El último episodio de la saga de Alejandro Astesiano es excepcionalmente grave y es, a la vez, perfectamente asimilable a otros que se conocieron anteriormente. Se reiteran los personajes, sus relaciones y sus objetivos. Una vez más, quedan a la vista los operativos articulados con las altas esferas policiales para fines absolutamente ajenos a la seguridad presidencial. Una vez más, están también el uso discrecional de recursos del Estado, el espionaje a rivales políticos, el trasiego por vías informales de información reservada. Y también la supervisión del presidente Luis Lacalle Pou.
Entre los chats del exjefe del Servicio de Seguridad Presidencial ya habían surgido casos similares. Como ejemplos podrían citarse las averiguaciones sobre un viaje de la exesposa del presidente o la circul...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate