Pasó otro Viernes Negro, y esta vez no hubo muertos. O al menos así lo ratifica el sitio web Black Friday Death Count, que al día de hoy contabiliza siete muertos y 98 heridos en todos los viernes anteriores a este, como consecuencia de la jornada anual de rebaja de precios que tiene lugar después del Día de Acción de Gracias. Jornada maldita, que inaugura la temporada de compras para Navidad, originada en Estados Unidos y que ya se contagió a Canadá, Reino Unido, México, Rumania, India, Irlanda, Francia, Alemania, Austria, Suiza, Sudáfrica, Colombia, Dinamarca, Suecia, Sudáfrica, Nigeria, Líbano y sí, también Uruguay, aunque en menor escala (no hay demasiados comercios adheridos como para convertirse en un fenómeno local).
A pesar de que el Viernes Negro pareciera expandirse, y de que desembarcó con furor en Europa, estos días se ha dado a conocer en España una de las caras más mercantiles que esconde la jornada. Varios usuarios de Twitter y Facebook han denunciado las maniobras de los grandes establecimientos para subir los precios tan sólo unos días antes del viernes, de forma de simular un descuento que finalmente iguala el precio previo de los artículos. Por ejemplo, el precio de una computadora Asus aumentó de 699 euros a 749 unos días antes del día de rebajas, de modo que el descuento final acabó siendo nulo. La Organización de Consumidores y Usuarios (Ocu) denunció a la empresa Media Markt ante la Dirección General de Consumo de la Comunidad de Madrid por incurrir en este fraude. Pero como se trata de una práctica sumamente extendida, la Ocu hizo un llamado para que los consumidores continúen difundiendo sus reclamos, y ya dice contar con miles de ellos. Los artículos electrónicos son aquellos cuyos precios han sido más manipulados, y empresas como Amazon, Fnac o PC Componentes son varias de las específicamente señaladas.
Como justo antagonista, el Día Mundial sin Compras (Buy Nothing Day) se generó en 1992 en Vancouver como reacción al Viernes Negro, y consiste en una jornada de protesta contra el consumismo imperante, en la que se invita a la gente a no comprar nada durante todo el día. Entre sus actividades llaman la atención las fiestas callejeras, la presencia de clubes de trueque y las marchas zombies en las puertas de los shoppings, en las que se busca emular la muerte cerebral colectiva propia de estas fiebres compulsivas.