No creo que haya solución de corto plazo. Seguirán los atentados en países europeos, africanos, en otros. Es posible que el control territorial del EI se elimine con la coalición de países occidentales y sus aliados, y con los combates en tierra de lo que queda del ejército iraquí, las milicias kurdas y militantes chiitas. Pero las acciones de agresión de movimientos islamistas contra el “decadente y corrupto Occidente” no necesitan una plataforma territorial extensa ni el apoyo de un Estado. Funcionan como comandos, se aprovisionan cerca o en los mismos lugares donde van a operar. Quizá las finanzas vengan desde lejos, pero nada viaja con más facilidad que el dinero. Lo único que puede pararlos, y eso llevará tiempo, es que los jóvenes no crean más que hacerse explotar en medio de una multitud les haga ganar el cielo; que no sea necesario nunca más, para encontrarle sentido a la vida, usar a la muerte; que no se humille a alguien por ser pobre, hijo de inmigrante, hablar con acento; que el éxito no consista en comprar un Ferrari, sino en ser feliz, querer a alguien y ser querido; que nadie se sienta perdedor si no tiene el último modelo de cualquier aparatito a la moda. La sociedad de consumo consumió a la sociedad, es necesario reconstruirla. Con cada bomba que siembran los aviones de Estados Unidos, Francia y sus amigos cosechan pichones de terroristas. El 90 por ciento de las víctimas, dice la Onu, son civiles no implicados en combates. La solución guerrerista, iniciada por Bush papá y seguida por Bush “el pequeño”, les ha servido para su política interna, para la economía de los complejos militares-petroleros y para dejar en herencia la mayor catástrofe humanitaria producida en el planeta desde la II Guerra Mundial. Francia se merece encontrar un camino de mayor grandeza. Esperemos que pase el estado de shock, que los sondeos le den unos puntos más a François Hollande para que no juegue frenéticamente a ser jefe de guerra, que le vaya mejor en las elecciones regionales de diciembre y se calme. ¿Queremos demostrar que tenemos mejores valores que los que nos quieren imponer a sangre y fuego? Para eso debemos practicarlos.
El Islam tuvo la cultura más avanzada del mundo entre los siglos VIII y XIV, en particular en agricultura, astronomía, matemáticas, salud. Córdoba y Granada fueron ciudades florecientes. Tradujeron todas las obras sabias conocidas del planeta, acercando el saber a Europa y preparando el Renacimiento. Isabel la Católica los expulsó de la península ibérica junto a los judíos, culminando la persecución a que los sometían los países europeos desde el año 1000. Los sueños de un Gran Califato están en la memoria islámica junto a la humillación que han sufrido los musulmanes desde entonces. Sólo si Occidente es capaz de hacer soñar a la juventud con un mundo mejor, de dar oportunidades reales de cambiar las cosas, de plantear desafíos de una altura suficiente como para dar sentido a la vida y brindar oportunidades de construir futuro puede disminuir la tentación entre ciertos jóvenes de sumarse a los combates del islamismo radical.
* Ciudadano francés y uruguayo. Ex profesor de Ciencias Políticas en París.