Cadáveres que retoñan - Semanario Brecha
En Goes, La tierra baldía 1

Cadáveres que retoñan

La Tierra Baldia

Este texto de Iván Solarich dialoga con Terror y miseria del Tercer Reich, escrita por Bertolt Brecht entre 1935 y 1938. En esta pieza, Brecht trabaja sobre varios aspectos en torno al ascenso de Hitler en la Alemania de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. La puesta es resultado de una experimentación que el grupo Ciclón Teatro se propuso llevar a cabo junto con el director, tomando específicamente dos cuadros –La búsqueda del derecho y La mujer judía– para transmitir el terror y las injusticias acontecidas en la época del nazismo. Con ese puntapié dramático y potente, el grupo trabajó sobre la animalidad del ser humano, y el resultado es una obra con alto impacto visual. Las imágenes se multiplican en significados que giran en torno al poder destructivo y aberrante que el hombre es capaz de ejercer.

El título también se multiplica en referencias; recordemos el imponente poema del mismo nombre, escrito por Thomas S. Eliot (1922). En la escena hay un personaje que representa a una sobreviviente y expresa: «Abril es el mes más cruel, hace brotar lilas en tierra muerta, mezcla memoria y deseo, remueve lentas raíces con lluvia primaveral». Y esos versos de Eliot, que atraviesan la pieza, traen a los uruguayos referencias e imágenes asociadas a un pasado reciente no tan lejano como el Holocausto.

Solarich pone el énfasis en la dirección de actores (y logra un punto alto de la puesta con un elenco de gente muy joven) para construir personajes que rozan, en sus actitudes corporales, en sus gestos y sonidos, con seres animalizados. Tanto víctimas como victimarios se encuentran en el mismo plano, la escenografía es un espacio delimitado con un piso de tierra suelta que envuelve a los personajes mientras los alberga. Sus rostros cubiertos por el mismo barro hablan de que, en estas cuestiones de lesa humanidad, nadie sale intacto.

La tierra se asocia tanto a la vida como a la muerte. Un pasaje deLa mujer judía descubre un zapato debajo de esa tierra floja, y la escena, en ese momento, no necesita de palabras. La tierra logra una presencia escénica fuerte, es imposible escapar de ella, es la base sobre la que los personajes caminan. Pero su materialidad permite ocultar objetos y cubrir rostros, enterrar y desenterrar, generar movimientos y deslizamientos, ser apoyo para aquel que yace.

La puesta propone dos experiencias interesantes para el espectador, porque descubre un nuevo espacio escénico alejado del circuito de las salas céntricas. El montaje se realiza en Fábrica, un estudio de arquitectos ubicado en el barrio de Goes. Dividido en dos plantas, es un centro multifuncional abierto a exposiciones, puestas escénicas y eventos culturales.

La tierra baldía puede verse tanto desde la planta baja como desde el segundo piso. Eso genera distintos planos en la recepción de la obra, una exigencia en el vínculo de los actores con el público y distintos marcos en la composición de sus fuertes imágenes. La segunda novedad, muy bienvenida, es que cada función ofrece un espacio de foro con invitados especiales que dan sus impresiones sobre lo recién visto. Estas instancias, llamadas por el equipo conversatorio abierto, incorporan las miradas de invitados que vienen desde diversas áreas de actividad (no exclusivamente de las artes) y generan un ámbito de intercambio poco visto en las tablas y siempre tan necesario. Los actores, que también participan del diálogo con el público, son Alejandro Sosa, Analía Troche, Camila Sosa, Florencia González, José Lamas, María Eugenia Margalef, Valentina Gualco, Vital Menéndez.

  1. Quedan dos funciones en noviembre y las reservas pueden hacerse al 094840443.

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