La caca de los perros en las calles no es un problema solamente montevideano. Es bastante universal, y crece en proporción directa a la desidia de los dueños de los perros. De las multas que se suponía iban a alentar a éstos a recoger los desechos de sus bichos, en Montevideo, poco o nada se supo. No cuesta imaginar a un severo inspector diciéndole al dueño de un salchicha, o de un pequinés: “Si no levanta usted inmediatamente los excrementos de su perro, tiene una multa de (se oyen cifras)”. Pero ya es más difícil para el honrado servidor municipal trasmitir el mismo mensaje al dueño de un rottweiler, o de un dogo (doberman ya no hay muchos, cayeron en desgracia). Es verdad que se ve más gente con la bolsita, pero distan de ser todos, ni siquiera la mitad, de quienes pasean a sus mascotas...
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