Muchos recordarán las protestas simultáneas que tuvieron lugar en 24 ciudades españolas, cuando en 2014 se supo que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo había ordenado el sacrificio y la cremación de “Excalibur”, el perro portador del ébola que se convirtió en un auténtico mártir de los movimientos animalistas. En aquel entonces los manifestantes tomaron las calles y hasta hubo enfrentamientos con la policía; tanto fue el ruido y la parafernalia que en la península ibérica el sacrificio de tan sólo un animal doméstico se ha convertido en un asunto muy serio, del que las autoridades buscan evadir responsabilidades.
Es así que, con el objetivo del “sacrificio cero”, el movimiento ambientalista Pacma presentó un borrador para modificar la ley de protección de animales de compañía, el cual fue aprobado por el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid –quizá para no tener que tomar cartas respecto a los perros callejeros– y que aún debe ser debatido y aprobado por la Comunidad de Madrid. A partir de él, el abandono de un perro o un gato se consideraría una infracción muy grave, sancionada con una multa de hasta 30 mil euros (el doble que hasta ahora). La normativa también penaría con multas similares a quienes golpeen a sus mascotas, y busca prohibir a los refugios el sacrificio de los animales, ya que, según informa El País de Madrid, hasta ahora los centros pueden practicar la eutanasia entre 10 y 19 días después de la recogida, si es que nadie los adopta antes.
El borrador pone en consideración que el índice de abandono de animales es alto: según el estudio de la Fundación Affinity, en España un animal es recogido por las asociaciones protectoras cada cinco minutos y, en el año 2014, 140 mil perros y gatos fueron abandonados.
Pero lo cierto es que rara vez los abandonos ocurren por pura desidia o llana maldad: las razones suelen tener un trasfondo económico; a veces la imposibilidad de cuidar al animal por estar poco en casa o por una mudanza hacia una vivienda inapropiada. Otras posibilidades son el fallecimiento del dueño, los nacimientos de camadas indeseadas o comportamientos no esperados por parte de los animales; la acción incluso suele ser evaluada por los responsables como la medida más “piadosa”, ya que no pueden considerar el sacrificio, o piensan que alguien al encontrarlos podría luego adoptarlos. Considerando estos factores, la multa de 30 mil euros parece un auténtico despropósito.
Pero las medidas más extremas del país en lo relativo a los animales ya tienen lugar en la comunidad de Aragón; allí se han establecido multas graves al maltrato animal que llegan hasta los 150 mil euros.
Por otra parte, es interesante que en Aragón también haya penas para los propietarios de los perros que no se interesan en tenerlos controlados: se considera una acción grave que un perro moleste continuamente a los vecinos; por esto, su dueño puede llegar a pagar hasta 6 mil euros. También hay sanciones más leves: de 300 a 1.500 euros por no recoger los excrementos del perro o por utilizar la mascota para mendigar.