Todos los sectores de la vida social, en todos lados, están distorsionados y vulnerables durante la pandemia. Este es, sin duda, el caso de la educación. En Estados Unidos, desde donde suelen irradiar las olas de reforma educativa, una profunda convulsión sacude al mundo educativo. El gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, se quejó a principios de mayo del “viejo modelo, en el que todo el mundo va y se sienta en un salón de clase, y el profesor se para frente al salón y da una clase”. “Eso sucede en toda la ciudad, en todo el estado, en todos esos edificios, en salones físicos. ¿Para qué, con toda la tecnología que tenemos?”, dijo. Y convocó a Bill Gates para encontrar una solución.1 Mientras tanto, las universidades estadounidenses sufren la crisis y hacen brutales recortes de nóminas docentes y programas enteros. Una columna de opinión en The New York Times anuncia: “El futuro de las universidades es online, y es más barato”, y llama a las universidades a hacer permanente la enseñanza online como forma de reducir costos.2 Si estas iniciativas se pusieran en marcha, el aula estaría en riesgo de desaparecer definitivamente.
Reformas educativas impensables en una situación normal, en la que los cuerpos docentes, estudiantiles y trabajadores pueden deliberar y organizarse, se hacen posible mientras todos esos actores están intentando ingeniárselas para sostener esta situación caótica. Esto no es algo nuevo. Uno de los ejemplos que Naomi Klein usa en su famoso libro La doctrina del shock para ilustrar el concepto es la imposición del sistema de escuelas charter –escuelas privadas que reciben financiamiento público y compiten entre sí en un mercado educativo– en Nueva Orleans cuando esa ciudad fue golpeada por el huracán Katrina y nadie estaba en condiciones de discutir la reforma.3 Sabemos que este gobierno está dispuesto a aprovechar la pandemia para imponer su agenda, por lo que habría que prestar mucha atención a lo que está pasando en, entre otras áreas, la educación.
¿Cómo piensa el gobierno el futuro de la educación? Una buena fuente para anticiparnos a esto es la obra del actual ministro de educación y cultura, Pablo da Silveira. En su libro de 2009 Padres, maestros y políticos. El desafío de gobernar la educación (Taurus), el filósofo y ministro piensa diferentes posibilidades de reforma educativa, sin definirse por ningún modelo en particular, pero deja bien clara una orientación general: es necesario superar lo que él entiende es un viejo sistema burocrático y pasar a uno basado en la “libre elección educativa”. Considera que quedó atrás la época en la que la educación tiene que construir un “único mejor sistema” y que debe permitirse a los padres elegir entre una oferta variada de proyectos educativos. Hay una trampa: se propone superar la idea de que hay un único mejor sistema para instaurar un sistema nuevo, el de la competencia como forma de gobierno de la educación, bajo el supuesto de que la competencia es el único mejor sistema para todas las áreas de la vida social.
Esto significaría un empoderamiento de los centros educativos (en perjuicio de las instituciones centrales y la autonomía de los profesores) y la posibilidad de que proyectos privados reciban (aún más y más directamente) dineros públicos. De esta forma, se abriría un camino mucho más llano para que sectores empresariales y religiosos dicten las formas y los contenidos de la educación (ya no tan) pública (con el Impulso y el Jubilar como planes piloto de la futura reforma), según el plan del think tank Eduy21. Esto implica ni más ni menos que la creación de un mercado de la educación. En su libro, Da Silveira presenta el modelo que propone como una defensa de la diversidad y la experimentación, y lo opone a la burocracia. Pero no registra otros principios que históricamente son parte de la discusión educativa uruguaya: la autonomía y el cogobierno, y sus posibilidades de crear experimentos y diversidades a través de procesos democráticos y no competitivos.
Es muy temprano para saber qué dirección van a tomar las cosas. Quizás el retorno voluntario a clases y el empoderamiento de los directores de centro son primeros pasos hacia la “libre elección educativa”, quizás son apenas medidas transitorias en una situación particular. Pero el mundo educativo está convulsionado, las ideas neoliberales han penetrado algunos lugares de este mundo y el gobierno sabe bien lo que quiere.
1. “Cuomo questions why school buildings still exist and says New York will work with Bill Gates to ‘reimagine education’”, The Washington Post, 6-V-20, disponible en www.washingtonpost.com.
2. “The future of college is online, and it’s cheaper”, The New York Times, 25-V-20, disponible en www.nytimes.com.
3. La doctrina del shock, Paidós, Buenos Aires, 2011.