Jean-Luc Mélenchon, fundador de La France Insoumise (Lfi), es uno de los cuatro candidatos más populares para las elecciones presidenciales de abril de este año (el tercero según la encuesta Kantar Sofres-Onepoint, publicada el 9 de abril). En consonancia con el movimiento español Podemos, Lfi se inspira en el rechazo a los partidos tradicionales, reivindica los movimientos progresistas de América Latina y confía en que la mejor organización posible es la ciudadana. Con la extrema derecha liderando las encuestas tras la salida de un Partido Socialista debilitado, Lfi es el nombre de una nueva izquierda francesa.
—Se acercan las elecciones presidenciales en Francia y algunos medios señalan una fuerte popularidad de la candidata de extrema derecha (Marine Le Pen).
—La campaña presidencial en Francia se da en un clima de descomposición política generalizada que afecta tanto a la derecha y a la extrema derecha, como a la izquierda socialdemócrata. Escándalos judiciales salpican a (François) Fillon y a Le Pen. Desde el Partido Socialista llaman a votar por (Emmanuel) Macron (ex ministro de Economía del actual gobierno socialista) en contra de Benoît Hamon, quien fue el ganador de sus propias primarias. Los partidos tradicionales de izquierda y derecha se fraccionan, la interferencia mediática está concentrada en tantos escándalos y desenfrenos que ahoga las expresiones democráticas. Así los reclamos y aspiraciones populares se terminan haciendo invisibles. Hay grandes mayorías ciudadanas asqueadas por la corrupción que no responden más a los encuestadores, y, a menos de un mes de los comicios, casi la mitad de los votantes no sabe aún por quién va a votar. Se trata de una situación inédita en la Francia de posguerra, que marca el fin de la viabilidad de la 5ª República instaurada por el general De Gaulle. En este contexto, mi candidatura es la más clara. El proceso de formación y de crecimiento espectacular del movimiento Francia Insumisa demuestra que el pueblo francés aspira a una toma de conciencia y que la solución viene de él. Bajo la consigna “¡A barrerlos a todos!” y con la firme intención de llevar a la práctica su programa “El futuro en común”, elaborado democráticamente, nuestro movimiento ciudadano sigue creciendo. Entonces, nuestro proyecto es concentrar al pueblo alrededor de ideas tales como el cambio institucional, la transición ecológica, la paz en Europa y el mundo, y la distribución de la riqueza. El método siempre es la democracia: debatir para elaborar las decisiones y votar para decidir.
—¿Qué evaluación hace de la gestión de Hollande (actual presidente francés)?
—El mandato de François Hollande se caracteriza por el incumplimiento del programa por el cual fue elegido. Peor aun, a esto se suma la traición a los principios de la izquierda socialista francesa, algo ampliamente reconocido por el conjunto de parlamentarios del PS, que culminó con el triunfo de Benoît Hamon en las primarias de ese partido. El desastre del “hollandismo” se expresa en una larga lista de renuncias y de medidas contrarias a los intereses de la mayoría del pueblo. Apoyándose en las prerrogativas que la actual Constitución le otorga al monarca-presidente, el gobierno impuso por decreto una de las leyes laborales más retrógradas y pro patronales (la llamada “ley El Khomry”) que Francia haya conocido desde 1910. La misma fue mayoritariamente rechazada por el movimiento sindical, con cientos de miles de trabajadores movilizados en las calles, y reprobada por una buena parte de los parlamentarios del PS y de otros partidos de izquierda. Sin detallar todas las demás medidas ideadas e impulsadas por su ministro de Economía, Emmanuel Macron, podemos decir que la política descarada de Hollande lo llevó a la masiva pérdida de popularidad, lo cual le impidió presentarse a la reelección y cerró, también negativamente, la suerte del primer ministro Manuel Valls como candidato sucesor.
—¿Qué es La France Insoumise (Lfi), el movimiento que usted representa, que surgió de una ruptura con la izquierda y se define como un movimiento ciudadano?
—Se trata de un movimiento ciudadano transversal compuesto por hombres y mujeres que han comprendido que no hay otra solución política fuera de la expresión de la voluntad soberana del pueblo francés de tomar las riendas de su propio destino. Se trata de un movimiento con vocación de poder, cuyo principal objetivo programático es el de instaurar la 6ª República a través de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. En el caso de ser elegido, y en nombre de este movimiento, mi primer acto de gobierno sería llamar a un referéndum sobre esta convocatoria. Nuestra ruptura es con una autoproclamada “izquierda” que en la práctica no se distingue en nada del capitalismo neoliberal y que ha abandonado las reivindicaciones de los ciudadanos. El movimiento integra ciudadanos sin militancia ni adscripción partidaria alguna, así como partidos de izquierda que adhieren al programa de Francia Insumisa. Las referencias tradicionales de la izquierda para movilizar a su electorado, tales como los llamados a la “unidad” o a los “valores de izquierda, del movimiento obrero” son, hoy en día, masivamente rechazados por el pueblo. Por ello intentamos ahora reconstituirlo alrededor de nuevas referencias e ideas, ya presentes en el sentido común y expresadas en nuestro programa “El futuro en común”. Esto no apunta a exaltar los valores de la izquierda, o a pretender ser “la izquierda auténtica”, sino a ofrecer respuestas concretas a las principales dificultades, propias del neoliberalismo, experimentadas por la población. En un año nuestro movimiento cuenta ya con más de 350 mil adhesiones, y sigue creciendo.
—¿En qué consiste la instauración de la 6ª República?
—Se trata de una reforma política profunda que supone un cambio en la Constitución. […] La Constitución que Francia requiere debe ser radicalmente nueva, no un simple remiendo de la realizada para la 5ª República. Es el pueblo quien debe hacerse cargo del problema e implicarse a lo largo de todo el proceso constituyente. Francia Insumisa realizará sus propuestas para una 6ª República democrática, igualitaria, que instituya nuevos derechos e imponga una agenda ecológica. Propondremos igualmente las modalidades de composición de la asamblea. Ninguno de los antiguos parlamentarios podrá formar parte, y los delegados no podrán ser candidatos en las elecciones posteriores a la entrada en vigor de la nueva Constitución. Las bases para la elaboración de una nueva Constitución para una 6ª República son la distribución igualitaria de la riqueza, la planificación ecológica, la eliminación de los tratados europeos, la independencia y el altermundialismo para la paz, el progreso humano y la conquista de nuevas fronteras para la humanidad, como son el mar, el espacio y el dominio de lo virtual digital. El programa se elaboró colectivamente en tres etapas, pero sigue siendo mejorado. La primera fue la recepción de unas 3 mil propuestas ciudadanas. En la segunda, se efectuaron audiciones concebidas como momentos de intercambio y de trabajo con expertos en diferentes disciplinas. En setiembre de 2016 se realizó la tercera etapa, en la que se recibieron las contribuciones de todas las organizaciones políticas que desearon asociarse al movimiento. El resultado fue la publicación de una primera versión consolidada del programa “El futuro en común”, que fue presentado nuevamente a los adherentes para que se pronunciaran sobre las medidas prioritarias. El momento culminante fue la Convención Nacional de Lille, realizada en octubre de 2016, donde se seleccionaron las diez medidas prioritarias entre las 357 contenidas en el programa. Este conjunto de propuestas forma un todo coherente que ha sido pensado en detalle para romper radicalmente con los vicios institucionales de la 5ª República, actualmente en descomposición. Éstas buscan arrebatar el poder de las manos del poder político tradicional y devolverlo al pueblo soberano.
—¿En el caso de asumir como presidente, cuál es su propuesta frente a la crisis migratoria que enfrenta Europa en la actualidad?
—Hay que permitir que la gente se quede en su país, hay que terminar con la teoría según la cual la gente partiría para sacar provecho de nuestros recursos. Se van porque no pueden hacer otra cosa, hay que recordarlo, y hay que insistir sobre esta premisa esencial. Pertenezco a la tradición internacionalista, recuerdo lo que dicen nuestros amigos de los sindicatos y de las organizaciones progresistas de todo el mundo: el exilio es una catástrofe para esos países. Los que se exilian figuran entre los más valientes, a menudo entre los más instruidos. Su instrucción ha significado gastos a sus países, y todo ese conocimiento se va. ¡La guerra es la primera razón por la que la gente parte, y somos nosotros los que creamos la guerra! Esto no fue por razones religiosas, sino por oleoductos y gasoductos, porque tenemos aliados, gente que nos paga por hacer tal o cual trabajo. Hay que terminar entonces con las causas de este éxodo masivo. En segundo lugar, es necesario castigar el tráfico de personas. Que no me vengan a decir que la gente que se ve en las barcazas consiguió una embarcación cuando llegó a orillas del mar. Hay un tráfico organizado. Hay millones de personas en esa situación […]. ¿Acaso no se puede interrumpir eso? ¡Por supuesto que sí! No quieren interrumpirlo, eso es otra cosa. Cuando las personas ya están aquí hay que enfocar el problema de manera diferente, pues no hay otra opción, desde el punto de vista del humanismo –que es uno de nuestros principios fundamentales– hay que recibirlos correctamente. Incluso para que puedan volver a sus países cuando lo deseen.
—Entre sus propuestas como candidato cabe destacar la de revisar profundamente los tratados de la Unión Europea. De no ser posible, ¿la salida es el modelo Brexit?
—He defendido la idea de que a los tratados de la Unión Europea (UE) no sólo hay que “revisarlos” sino renegociarlos, para que los vigentes dejen de serlo. Necesitamos liberarnos de esa camisa de fuerza para poder cambiar la matriz productiva de Francia y movilizar todas sus capacidades para volver al pleno empleo, aplicar la transición energética y desarrollar la economía del mar que proponemos. Un sector de los políticos franceses cacarea diciendo que eso es imposible, que nunca podremos convencer a Alemania de que tal renegociación debe tener lugar. Pues se equivocan, ya que Francia, en tanto pilar fundador de la UE y por su peso demográfico y económico real, tiene la fuerza más que suficiente para imponer una renegociación. En lo que concierne a Francia, nuestro proyecto es salir de los tratados europeos, y para ello disponemos de un Plan A, es decir una propuesta de salida colectiva negociada. El Plan B sería una medida unilateral de salida de Francia en caso de que la primera opción fracase. El Brexit marca el principio del fin de una época. Expresa la idea de que la Unión Europea ha sido asesinada por los eurócratas y por la política de austeridad impuesta por el gobierno alemán con la complicidad activa de dos presidentes franceses que violaron el voto en contra de nuestro pueblo.
Los eurócratas preparan ya, desde hace meses, en secreto, con la señora Merkel, un nuevo tratado para 2017 que no tendrá en cuenta ninguna de las lecciones evidentes que se desprenden de la situación actual. Pero fracasarán, porque no consideran lo que está sucediendo. La elección presidencial de 2017 en Francia es una buena ocasión para revisar todo esto. A la Unión Europea la cambiamos o la abandonamos.
—¿Considera que existen puntos en común con Podemos, en España?
—El movimiento Podemos es hoy una fuerza política constituida, con presencia en las instituciones españolas, que está disputándoles la hegemonía a los partidos PP y Psoe, actualmente aliados en el gobierno. Surgió como la evolución del movimiento ciudadano llamado del “15-M” y se ha fogueado en contiendas electorales con un apoyo popular significativo. Además de nuestros orígenes similares, anclados en el surgimiento de sectores ciudadanos independientes de los partidos tradicionales y opuestos a éstos en sus pretensiones de gobernar como castas de privilegiados, compartimos con Podemos muchos puntos programáticos y somos aliados en el plano internacional. Se trata de un movimiento ciudadano hermano. Compartimos con Podemos una visión de hacer política: la transversalidad y la necesidad de unir al pueblo (y no simplemente a la izquierda) en torno a afectos comunes y a un proyecto de sociedad progresista. En el desarrollo de la construcción del movimiento Francia Insumisa busqué inicialmente intercambiar ideas con Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. No hay modelos, pero hay que observar y tener en cuenta las experiencias de los amigos. Las diferencias provienen de nuestras trayectorias históricas distintas: cada país tiene su propia historia, su memoria colectiva. Por ejemplo, la percepción aguda que el pueblo español mantiene viva sobre la amenaza mortal de la ideología fascista, por haberla vivido en carne propia durante la larga dictadura de Franco. Esa percepción de una amenaza latente es más difusa en Francia, donde es el Frente Nacional (de Marine Le Pen) el que goza del apoyo mediático y el que ha creado un atractivo popular, impensable en España.
—¿Por qué considera que presentar sus propuestas a través de un holograma o de Minecraft tiene más impacto que una conferencia clásica, o una videoconferencia?
—En lo pragmático, el uso de la tecnología del holograma, por su novedad, nos sirvió para romper el cerco de invisibilidad en el que los medios quisieron arrinconarnos. Sin embargo, hay otras razones que nos llevaron a utilizar esa tecnología: su impacto espectacular y novedoso en el marco de una manifestación política fue calculado para llamar la atención sobre la importancia del uso de los avances científicos en todos los ámbitos de la actividad humana, incluida la política. Esa fue la ocasión de demostrar prácticamente que la política es una actividad de la que el pueblo debe apropiarse, apoderándose de los conocimientos que le permitan estudiar permanentemente su propia realidad […]. ¿Qué puedo hacer que simbolice hasta qué punto estamos de este lado del espíritu humano? Pensé en encontrar algo que fuese a la vez pacífico, festivo y democrático, ajustado a los parámetros que exige una campaña. Fue así como encontré la idea de efectuar simultáneamente dos encuentros, en Lyon y en París mediante un holograma.
—Con respecto al contexto europeo, con el Brexit y la crisis que enfrentan algunos países de la eurozona, ¿qué hacer frente a la crisis económica?
—La Comisión Europea, bajo el diktat inamovible del gobierno alemán, ha impuesto, a través de los tratados, como única solución (neoliberal) a la crisis sistémica financiera de 2007-2008, una política general de austeridad que ahoga a los países de la zona del euro. Nosotros pensamos que la respuesta a la crisis no puede darse acudiendo a la contracción brutal de la inversión productiva, del poder de compra de los ciudadanos y del gasto público. Tampoco mediante el rescate de la quiebra de los bancos privados por el Banco Central, sin ninguna contrapartida, como ha sucedido. Las consecuencias políticas de tal obstinación las estamos viendo hoy en la descomposición acelerada de los partidos neoliberales en los gobiernos recientes, y en un descontento popular creciente.
—En este nuevo orden geopolítico, ¿cómo se perfilan las relaciones comerciales de Francia con América Latina?
—Estoy convencido de que Francia tiene que desarrollar sus relaciones con los países de América Latina estableciendo vínculos comerciales de cooperación pero no de dominación. En primer lugar, es necesario rechazar los tratados de libre comercio, que nos llevan al enfrentamiento entre los pueblos, y permitir un proteccionismo solidario. Luego, se busca instaurar un marco institucional que regule el tema de la deuda y la construcción de la cooperación altermundialista e internacionalista, que son fundamentales para la seguridad colectiva.
(Tomado de Página 12, por convenio. Brecha reproduce fragmentos.)