Hace aproximadamente un mes se recibió un e-mail de alguien que decía ser miembro del equipo de Wikileaks. Proponía mantener una serie de charlas a través de una plataforma segura de Internet y enviaba las instrucciones para hacerlo.
De inmediato se dispararon todos los mecanismos del escepticismo. La duda principal era si quien nos estaba contactando representaba a quien decía representar. Las primeras hipótesis que se tejieron en la redacción apuntaban a que el contacto podía había llegado a través del diario inglés The Guardian, uno de los medios que difunde los materiales del Cablegate desde la primera hora y en el cual escribe Raúl Zibechi, o incluso a partir de La Jornada de México o Página 12 de Argentina, diarios con los que existe una larga historia de cooperación periodística. Sin embargo, al preguntarle directamente, nuestro interlocutor dijo que nos estaba contactando por sugerencia de la ensayista canadiense Naomi Klein. Al menos teníamos un dato para chequear. Gracias a los buenos oficios de Eduardo Galeano se pudo confirmar que eso era cierto.
Una vez obtenida esa confirmación comenzamos a tratar los detalles. Desde un primer momento se nos advirtió que estaban negociando tanto con Brecha como con el diario El País. Al manifestar nuestra duda sobre la pertinencia de trabajar con dos medios tan diferentes entre sí (el escepticismo todavía no había desaparecido por completo), argumentaron que su idea era darle a cada uno paquetes de cables correspondientes a años diferentes y que se intentaba que los medios tuvieran una actitud de cooperación.
Ante esto, hubo un contacto telefónico con quien estaba llevando adelante la negociación con Wikileaks por parte del diario El País y se le propuso establecer algunos mecanismos de colaboración. Podría ser un acuerdo mínimo de comunicar en conjunto que ambos medios tendrían a su cargo la difusión de los cables correspondientes a Uruguay, o un acuerdo “de máxima” que consistiera en compartir los materiales que cada uno tuviese para que luego cada redacción les diera su propia interpretación. Entre ambos extremos había una amplia gama de posibilidades. No fue posible obtener una respuesta clara. Se habló entonces con quien es el habitual contacto institucional entre Brecha y El País, quien derivó el tema sin que tampoco ese tercer camino condujera a ninguna parte. El jueves 3 de marzo, un día antes de la salida del número de Brecha de esa semana, El País informa en su primera plana y en páginas interiores que publicará los cables de Wikileaks correspondientes a Uruguay a partir de 2004, e incluye los primeros textos. No hace ninguna mención a que Brecha publicará otra parte de los cables referidos a Uruguay ni a las conversaciones previas entre ambos medios.
Los materiales de Wikileaks
[notice]Qué son y qué no son
• No son revelaciones sobre hechos ni personas, sino que en general se trata de las visiones de diplomáticos estadounidenses sobre esos hechos y esas personas (en varios casos a partir de comentarios de fuentes de mayor o menor rango de los países donde están instaladas sus embajadas).
• Son un gran golpe de efecto que genera un interesantísimo debate sobre el funcionamiento de la diplomacia, el derecho a la información, y el vínculo entre medios de comunicación nuevos y tradicionales. No son la gran revolución de la transparencia.
• Como decía el titular de portada de nuestra edición del 3 de diciembre de 2010, el Cablegate ha generado una mezcla de “euforia y decepción”. Por el momento no ha aparecido “el documento inesperado” y “el grueso de la información ha resultado previsible”.
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¿Qué se hará con los cables?
• Por el momento Brecha tiene los documentos de las comunicaciones de la diplomacia estadounidense sobre Uruguay correspondientes a 2009 y 2010. También dispone, en exclusiva para Uruguay, de los cables sobre Brasil (anteriores a 2008).
• Un equipo de cuatro periodistas integrado por Roberto López Belloso (jefe de Redacción), Raúl Zibechi (ex editor de internacionales y especialista en Brasil), Gennaro Carotenuto (periodista e investigador) y Daniel Gatti (editor de la sección Mundo), trabajará en el análisis de la información.
• Se editarán los materiales eliminando los nombres de personas cuya vida pueda estar en riesgo o que puedan enfrentar un proceso judicial sin las debidas garantías. Luego se pondrán a disposición pública a través de Internet.
• Aquello que sea periodísticamente relevante se publicará –debidamente contextualizado– después de que sea tamizado por un serio análisis periodístico.
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