Una ciudad «del futuro y de la libertad». Un espacio cerrado donde se cultivará la «cultura emprendedora» y habrá lugar para «jóvenes de todas las edades». Una ciudad «entremezclada con la naturaleza», sostenible y «respetuosa del medio ambiente»; en la que «más del 50 por ciento del terreno tendrá árboles y jardines», y donde los edificios de más del 80 por ciento de la zona urbanizada no superarán la altura de cinco pisos. Los «mascolonos» –que así será el gentilicio de sus hipotéticos habitantes– podrán participar de la gobernanza a través del mecanismo de blockchains, y disfrutar de la armonía entre la tecnología y la vida silvestre. Todo esto, que hasta hace poco solo estaba en la frondosa imaginación de un grupo de adinerados empresarios argentinos, ahora forma parte de un proyecto o...
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