arriesga preguntas capitales de la filosofía y atraviesa la condición humana. En El infinito es sólo una forma de hablar (Yaugurú, 2011, 518 págs), donde Verzi concibe nada más y nada menos que la historia de Occidente, se revela con desmesura y ardor. En Bajo la noche, que pone en palabras la actividad mental de un exitoso abogado penalista, tarda en aparecer, y cuando llega, su ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate