Casos orgánicos - Semanario Brecha
El discurso de derecha radical de las juventudes de Cabildo Abierto

Casos orgánicos

Aunque no son ahora los militantes orgánicos más revulsivos quienes ocupan el primer plano mediático, como las hermanas Carolina y Florencia Radaelli o el exintegrante de la Juventud Artiguista Nicolás Quintana, sus huellas en las redes y otros indicios acercan pistas ilustrativas: reivindicaciones a Videla, insultos antisemitas y homofóbicos y hasta elogios de las desapariciones forzadas de la dictadura. A través de la acción social juvenil, Cabildo Abierto también se despliega en el territorio y le disputa a la izquierda el apoyo de los sectores más desfavorecidos. En su discurso y en sus planes tácticos, se ve reflejada la impronta de las derechas radicales que crece a nivel mundial. Pero no es fácil conversar con ellos sobre esto: su comunicación pública se centraliza y se vigila a través de las autoridades del partido.

Jóvenes en un acto de Cabildo Abierto Focouy, Gastón Britos

Cada vez que estalla un escándalo frente a expresiones xenófobas, neonazis, homofóbicas o reproductoras de otros tipos de discursos de odio, Cabildo Abierto (CA) intenta desactivarlo mediante la misma estrategia: señalar que son casos aislados. Así sucedió, por ejemplo, en julio de 2019, cuando el partido tenía apenas cuatro meses de vida a nivel oficial (había sido habilitado por la Corte Electoral en marzo de ese año). En el acto de inauguración de un nuevo local, el líder de CA y actual senador, Guido Manini Ríos –entonces en plena campaña electoral–, se sacó una foto abrazado a un grupo de jóvenes, entre ellos, uno que vestía una camiseta con las consonantes de la palabra esvástica en alemán, una artimaña para evadir las leyes que impiden difundir esa simbología de extrema derecha en Alemania. Como respuesta, el partido separó al joven de sus filas y emitió un comunicado en el que rechazó «firmemente este tipo de ideología foránea que tanto daño han [sic] ocasionado a la humanidad», señalando que su «única camiseta» era la artiguista.

«Informamos que se tomarán las medidas necesarias para cerrar el paso a las personas que no estén en concordancia con nuestro sentir político y moral», remataba aquel comunicado. Sin embargo, la actividad en redes sociales y en otras plataformas de comunicación de varios de los jóvenes que forman parte de la orgánica partidaria cuestiona ese criterio. Entre los militantes jóvenes del partido se encuentra, por ejemplo, Nicolás Quintana, con un pasado en varias agrupaciones de tinte neofascista, o las hijas de Eduardo Radaelli, una de las cuales insultó públicamente a un compañero de estudio por ser judío. ¿Es que CA no logra cerrarles el paso a quienes desperdigan discursos de odio o es que no hay discordancia entre sus expresiones y el «sentir» del partido?

LA JACA

Como parte de un proceso de reorganización de la formación política, que incluyó la instalación de una mesa política, la Juventud Artiguista de Cabildo Abierto (JACA) se conformó para «revitalizar la militancia y evitar la dispersión de corrientes juveniles en distintas agrupaciones partidarias», según fuentes cabildantes citadas por Búsqueda (8-IV-21). En sus redes sociales oficiales, la JACA muestra su impulso de los «fogones artiguistas», que son ollas populares y merenderos identificados con CA. También, el 1 de mayo, el movimiento lanzó la Brigada Solidaria 19 de Junio. Dedicada a apoyar en obras de vivienda a población con carencias habitacionales, la iniciativa se asemeja, por ejemplo, a la de las brigadas del sindicato de la construcción, así como las actividades de apoyo educativo a liceales remiten a la actividad desplegada por los Gurises MPP (Movimiento de Participación Popular). La estrategia es coherente con la idea a la que adhirió el coronel (r) Enrique Montagno en la conversación divulgada por Búsqueda, cuando todavía era vocal de la Administración de los Servicios de Salud del Estado. Aunque el cabildante discrepó con las actividades de reparto de comida, resaltó el valor de disputarles votos al Partido Comunista y al MPP «donde más les duele».

Pero, detrás de ese despliegue «solidario», se cobijan ideas extremistas, no demasiado coherentes con el Decálogo del Cabildante, que en su punto octavo establece que «todos los integrantes de cualquier índole de Cabildo Abierto no podrán utilizar lenguaje que sea difamatorio, amenace o incite a la violencia de cualquier forma contra cualquier persona o grupo de personas».

¿CASOS AISLADOS?

Entre las integrantes de la JACA se encuentran Carolina y Florencia Radaelli, las hijas del teniente coronel (r) Eduardo Radaelli (de estrecha confianza de Manini Ríos y uno de sus principales articuladores políticos). En 2015, Florencia Radaelli perdió los estribos en un grupo de Facebook creado en repudio del entonces ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, quien se opuso a la extradición de su padre y otros camaradas militares por la justicia chilena. Florencia irrumpió en el grupo contrariando la convocatoria. «Porque fue el único que no quiso ser oveja de este asqueroso rebaño. Ahora ningún zurdito lo quiere… Entonces yo te quiero, Huidobro!!», lanzó la joven, de acuerdo a capturas digitales a las que accedió Brecha. Un usuario respondió diciéndole que debería «darle vergüenza» exponerse siendo «la hija de un torturador». En rigor, la condena aplicada en Chile a Eduardo Radaelli no fue por torturas, sino por asociación para delinquir y secuestro del químico chileno Eugenio Berríos, cuyos restos aparecieron semienterrados y con dos balazos en la nuca en una playa de El Pinar en 1995. «Serías el último que podría decirme algo. Porque además de zurdo y judío sos un puto come guasca […]. Sos un cagón, zurdo, judío y brisco! Sos lo peor que alguien puede ser en esta vida», espetó entonces Florencia Radaelli. El destinatario de los improperios, que, además, era su compañero en la Licenciatura en Estudios Internacionales de la Universidad ORT, hizo posteriormente sus descargos en un blog, señalando «la homofobia y el antisemitismo» con los que fue atacado.

Por su parte, Carolina Radaelli es columnista del portal digital Bajo la Lupa, uno de los principales medios difusores de teorías conspirativas sobre la pandemia de covid-19. En el variado espectro de las «nuevas derechas», las conspiraciones «globalistas» tienen un caudal importante de seguidores, cuyo mayor hito fuera de las redes es el asalto al Capitolio estadounidense por parte de los seguidores de Qanon el último verano. Desde esa perspectiva, al globalismo dominado por las elites se opone, como alternativa «antisistema», el nacionalismo, muchas veces en multiformes y escurridizas versiones extremistas (véase recuadro).

En las columnas de Carolina (bajo el nombre Despertar Literario) se expone una relativización de la gravedad de la pandemia que no se condice –por ahora– con la línea sostenida por CA. Aunque aclara que no pone en duda la «veracidad» de la existencia del virus, la joven cabildante enmarca su última publicación1 refiriéndose al libro La verdad de la pandemia: quién ha sido y por qué, de la española Cristina Martín Jiménez. La joven cuestiona al multilateralismo como «la estructura política formal del globalismo», reivindicando a Donald Trump como «dirigente antiglobalista» que «no comparte la ideología del Club Bildelberg». «Es la Tercera Guerra Mundial desarrollada en la trastienda mientras los Estados nación siguen realizando estadísticas de contagios y perdiendo terreno en la supremacía internacional», sostiene Radaelli, en el texto en el que, refiriendo los trabajos de la mencionada autora española, coloca bajo el mismo paraguas a la Escuela de Chicago y a la de Fráncfort, como «laboratorios de manipulación social […], creadas para analizar el comportamiento humano a nivel individual y colectivo y, por consiguiente, desarrollar estrategias de control total en la sociedad de masas».

Otro militante joven destacado entre los cabildantes es Nicolás Quintana, con una trayectoria de participación en distintas agrupaciones derechistas con guiños al nazismo (Caras y Caretas, 14-X-11). Quintana fue fundador en 2012 del Partido Uruguayo (que no alcanzó el mínimo de votos en las internas de 2014 para presentarse a las elecciones nacionales), desde el que luego emigró hacia una lista de Verónica Alonso en el Partido Nacional (PN). A ese tradicional partido han ido a parar más de una vez células ultranacionalistas, como el caso de la Juventud por el Resurgir Nacionalista, que fuera expulsada por el directorio blanco luego de participar en episodios de violencia callejera.

Pero los cambios de trinchera política de Quintana no terminan ahí. En las últimas elecciones, fue el tercer suplente de Daniel Peña en el Partido de la Gente, encabezado por Edgardo Novick, partido que abandonó inmediatamente después de los comicios para sumarse a CA. Quintana dijo a Brecha que actualmente no integra la JACA porque se pasó de edad (tiene 33 años), pero estuvo en sus primeras reuniones. Actualmente, el joven es un influencer con un gran caudal de seguidores en redes sociales, donde sube extensos videos en los que habla de temas políticos de actualidad con la bandera de CA de fondo (véase captura).

Aunque en sus declaraciones a este semanarioQuintana se mostró conforme con el desempeño del gobierno, sus expresiones en Facebook no lo muestran muy afín a sus excorreligionarios del PN ni a los socios colorados de la coalición, en especial en lo relativo a las temáticas de género. «Ningún inconveniente por aquí. Nada de qué preocuparse. Sigamos aplaudiendo!», ironizó el cabildante en un posteo acompañado de una foto de la sede del PN, cuando la juventud blanca había colocado banderas alusivas a la Marcha de la Diversidad en 2020. También se mostró agresivo ante la propuesta de la diputada colorada María Eugenia Roselló de impulsar una canasta menstrual.  «Todos los días sale una propuesta de estas que ni el Frente Amplio se atrevió a semejante ridículo», comentó entonces. Pero Quintana también ha cargado contra la vicepresidenta, Beatriz Argimón. «Olvidate de su cargo. Olvidate de que es mujer. Olvidate de todo. Es una persona que va donde excavan en búsqueda de los “desaparecidos” vestida de negro y lo sube en Instagram. Mientras tanto, celebra 10 mil abortos todos los años en 18 de Julio, vestida de colores. […] Se llama Beatriz Argimón. Es la vicepresidente con mi voto. Voto el mío que, a cada aparición que hace, me pesa un poco más. En 2024, espero tener una opción real, sin ser votar lo “otro” al FA [Frente Amplio], con esta persona incluida en el paquete». Otra perla de las redes de Quintana es la reivindicación de la placa colocada (y luego retirada) en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia en homenaje a Víctor Castiglioni (véase captura).

Pero las juventudes cabildantes se despliegan también por el interior del país. Por ejemplo, una joven menor de edad, que ha sido vocera oficial de la JACA de Cerro Largo en medios de comunicación locales y se ha reunido con Manini y los diputados Rodrigo Albernaz, Elsa Capillera e Inés Monzillo en el Parlamento, publica en Twitter «bromas» como esta: «“Zurdo que se duerme se lo lleva el Falcon verde”. El tío Videla», acompañada de fotos del modelo de auto que simboliza la represión militar y el terrorismo de Estado en Argentina. «No fueron 30.000 ni tampoco inocentes, pero ojalá hubiesen sido más!», dice otra publicación (véase captura). La joven comparte fotos del dictador argentino Jorge Videla y mensajes homofóbicos, tiene a Trump y Bolsonaro en su portada y reivindica el libre porte de armas. Además de su actividad en redes, ha escrito en el portal salteño El Centro es el Interior, cuyo referente es el cuñado de Albernaz, Carlos Sánchez Bignone, un funcionario del Ministerio del Interior que tiene un pase en comisión para trabajar con el diputado salteño en el Parlamento.

La JACA ha llevado adelante actividades en el Palacio Legislativo y sus militantes políticos más revulsivos han mantenido reiteradas reuniones con la primera plana dirigencial, por lo cual no sería consistente afirmar que son casos aislados. A este variopinto paisaje juvenil no se le permite hablar directamente con la prensa, lo que marca una diferencia importante respecto a las juventudes de otros partidos. El presidente de la JACA, Tomás Saranovich (véase recuadro), declinó hablar con Brecha para esta nota, para luego derivar hacia el responsable de prensa de CA, Marcos Methol, para preguntas sobre la organización. Methol dijo que Saranovich está abocado a la actividad social de la JACA y prefirió tomarse más tiempo para organizar un diálogo con los jóvenes que, según dijo, aún no han dado entrevistas. En cuanto a sus actividades en redes, afirmó no haber recibido «ninguna queja». «Desde ya que si hay alguna expresión de odio o algo que vaya en contra de nuestro código de conducta es algo que rechazamos», sostuvo Methol.

1. Disponible en https://bajolalupa.uy/todo-bajo-control/.

La correa es corta

«Hablen con Manini»

«Sí, ya me enteré. Si quieren saber de eso, hablen con Manini.» Esa fue la respuesta del coronel (r) Hugo Arce, secretario personal de Guido Manini en el Parlamento, ante una consulta telefónica en la que Brecha planteó su interés en hablar sobre la Juventud Artiguista de Cabildo Abierto (JACA). Arce es identificado como uno de los articuladores del partido con la Juventud, y ya había sido puesto en conocimiento de la inquietud de Brecha por otros militantes consultados. Antes de cortar intempestivamente la comunicación, dijo no tener «nada que ver con JACA».

Arce parece ser un hombre de pocas palabras. En 2009, cuando estaba a cargo del Grupo de Artillería N.º 3 de Paso de los Toros, el exmilitar fue denunciado penalmente por insultar en una cancha de fútbol a la parcialidad rival del Club Libertad, del que era dirigente. En ese altercado debió ser escoltado por la Policía hasta la salida del estadio, donde lo esperaba un vehículo de la unidad militar en la que reportaba (véase La República, 7-IX-09).

Más acá en el tiempo, en diciembre de 2020, y ya en funciones como secretario de Manini, Arce fue denunciado por el entonces coordinador político de la zona litoral norte de Cabildo Abierto, Rubén Ribeiro Luna, por haber atacado a su correligionario a golpes de puño en plena oficina parlamentaria. Esa denuncia fue retirada por Ribeiro el día previo a que la fiscalía interrogara a los testigos propuestos.

El discreto encanto de la «derecha alternativa»

Constelaciones gelatinosas

Las incursiones de la militancia juvenil de Cabildo Abierto (CA) pueden inscribirse en esas «constelaciones de fronteras difusas», al decir del investigador Pablo Stefanoni, representadas hoy en variadas zonas del globo por las llamadas derechas alternativas, esas que pretenden captar la rebeldía social que los progresismos pierden en el camino. Son «derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse», analiza el autor de ¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio),1 a expensas de un clima que Stefanoni compara con el de los años veinte y treinta del siglo pasado. Apoya su afirmación en la mirada del historiador Zeev Sternhell, quien en 2006 no solo entendía el fascismo como una contrarrevolución, sino como una revolución alternativa a la que promovía el marxismo, en términos de disputa por la capacidad de construir «futuros posibles y deseables».

Son las denominadas derechas alternativas las que vienen jugando la «carta radical», marcando el terreno mediático del siglo XXI a fuerza de «discusiones contra las elites, el establishment político y el sistema», apunta el también jefe de redacción de la publicación Nueva Sociedad. Muchas de estas derechas diversas se propagan como subculturas online, incluso en las catacumbas de la deep web, al modo de «cristianos» cavernarios, esta vez amenazados por la «policía del pensamiento» progresista o la «dictadura de lo “políticamente correcto”». En su trabajo, Stefanoni desmenuza esta variopinta galaxia por la que desfilan desde Marine Le Pen hasta Steve Bannon; personajes excéntricos, cínicos libertarians, como el economista argentino Javier Milei, o influencers que popularizaron el eslogan «ideología de género», como el también argentino Agustín Laje; partidos y movimientos reivindicadores de las tradiciones originales, como Vox, el Tea Party o Alternativa para Alemania. No faltan tampoco el desarrollo de corrientes como el «homonacionalismo» (una extrema derecha gay-friendly que canaliza los pujos islamofóbicos en distintas sociedades) ni una suerte de «ecofascismo» (que aboga por la vuelta a una arcadia con una nueva civilización ecológica en la que se revalorizan las especies animales y vegetales, pero no así los migrantes ni los refugiados).

Stefanoni advierte que es necesario no otorgarle una «excesiva coherencia» a esta pléyade de ideas, que componen la heterodoxia de un pensamiento disperso, calificado con diversas etiquetas: alt-right, extrema derecha 2.0, posfascismo o populismo de derecha. Es dificultoso delimitarlo de una vez y para siempre porque precisamente lo alternativo consiste en generar «articulaciones imprevistas y novedosas, romper viejos clivajes, desarmar y rearmar paquetes ideológicos preexistentes y dar lugar a nuevas heterodoxias». En todo caso, es también una constelación política que hace del «etnonacionalismo su marca de fábrica» y que se hace escurridiza, no solo para izquierdas –a menudo inermes en la imaginación de nuevos futuros posibles–, sino también para un «cosmopolitismo neoliberal», siempre preocupado por salvaguardar la circulación global del capital. En este «antiprogresismo» de nuevo tipo, en Argentina, el investigador inscribe la agenda del «movimiento celeste» provida, la denuncia del «curro de los derechos humanos» o la defensa del gatillo fácil, bautizada recientemente como «doctrina Chocobar». Está claro que por esos mismos andariveles variopintos transita el partido CA y también sus referentes juveniles, con la utilización de signos antisistema, que, para el autor, pueden ser atractivos tanto para abstencionistas desmotivados con el consenso de la centroizquierda y la centroderecha como para adolescentes ávidos de escuchar «otras campanas».

  1. Publicado por Siglo XXI Editores este año. Véase, a propósito, «Cartografía de la derecha “antisistema”» (Brecha, 28-V-21), una entrevista de Daniel Gatti al autor.

El presidente de la JACA

¿Por la senda rojiparda?

Tomás Saranovich es presentado como el actual presidente de la Juventud Artiguista de Cabildo Abierto (JACA) –por lo menos, así lo informa, en un diálogo con cuentagotas, Marcos Methol–. Autopresentado como «analista en relaciones internacionales», se encarga de las páginas de Mundo y Región del semanario que hoy oficia de plataforma ideológica de Cabildo Abierto, La Mañana, pero hace cinco años atrás desarrollaba enfoques similares en La Red 21, un portal de la familia Fasano.

Sus enfoques en ambos medios parecen recoger una mirada nacionalista, soberanista, muy crítica con la hegemonía de la Unión Europea y con un «globalismo» arrollador que impone agendas importadas y ajenas a un eventual sentir popular. En el portal más progresista en el que escribía en 2015, se preocupaba por el «colonialismo mental» impuesto por los grandes medios extranjeros, que valoriza más a los muertos de Charlie Hebdo que a los del Tercer Mundo, o por el «Judas Iscariote» o «Santo Órgano de la Usura» que encarnaría el Fondo Monetario Internacional. Ahora, semana a semana, desgrana, con pluma eficiente, las coincidencias en torno a los valores profamilia de los dos candidatos de las últimas elecciones peruanas o la consolidación de la reforma constitucional de Viktor Orbán en Hungría, que protege a la institución del matrimonio como la asociación entre un hombre y una mujer; el intento fracasado de crear una superliga de fútbol en Europa, o la política expansionista del gasto del presidente del Consejo de Ministros italiano, Mario Draghi (en un gobierno «de unidad nacional que integra izquierda y derecha»).

En sus redes sociales, difunde las tareas sociales de la JACA, muestra cierta preocupación por temas ambientales –no sin advertir sobre el peligro de adherir a un «colonialismo verde»– y ofrece loas a Josip Broz, el mariscal Tito, artífice de la segunda Yugoslavia plurinacional y socialista, equilibrista entre los dos bloques de la Guerra Fría y promotor del Movimiento de Países No Alineados. A propósito de estos discursos que empiezan a aflorar en diversos países y que, grosso modo, parecieran seguir, en palabras de Steven Forti,1 el lema «valores de derecha, ideas de izquierda», cierta intelectualidad ha percibido un aroma similar al de la tradición «rojiparda». Se trata de conformaciones complejas que suelen recubrir ropajes de extrema derecha e incluso fascistas con una retórica de izquierda o proletaria (tampoco algo completamente nuevo). Es una sensibilidad que aprovecha «el actual estado de confusión en las izquierdas», apunta Forti, para llegarle a la clase trabajadora con una simbología soberanista o nacionalista, al considerar que haría falta una «izquierda que reivindique la patria y la nación» y no compre las recetas de un presunto «nuevo orden mundial». Forti analiza este fenómeno, que parece comenzar a hacerse también visible en Uruguay, con cautela y llama a no magnificarlo, pero tampoco subestimarlo.

Integrantes de la Juventud Artiguista de Cabildo Abierto junto al líder del partido, Guido Manini Ríos

1. En «Los rojipardos: ¿Mito o realidad?», Nueva Sociedad, julio-agosto de 2020.

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