En este bendito país –diría Sánchez Padilla– nos cuesta creer en los nuevos talentos. Y entre las desconfianzas bien uruguayas está la de “a quién le roba piques”, en este caso por ese nuevo músico que empieza a labrarse un nombre.
¿Jorge Alastra? Sí, es bueno, pero tiene mucho de Cabrera, cosas de Mateo, elementos de Jaime, modulaciones de guitarra de Viglietti…
Como todos los grandes cantautores, Alastra no oculta determinadas influencias, pero, en tren de estricta justicia, hay que decir que nunca se pareció demasiado a ninguno de los músicos que lo influyeron, y que, por añadidura, en este último disco1 cada vez se parece más a sí mismo, lo cual define a los artistas auténticos.
Alastra luce cada vez más consolidado como autor de letras y músicas, como expresivo cantante y como el notable guitarrista que es, su faceta más ampliamente reconocida, tal vez.
Sus melodías son más personales que nunca, su voz luce asentada y firme, con una mezcla de melodismo franco y un pequeño “sufrimiento” en la emisión que le agrega atractivo, y su guitarra es un compendio de cómo acompañar la propia voz con toda la técnica necesaria, el buen gusto y la creatividad armónica que los grandes intérpretes poseen.
Azar es un disco pequeño de canciones pequeñas, y pese a ello es un gran disco de grandes canciones. El minimalismo y la brevedad de todo el material no son una debilidad sino una tremenda fortaleza.
Es su cuarto trabajo en una carrera solista que registra grandes momentos, como Puente aéreo, de 2009, y muy especialmente Tres, de 2015, uno de los grandes discos de autor uruguayo en mucho tiempo. Bien: Azar es otro de los grandes discos de autor uruguayo en mucho tiempo. Tiene grandes canciones muy bien interpretadas, arreglos sensatos y mesurados donde campean el buen gusto y la originalidad, excelentes músicos invitados, una prístina grabación y mezcla a cargo de Gerardo Alonso, y una bella tapa diseñada por el artista de nombre impronunciable Gustavo Wojciechowski, “Maca”. Por su pareja calidad se vuelve bastante difícil resaltar algunas canciones. Señalaremos “Calma”, con su mezcla de pop y blues; el tema con aires de malambo “La cerrazón” –dedicado a un personaje televisivo entre diabólico y entrañable, como Walter White, de la serie Breaking bad–, donde hay un gran trabajo de Alejandro Pacello en guitarra eléctrica; “Milonga del equis”, de exquisito texto, en la que intervienen Daniel Magnone en voz y el siempre excelente Nicolás Mora en bandoneón; “Nocturno”, una tremenda balada donde Alastra despliega todo su guitarrismo en un trabajo armónico de gran riqueza; la chamarrita “Un río que pasa”, único arreglo de guitarra y voz en todo el disco, y por eso especialmente disfrutable; y la conmovedora vidala “Las cosas verdaderas”.
Hasta su disco anterior, digamos, Jorge Alastra era un secreto a voces entre los interesados en la música popular uruguaya de calidad. Hoy ha rebasado esa categoría, logrando un creciente reconocimiento.
Con canciones de sus trabajos anteriores y seguramente una buena parte de las que conforman este nuevo disco, Alastra se presenta el próximo martes 9 de mayo a las 21 horas en la sala Hugo Balzo, del Sodre, en un espectáculo titulado Canciones mínimas.
- Azar. Jorge Alastra. Perro Andaluz, 2016.