La fachada de la exóptica Pablo Ferrando, construida en 1917, luce una estructura de hierro y vidrio como la de otras tiendas modernistas que en la década de 1910 le hacían compañía en Ciudad Vieja. Pero, en ella, la apuesta a la renovación tecnológica y al progreso material se hace presente a partir de una serie de detalles ornamentales. Junto al reloj y al barómetro, ubicados en el centro de ese diáfano frente, un par de capiteles a ambos lados presentan una suerte de «mesas revueltas» con relieves en bronce de máquinas de fotos, compás e instrumentos de medición que anuncian el establecimiento comercial que allí se aloja.
Entonces corría el Novecientos y el hierro representaba modernidad. Por eso mismo no era extraño ver en las cumbres de 18 de Julio y Río Negro un Atlas sosteniendo un ...
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