Ella, nacida en Montevideo, descubrió el candombe en San Pablo, y él, que estaba allá, la descubrió a ella. La cantante y compositora uruguaya Luana Baptista y el músico brasileño Guilherme “Gui” Augusto, presentan mañana su primer disco¹ de canciones con luz de hogar.
—¿Qué senderos musicales transitó cada uno antes de conocerse?
L B —Viví en Costa Rica de los 14 a los 24 años, donde cantaba para turistas en cruceros, hoteles y restaurantes, básicamente jazz y blues. Llegó un momento en que sentí la necesidad de hacer canciones propias –incluso llegué a grabar un disco, La niña del futuro–, y de formarme musicalmente, cosa que en Costa Rica era muy difícil. Decidí mudarme a Brasil, donde gracias a que mi padre es brasileño tengo la ciudadanía y puedo trabajar tranquila, porque me parecía un país atrapante por su riqueza musical y su mestizaje cultural. No me decepcionó, Brasil fue un antes y un después en mi bagaje artístico.
—¿Qué te aportó?
—Para empezar, el asombro ante su universo de percusión instrumental y corporal.
—Es raro oír a una uruguaya asombrándose con tambores ajenos…
—Es que viví en Montevideo hasta los 10 años, período corto como para generar identidad con el candombe. Vine a conocerlo, paradójicamente, cuando a poco de llegar a San Pablo me integré a una comparsa de uruguayos que vivían allá, y aprendí a tocarlo. Brasil me cambió la cabeza y me reconectó con una identidad musical de dimensiones regionales.
—¿Por qué te fuiste a Costa Rica?
—La crisis de 2002 dejó sin trabajo a mi madre y en Costa Rica vivía una tía; nos fuimos ambas.
—Sin tu padre.
—Mi padre vive en Florianópolis.
—¿Tu camino musical, Guilherme?
G A —Comencé a tocar guitarra y cavaquinho con mi hermano, a los 11 años, y lo acompañaba a interpretar choros. En la adolescencia incorporé rock, funk, y arranqué con el bajo y la batería en la clásica bandita juvenil que formamos. A los 18 años conocí a Hermeto Pascoal, sentí que dentro de mí tenía algo de esa música y quise aprender a sacarla. Ahí fui a la escuela-conservatorio de música, donde conocí a Luana, y también cursé la facultad de música. En la escuela hice dos años de piano popular y varios de clarinete y clarone (clarinete bajo), etapa que me ayudó a recuperar relaciones con la guitarra y a buscarle arreglos y composiciones. También tomé clases de canto coral y armonía, mientras tocaba clarinete en una big band.
—En las clases de canto conociste a Luana.
—Sí, y la llevé a grupos de percusión que yo integraba, e integro, motivado por los ritmos afrobrasileños que conocí en la escuela y transcribí para estudiarlos. Y frecuentaba rituales de música afro para imbuirme del ritmo de sus atabaques.
—Escuché algunas canciones del disco y la percusión casi no aparece; predomina lo melódico, el aire de balada.
L B —Es correcta tu impresión, porque es un disco de canciones, no de fusión. Canciones surgidas de nuestra convivencia musical y amorosa, que grabamos en nuestra casa, con participación de amigos y en un ambiente familiar. La percusión hace parte de algo que venimos experimentando juntos y separados, y siempre está, pero este disco está hecho con palabras y sonidos que fue trayendo la vida compartida. Afinando el oído podés identificar, igual, en la base de algunos temas, una chacarera, un maracatú.
—¿Lo grabaron en su casa?
—Sí, nuestro hogar se llama Casa Lumieiro y además de vivir allí, lo abrimos a saraos, encuentros de poesía y música. Queríamos elaborar el disco en esa atmósfera familiar, serena, tan adecuada a estas canciones dirigidas al corazón de las personas, y a la necesidad que tenemos todos de sanar de algunas cuestiones de este mundo. No hicimos nada muy distinto a lo que hacían los Beatles o Led Zeppelin en los setenta, cuando se juntaban a grabar en azoteas o ambientes domésticos. La grabación fue producto de un proceso de inmersión que duró cinco días, durante los cuales no salimos de nuestra casa, y compartimos la tarea con el ingeniero de sonido Elísio Freitas y artistas invitados, como la mozambiqueña Lenna Bahule, Luiz Gabriel Lopes, Flavio Tris y Ed Woiski.
—Fue un producto financiado con aportes solidarios.
G A —Sí, hicimos un financiamiento colectivo, mediante una página web, donde cada aporte recibía una recompensa que iba desde entradas para nuestros recitales hasta derecho a acceder libremente a talleres que damos. Esto nos permitió, además de lanzar el disco en plataformas digitales, tenerlo físicamente, porque nos seduce como objeto artístico.
—¿Significado de la palabra Lume, que titula la placa?
L B —Chispa.
- Lume. Primer trabajo discográfico de Luana Baptista y Gui Augusto, producido en Casa Lumieiro, de San Pablo, con dirección de Elísio Freitas y participación de los músicos Lenna Bahule, Luiz Gabriel Lopes, Flavio Tris y Ed Woiski. El dúo presenta esta placa mañana sábado 2 de junio en la sala Camacuá, de Aebu, a la hora 21, acompañado por los músicos uruguayos Marcos Expósito, Gastón Reggio y Diego Cotelo; la producción y prensa es de Patricia Moreno.