Estas son fechas en que sucede la magia de los Juegos Olímpicos y, según nuestra idiosincrasia, elegimos entre sucumbir a la belleza de la gimnasia femenina o a la emoción de la velocidad y los combates; todos, creo, nos conmovemos con el drama de los perdedores, ese capítulo agudamente humano de la competencia. Los uruguayos no tenemos mayor expectativa de medallas, aunque celebremos a nuestros atletas; 15 este año –y todos en deportes individuales– están en Río.
El clima invita a creer un poquito más en las personas y hace oportuno rescatar una reciente victoria protagonizada por un grupo de muchachas que en la mejor tradición épica oriental, y contra todo cálculo, representaron a Uruguay en hándbol en España y volvieron a casa con el título de campeonas mundiales. Ocurrió en julio, pero casi nadie lo sabe, porque el hándbol juega solo y no tiene ningún apoyo en este país. Yo lo sé porque una de ellas, Valeria Martínez, es mi vecina y le he comprado un número de la rifa que les permite competir. A cada cuota yo protestaba: “¿Cómo? ¿No gané? Entonces tenés que traer la copa”. Trajo dos.
Las jóvenes uruguayas –categoría júnior– jugaron en el estadio Palau d’Esports de Granollers, que se construyó cuando los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los primeros días de julio. Debutaron ganando por dos tantos contra las favoritas (que eran las locales), el segundo día ya jugaron tres partidos y, ante el asombro propio y ajeno, siguieron ganando y ganando. La final fue emocionante, al estilo sufrido uruguayo: ganaron por un gol, por un penal en la hora. “Pitó el juez, lo tiró Carolina Charlo, la pelota entró y éramos campeonas –me instruye Valeria–. Además, Camila Vázquez fue nombrada mejor jugadora del campeonato.” Así se impusieron a equipos de Noruega, Dinamarca, Marruecos, Centroamérica, Corea, España y Japón.
Existe una leyenda que muchos dicen cierta, de que el hándbol o balonmano se inventó en Uruguay, y esa primacía se les disputó en 1926 a los alemanes. Si así fue, hoy está lejos de serlo, y gran parte de la emoción de esta victoria viene de que vencieron a jugadoras profesionales a quienes se les paga por competir, cuando aquí hay que pagar para jugar. Últimamente, sin embargo, el ala femenina del deporte está destacándose internacionalmente. En 2015, en Toronto, las “mayores” se trajeron el bronce, y hay competidoras uruguayas jugando profesionalmente en el extranjero.
“Es difícil llegar a un nivel así sin apoyo y en un país de 3 millones de habitantes donde este deporte casi no se conoce.” A Valeria la descubrieron por casualidad en una cancha del Faro de Punta Carretas cuando acompañaba a una amiga y se unió al juego. Así entró a Aebu, el equipo con el que viajó representando a Uruguay. Para compatibilizar el deporte con el estudio dejó con esfuerzo la Escuela de Música, pero no está arrepentida. “Es mi pasión ahora. Es un juego que tiene todo, es muy rápido, muy táctico y muy de contacto. Lo que se juega en los liceos no da idea de lo que es jugarlo en la cancha verdadera.” Valeria es puntera derecha pero asegura que parte de la pasión del juego está en la amistad que une al equipo: “Después de años de compartir todo, son mis hermanas”, dice. Ahora están jugando el Federal, ya le ganaron a Malvín, y este domingo esperan salir campeonas