Cazadores de fantasmas - Semanario Brecha

Cazadores de fantasmas

La mayor virtud de Price –autor de nueve novelas y también guionista de Martin Scorsese en El color del dinero (1986) y “Apuntes al natural” (1989, segmento del filme colectivo Historias de Nueva York), así como en la exitosa serie The Wire– consiste en entrelazar el police procedural y la novela costumbrista de personajes.

Aunque a priori los nexos posibles entre Moby Dick, de Herman Melville, y Los impunes, la última novela de Richard Price, pueden resultar improbables, con el correr de las páginas la relación entre ambas obras se hace evidente. Las grandes historias de la literatura se repiten más allá del tiempo y de los géneros; por eso el relato de la búsqueda obsesiva de Ahab que trazó Melville es perfectamente extrapolable, 165 años después, al de Billy Graves, el héroe contemporáneo de Price. La primera pista, como en los mejores policiales, está ante nuestros ojos pero pasa inadvertida hasta bien avanzada la lectura: el título original de Los impunes es The Whites, una doble referencia, primero a la blancura de la ballena de Melville (cuyo título original, por otra parte, es The Whale), y segundo, en la jerga policial, a aquellos criminales que por esas vicisitudes de la ley lograron escapar impunes. Es en ese doble sentido que se construye justamente toda la novela: entre las historias personales de un grupo de policías obsesionados por criminales que andan sueltos, y las madrugadas de trabajo en las calles de una Nueva York donde “incluso las bestias más pardas perdían el fuelle y se internaban dando tumbos en el olvido”. La novela recorre todo el arco del crimen: desde el victimario hasta la víctima, pasando por los investigadores y sus familias, todos de alguna u otra forma vinculados al proceso.

La mayor virtud de Price –autor de nueve novelas y también guionista de Martin Scorsese en El color del dinero (1986) y “Apuntes al natural” (1989, segmento del filme colectivo Historias de Nueva York), así como en la reciente Crímenes ocultos (2015, Daniel Espinosa) y en la exitosa serie The Wire– consiste en entrelazar el police procedural y la novela costumbrista de personajes. El resultado, en sus mejores momentos, es una novela policial que se interna con acierto en el alma humana. Todos, desde el protagonista Graves hasta el temible psicópata Milton Ramos, que se yergue silenciosamente en paralelo entre capítulo y capítulo, tienen profundidad psicológica, sufren el día a día, cargan con un pasado que los persigue y al que, como escaparse no es una opción, buscan para intentar matar. Graves, como sus compañeros de brigada, tiene su propio fantasma: el de un niño de 10 años al que disparó por error y que le costó un matrimonio; Ramos, que acecha hasta acercarse de manera inquietante a la vida del protagonista, también tiene sus motivos. Así, Graves y Ramos, protagonista y antagonista, acaban empatados, son tanto víctimas como victimarios, aunque de naturaleza opuesta. La novela los presenta de modo tal que es posible entenderlos y hasta, por qué no, empatizar con ambos. Price dibuja en Graves a un héroe terrenal, un policía que busca la justicia a cualquier precio (incluso cuando éste implica salirse de los márgenes permitidos) y al mismo tiempo un padre de familia que tiene que atender a los quehaceres de la casa. Misma fórmula para Ramos, aunque en el extremo opuesto; un hombre sufrido a la vez que un meticuloso stalker de la familia Graves.

Los impunes es implacable como policial duro e irregular cuando se aleja del género para internarse en la vida familiar de Graves y mostrar la relación con su esposa, los problemas escolares de sus hijos o el vaivén de su padre senil, porque tanto sus personajes como sus conflictos –por fuera de lo meramente detectivesco– son por lo general bastante corrientes cuando se los aleja de lo puramente criminal. Hacia la segunda parte de la novela el pasado se hace presente del todo, lo policial invade lo familiar y el dilema moral de moverse o no al margen de la ley para alcanzar una solución se vuelve urgencia.

El gran desafío de Price es lidiar con los lugares comunes. Los crímenes sin resolver, los límites de la ley, los problemas del pasado, la amenaza a la familia, incluso la ciudad de Nueva York, todos los grandes temas de Los impunes han sido recorridos muchas veces antes en el género policial pero su autor los aborda casi siempre desde lugares novedosos y, cuando no, lo salvan diálogos fluidos o descripciones barriales precisas. Probablemente el éxito de Price como guionista se deba a su capacidad para construir diálogos naturales que a un tiempo descubren a los personajes y su entorno, capaces de compenetrarse con la gravedad del asunto y de soltar humor negro en medio de un interrogatorio. En paralelo, Los impunes logra trasmitir el lado más callejero e indeseable de lo nocturno de una gran ciudad, lo poco heroica que puede resultar la vida de un funcionario policial que se pasa toda la noche a bordo del móvil a la espera de que el desastre explote del todo (o, peor, que siga como está) hasta que por fin salga el sol y sea hora de ir a acostarse porque terminó el turno.

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