Buenos días musicales - Semanario Brecha
Pat Metheny en Montevideo

Buenos días musicales

Para comienzos de 2020, Pat Metheny y su cuarteto conformado por Linda May Han Oh (bajo) Antonio Sánchez (batería) y Gwilym Simcock (piano) tenían un tour sudamericano programado, pero la pandemia lo pospuso. El músico sacó otro disco a trío y ahora, finalmente, salió en una gira que incluirá el Auditorio Adela Reta el jueves 6 de octubre, algo que no estaba programado.

JIMMY KATZ

—¿Recién en 2020 sacaste un disco con el cuarteto con el que tocabas desde 2017. ¿Cómo fue ese proceso?

—Reuní un excelente grupo con la idea de centrarme en algunas de mis canciones más antiguas para una gira, algo que nunca había hecho. Lo que iba a ser una gira relativamente corta se fue extendiendo por la demanda popular, convirtiéndose en varios años de actuaciones en todo el mundo. Paralelamente, realicé varias giras a dúo con uno de mis mayores héroes en la vida, el bajista Ron Carter. Además de la emoción de estar en el escenario con él, las giras también nos dieron mucho tiempo para viajar juntos. Allí pude hacerle a Ron todas las preguntas que siempre quise hacerle. Una fue la siguiente: «Durante sus últimos años en Miles Davis Quintet, mientras grababa discos clásicos, como Nefertiti, E. S. P. y tantos otros, ¿por qué sus conciertos consistían en tocar los clásicos del repertorio de sus años previos? ¿Por qué esas melodías en lugar de la nueva música que estaban grabando?». El señor Carter me explicó que Miles tenía una filosofía que aplicó a esa formación en particular. Quería que esa banda desarrollara un código tocando esa música familiar noche tras noche juntos, para que luego pudiera aplicarlo a la creación de una nueva forma de tocar en el estudio. Un lenguaje común que combinaría la familiaridad que los músicos tenían entre sí al tocar esas canciones antiguas con la frescura de las nuevas composiciones, obteniendo lo mejor de ambos mundos. Así que quería grabar con esta nueva banda, pero había hecho tantos discos de cuarteto de guitarra, piano, bajo y batería que me pregunté qué hacer para que esto fuera diferente. Entonces, ¿por qué no escribir un montón de música nueva para presentarla por primera vez en el estudio con esta banda que conocía tan bien? Sin ensayos. Entrar a grabar música compuesta para ese equipo, algo completamente diferente de lo que habíamos estado tocando en vivo. El enfoque del quinteto de Miles.

—¿Cómo te sentís volviendo a esta música después de haber grabado otro álbum con un trío completamente diferente?

—A pesar de lo diferente que es cada situación, me acerco a todas ellas de manera similar, como líder de la banda. Disfruto cada escenario y  cada grupo de personas, y me siento afortunado de poder ofrecer a diferentes músicos oportunidades para hacer lo suyo.

—Desde The Way Up, tu último disco con el legendario Pat Metheny Group, nunca volviste a tener grupos tan estables en el tiempo. ¿Te ves ahora tocando con una banda de larga duración como aquella?

—Todo ha sido continuo y, sin embargo, cambiante para mí: todo lo que hago es el Pat Metheny Group. La dirección de la banda, la composición, la orquestación, la improvisación, los arreglos y la ejecución en general están completamente entrelazados con mi concepción general de lo que es la música. Si hay algo que podría pedir es que todo se considere como una sola cosa, porque así es para mí. Todas las bandas que he tenido, incluidas las actuales, son el Pat Metheny Group, todas funcionan exactamente de la misma manera: me esfuerzo por encontrar a los músicos que me parecen más adecuados para el área de interés musical que deseo explorar en un momento determinado. Durante la mayor parte del tiempo que he estado activo, ha habido una realidad paralela que supone tocar para 15.000 personas una noche y para 200 la siguiente. Lo que ha demostrado ser cierto en prácticamente todos los escenarios es que, con la calidad adecuada, cualquier escenario está bien para la música que espero ofrecer a la gente.

—Algo llamativo de vos como instrumentista es que cada guitarra que tocás la abordás de una manera distinta, como si fuera, literalmente, un instrumento diferente. El caso que más me llama la atención es el Roland Guitar Synth, porque también diseñaste su sonido, al punto que con tu fraseo parece más un saxo o una trompeta que una guitarra. ¿Cómo concebiste este instrumento?

—Diste con la palabra más importante: concepción. Cualquiera que sea el resultado sonoro, siento que tengo que poder imaginarlo primero. Me tomó un tiempo darme cuenta de que cualquier instrumento es incidental al pensamiento y al espíritu detrás de él, y si podés imaginar una forma de ser como músico con suficiente claridad y con una concepción verdaderamente comprometida, las herramientas para lograr ese objetivo emergen de las posibilidades a las que cada instrumentista tiene acceso. El Roland surgió de una concepción que sin duda se basó en haber empezado como trompetista, pero, al mismo tiempo, diría que la respiración y el tipo de fraseo que hacen a lo que sea que es mi estilo también están cuando toco una guitarra acústica.

—Tu carrera ya supera los 50 años y es innegable que has desarrollado un lenguaje propio muy reconocible. ¿Cómo sentís que es el diálogo entre tu búsqueda constante y lo que podríamos llamar una «tradición Metheny»?

—La mejor parte de todo esto es que ahora puedo tocar mucho mejor. Especialmente en los últimos diez años, algunas cosas realmente se han desarrollado y eso hace que todo sea aún más divertido para mí.

—La guitarra fue quizás el instrumento que estuvo más al frente de las nuevas propuestas musicales en décadas anteriores. ¿Creés que este instrumento tiene algo que aportar hoy?

—La guitarra probablemente no esté entre las seis o siete cosas que más me preocupan, aunque entiendo que, a primera vista, soy guitarrista. Escribo casi todo en el piano, y todavía toco un poco la trompeta, y cualquier idea que tengo sobre cualquier cosa existe antes que cualquiera de esos instrumentos. Pero seguro que puedo hacer que esa idea suene mejor en la guitarra que cualquier otra cosa, porque he pasado todos estos años con ella. Realmente solo quiero poder representar las cosas que amo de la música con precisión, y con el espíritu y el alma necesarios para que suene real.

—Siempre me emociona saber que cada uno de tus discos solistas trae una exploración particular, desde el extremo Zero Tolerance for Silence hasta New Chautauqua, en el que sobresalen muchas de tus marcas personales. ¿Creés que el trabajo en solitario te permite cosas que no podés hacer con un grupo o un dúo?

—Hay una gama bastante amplia de cosas que entran en esa categoría. Un par de bandas sonoras de películas, los dos discos en guitarra barítono. Siempre trato de contar una historia con los materiales que tengo a mano y, a veces, simplemente uso lo que hay en la habitación en ese momento.

—¿Cuál es el trabajo de tu discografía del que te sentís más orgulloso?

—Es todo un gran disco para mí, con un elenco cambiante de personajes que van y vienen; como una sola novela larga con diferentes capítulos o algo así.

—¿Y el que menos te gusta? ¿Hay alguno que desearías que no existiera?

—Ninguno.

—¿Qué es, para vos, tener un mal día musical?

—Diría que no se trata tanto de la música como de las cosas relacionadas con la música, especialmente las cosas tecnológicas, que pueden ser un lastre. Pero incluso entonces todo suele funcionar.

—Siempre estás activo, con lanzamientos y giras constantes, pero ¿alguna vez pensaste en dejarlo todo?

—Me despierto todas las mañanas desde que era un niño interesado en comprenderlo todo, y la música en particular. No creo que eso cambie.

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