En un soleado campo donde varios trabajadores se esfuerzan al sol, aparece a la distancia una –modesta– caravana de circo. Una muchacha interrumpe la labor, machete en mano, y sonríe. Aunque luego algunos detalles ubiquen la trama en una contemporaneidad no muy definida, el tono, la visualidad y los asuntos de esta película1 parecen remitir a un discurrir sin tiempo, algo que viene del pasado, pero con intenciones de seguir. El circo sin duda viene del pasado. Su público más fiel, esos habitantes de pueblos rurales, mas alejados de la frecuentación de la modernidad, para los que la llegada del circo es todo un acontecimiento en la rutina de sus vidas. Y la manera en que el actor y director Selton Mello relata su historia, el ritmo y los planos elegidos, la mansa alternancia de humor y algún trasfondo dramático pero no mucho, logrando una sensación de eterna repetición, hasta la banda sonora utilizada, sugieren que esta película podría estar ambientada en un variable pasado, o ayercito nomás.
Se parte de un lugar común: el payaso triste. Benjamín (el mismo Selton Mello, muy popular en Brasil gracias a la televisión) comparte con su padre y dueño del circo (Paulo José) el número de los payasos del circo Esperanza. Pero Benjamín tiene una especie de crisis de identidad; como prueba concreta de su existencia legal sólo cuenta con una ajada partida de nacimiento y su forma de vida y trabajo no le proporcionan lugar de residencia, es decir, no cuenta con los dos primeros requisitos exigidos a la hora de aspirar a un trabajo formal. Pero además, siente que ya no puede hacer reír, porque él no puede reír. Siguiendo vagamente los rastros de una muchacha que se le presentó después de una de sus presentaciones, Benjamín se separa por breve tiempo del circo hasta recuperar, o tener por primera vez, la certeza sobre su lugar en el mundo. Tal el argumento básico de una historia donde otros personajes, tanto miembros de la troupe –entre otros, una vehemente bailarina, un enano, una niña hija de una pareja de artistas, una anciana que envejeció en el circo– como algunos del público casual que momentáneamente mezclan sus vidas con ellos, enriquecen con tintes de road movie en tono de comedia un relato de sabor popular y sin pretensiones. Uno de los atractivos del filme es presentar números completos de la actuación circense, como desafiando a los espectadores de cine a sumergirse también en el particular encanto que sienten los asistentes directos a estos espectáculos. Quizá por esos retratos pícaros –véase toda la secuencia correspondiente al alcalde, su hijo y su señora–, tan caros a cierta tradición narrativa de ese país, y sobre todo por su desarmante sencillez, fue que El payaso conquistó el favor de la crítica y el público brasileño: 12 premios en el Cinema Brazil Grand Prize 2012, millones de espectadores y ser la representante de Brasil a los Oscar de ese año.
1. O palhaço. Brasil 2011. Dirección: Selton Mello. Reparto: Selton Mello, Paulo José, Tonico Pereira, Jackson Antunes, Teuda Bara. Guión: Selton Mello, Marcelo Vindicato.