Buscando “pasar la página de la austeridad” - Semanario Brecha

Buscando “pasar la página de la austeridad”

Con un recetario keynesiano, el primer ministro portugués, António Costa, ha consolidado las cuentas, devuelto los salarios y las pensiones a los niveles previos a la crisis económica, y aumentado el empleo. Su gobierno de coalición busca además cumplir con las restricciones presupuestarias del Pacto de Estabilidad europeo.

De izquierda a derecha, el primer ministro, António Costa, el ministro de Relaciones Exteriores, Augusto Santos Silva, y el ministro de Finanzas Mário Centeno, en el parlamento, durante la votación del presupuesto nacional de 2017 / Foto: Afp, Patricia de Melo Moreira

Un país “rescatado”, en el universo de la austeridad, saliendo de la crisis, con vigilancia máxima de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y reduciendo las desigualdades sociales. Con este escenario, suenan racionales las palabras del jefe del Ejecutivo luso: “El año 2016 ha acabado en perfecto estado de revista”.

No es para menos. Después de sólo dos planes presupuestarios de la coalición de izquierda, Portugal, uno de los socios rescatados por el club del euro, ha retornado a la senda del crecimiento. Todavía mejor: ha conseguido reducir el déficit fiscal hasta el 2,1 por ciento, cuatro décimas por debajo de la exigencia del eurogrupo, un nivel desconocido desde la época de la transición a la democracia, en 1974.

Y se han reducido las de­sigualdades: los portugueses han visto cómo los salarios y las pensiones se han recuperado hasta alcanzar cotas previas al inicio de la crisis. Esto se ha logrado con un recetario keynesiano, alejado de la rigidez presupuestaria inculcada (y exigida) desde Alemania a sus socios monetarios en riesgo de quiebra, hecho incontestable que otorga a Costa la recompensa del deber cumplido. Su compromiso electoral de “pasar la página de la austeridad” es una realidad. Antes, incluso, de rebasar el ecuador de su mandato.

La recuperación de la economía lusa ha sido admitida por las autoridades comunitarias. Mário Centeno, ministro portugués de Finanzas, la describió como “una gradual asunción de la realidad”, después de 13 trimestres consecutivos de crecimiento y un salto de 2 por ciento en el último tramo de 2016. “A lo largo del proceso de consolidación presupuestaria, la economía portuguesa ha sido capaz de adentrarse también en la senda de los números negros”, explicó Centeno en la última reunión del eurogrupo.

ELOGIOS Y NUBARRONES. Una coyuntura que tan sólo parece poner en tela de juicio su antecesor en el cargo, el conservador Pedro Passos Coelho, para quien la coalición gubernamental que conforman el Partido Socialista (PS), de Costa, los comunistas y el Bloque de Izquierda “volverá a encender la casa” con sus fórmulas de baja austeridad.

Y eso pese a los elogios que el primer ministro recibe, incluso, de “agencias de rating”, como Fitch, desde donde se concede a Costa la “habilidad” para resarcir diferencias en su gabinete multicolor, y para crear la “estabilidad política” que necesita el país.

Aun así, esta agencia de calificación no saca a Portugal de su nota de bono basura: BB+. Entre otras razones, porque la economía portuguesa aún no puede cantar victoria.

Los mercados alertan sobre dos notables nubarrones en el horizonte inmediato. El primero, el coste de la recapitalización bancaria que todavía debe acometer el Ejecutivo. El eurogrupo califica de “sumamente frágil” al sistema financiero. El gobierno luso tuvo que emplear 4.400 millones de euros en 2014 para limpiar los activos tóxicos bancarios, por la “insuficiente ayuda” de Bruselas en el rescate, adujo Costa.

El primer ministro ahora podría verse en la obligación de sumar otra inyección de 2.500 millones de euros para sanear la estatal Caixa Geral de Depósitos, tras la venta del Novo Banco al fondo estadounidense Lone Star (buscando reflotar el banco Espírito Santo, en 2014).

El análisis de Fitch Ratings aumenta ligeramente la estimación de la ayuda necesaria y la calcula en 2.700 millones de euros, y anticipa que el fondo de rescate luso hará retornar el déficit fiscal a algo más del 3 por ciento. Sus expertos avalúan en un alza del 1,1 por ciento el agujero en las cuentas portuguesas por la nueva factura bancaria.

El segundo factor de riesgo es la desorbitada deuda pública, en el entorno del 130 por ciento del Pbi –más de 232.000 millones de euros–, y que no tiene visos de moderarse a medio plazo, ya que podría añadir más lastre si el déficit se deteriora de nuevo.

Sobre todo en caso de que el gobierno decida elevar las ínfimas tasas de inversión y los gastos de capital de los dos últimos programas económicos, supervisados desde Bruselas (como todos los presupuestos después del rescate).

 CRECIMIENTO Y EMPLEO. En 2016 los ingresos estatales crecieron 0,8 por ciento debido al aumento de los impuestos sobre la producción y las importaciones, mientras que los gastos retrocedieron 1,1 por ciento. Aunque Fitch Ratings también se preocupa por el modesto crecimiento del país. Las previsiones más optimistas, apenas ven un aumento del 1,6 por ciento del Pbi este año (la cota que asume, por ejemplo, la propia Comisión Europea en su reciente informe de invierno), lejos del crecimiento del 2 por ciento anual de 2016, que en buena medida se logró gracias a la notable creación de empleo.

En Portugal el gabinete de Costa ha sido capaz de devolver 90 mil personas al mercado laboral, según las estimaciones oficiales, lo que ha dejado la tasa de paro al borde de abandonar los dos dígitos.1 La Comisión Europea augura 10,1 por ciento de desempleo para este año y 9,4 por ciento en 2018.

El líder de la oposición, Pa­ssos Coelho, dice estar “convencido de que Portugal tendrá que hacer frente a otra nueva crisis de la deuda”, y que el gobierno y el país “deberían prepararse para tal eventualidad”. También el mercado da credibilidad a estos negros augurios.

Y LA TROIKA. Klaus Regling, director gerente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, aseguró que los inversores están “nerviosos” con Portugal por su elevado endeudamiento, su sector financiero y su competitividad, y que si sus autoridades no logran evitar que la deuda supere de nuevo los niveles anteriores a la crisis, tendría justificación prorrogar la supervisión de la troika sobre la contabilidad nacional lusa. Aun así el eurogrupo continúa avalando a Costa, porque también hay evaluaciones que no conceden trascendencia al ruido y la retórica de los mercados y valoran el claro compromiso del gabinete de izquierda con el ajuste presupuestario y los límites fijados en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento europeo a medio plazo.

Peter Goves, estratega de Citi, lo explica de forma gráfica al afirmar que el crecimiento portugués, sus necesidades financieras, la consolidación de sus cuentas y la recapitalización de sus bancos están en mejor disposición que, por ejemplo, Italia.

DESPEGUE PROGRESIVO. En un reciente diagnóstico la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) apunta que Portugal “está inmerso en una gradual recuperación, después de varios ejercicios de profunda recesión”, con importantes esfuerzos de “consolidación y subsanación de de­sequilibrios”.

La organización recomienda impulsar las inversiones, la innovación y las medidas dirigidas a elevar la productividad como las formas “más eficientes” para regenerar su sistema financiero y hacer sostenibles los recientes repuntes en los ingresos per cápita.

(Tomado de Público.es por convenio, Brecha reproduce fragmentos.)

  1. Nota del editor: Según datos de Eurostat (la agencia de estadística de la Unión Europea), la tasa anual de desempleo en Portugal bajó por tercer año consecutivo hasta situarse justo por encima del 11 por ciento en 2016, mientras que en el peor momento de la crisis, en 2013, superaba el 16 por ciento. Antes de la crisis, en 2008, el desempleo se ubicaba por debajo del 9 por ciento de la población activa.

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