—El amor es el tema más recurrente en la música pop. ¿Qué sentido le encontrás hoy en día a hablar de eso?
—Yo venía construyendo algo que respondía a determinados postulados, y este disco es un volantazo. Cuando saqué los dos primeros discos, las canciones hablaban de desamor, desencanto, madurez, en un plan folk-pop. Ahí creé un personaje del cual, de a poco, intenté alejarme. En este material quise dejar de lado esa responsabilidad que me autoimpuse con respecto a lo que hacía, su lugar y contexto, y dejarme llevar. Es una música menos racional, que busca cierta emoción y que hago por placer.
—En ese dejarse llevar, lo primero que te va a salir es aquello a lo que estás más habituado, por eso tal vez es tu disco más pop.
—Se habla mucho de salir de la zona de confort. Yo quise zambullir...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate