—El manual próximo a publicarse, ¿responde a una demanda docente?
—Sí, aunque sus orígenes remiten a un proyecto de investigación que trabajamos de 2015 a 2018 en dos liceos de Montevideo –uno en La Teja y otro en el Cerro– con un equipo de psicólogos y psicopedagogos de la Universidad Católica del Uruguay. Indagamos cómo los crecientes índices de violencia social de aquel momento se conectaban con la violencia que aparecía en los centros y cuánto afectaba la situación a los estudiantes. En los barrios signados por la violencia los chiquilines perciben el centro educativo como un lugar seguro, aunque sus vínculos con él sean precarios y siempre en riesgo de desvinculación. Mediante talleres, compartimos con los docentes algunas herramientas para trabajar los efectos socioemocionales de la ...
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