Espectros. Un drama familiar, de Henrik Ibsen, dirigida por Fernando Alonso, inaugurará hoy esta nueva edición del Montevideo de las Artes en el Centro Cultural Florencio Sánchez. Al mismo tiempo, Flor nueva de antiguas risas, de Roberto Fontanarrosa, dirigida por Jorge Bolani y Eduardo Cervieri, lo hará en la Zavala Muniz. Así comienza este festival organizado por el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo (IM), en coordinación con la Sociedad Uruguaya de Actores (Sua) y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (Futi). Héctor Guido fue uno de sus impulsores desde la Dirección de Cultura de la IM durante la anterior administración: “Montevideo de las Artes es resultado del Programa Fortalecimiento de las Artes (Pfa), implementado en 2012. Se trata de fortalecer la producción artística para ponerla a disposición del ciudadano, destinatario final de cualquier política pública. Luego de contemplar la prioridad de descentralizar las funciones teatrales, se instrumentó un primer Festival de las Artes en el mes de enero. Tuvo una gran aceptación de público y era muy necesario para Montevideo en ese mes tan particular, donde tenemos muy poca oferta de espectáculos y una masiva visita de gente del Interior y del exterior. Así se completaba nuestro sistema: apoyamos a los artistas, contábamos con espectáculos para llevar a los barrios y organizábamos un festival para dinamizar nuestra ciudad en verano”. Carlos Viana, actual coordinador general del Pfa, señala algunos cambios que se han incorporado al plan y al festival a partir de la primera edición: “Por primera vez se realiza en dos salas simultáneas, una de ellas descentralizada. Incorporar al Florencio Sánchez es una apuesta que va en coincidencia con las políticas culturales del Departamento de Cultura de la IM, el Sua y la Futi. En este festival, además de participar distintas obras que fueron seleccionadas por el Pfa en llamados anteriores, también hay obras de instituciones como El Galpón, el Circular y Espacio Palermo. De manera especial fueron invitadas cuatro obras de Maldonado que vienen a presentarse en memoria y como homenaje a María Emma Núñez, actriz, directora y comprometida militante de la cultura que falleció en 2016. Dos de las obras fueron dirigidas por ella. Otra novedad es que se dispondrá de un ómnibus gratuito para el traslado, ida y vuelta, desde la puerta de la Sala Verdi hasta el teatro en el Cerro. El ómnibus saldrá a la hora 20. Esto posibilita compartir el viaje con otros, presenciar la función y luego volver aprovechando ese tiempo para intercambiar opiniones sobre las obras vistas”.
Otro cambio es el precio de las entradas en la sala Zavala Muniz. “En su comienzo el festival era gratuito –señala Viana–, y se implementó desde el año pasado el cobro de una entrada muy popular. Por el programa, la sala descentralizada sigue siendo gratuita. La experiencia mostró que el festival siguió siendo un éxito y que al tener su ubicación anticipada el púbico se liberó de las enormes colas que se instalaban en la puerta del teatro durante horas para ingresar de manera gratuita. Si bien hacemos un festival para la difusión del teatro y del programa, interesa que también concurra un público que no está muy acostumbrado a ir a ver espectáculos y que con esta propuesta tenga la posibilidad de acceder a ver teatro y a la vez que se acostumbre a pagar por ver el trabajo de los actores.”
Como todo festival, tiene una estrategia interna relacionada con las zonas en las cuales quiere estimular concurrencia teatral y fomentar hábitos. A propósito de esto Guido agrega que “permite que los artistas vean el trabajo de los colegas y el contribuyente adquiere el derecho de acceder a lo que paga. En el caso del Florencio Sánchez, se convierte en una movida barrial fantástica”. También contribuye al desarrollo teatral en la sociedad. En opinión de Viana “es una posibilidad única para el encuentro de artistas y espectadores. Esa cabalgata diaria de espectáculos y de renovación de públicos logra integrar en una acción artística a los distintos grupos que participan de una misma propuesta en la misma sala. Un festival es una fiesta para todos, en donde pueden convivir públicos heterogéneos ya que normalmente se acerca todo tipo de espectadores, curiosos y expectantes de ver de qué se trata. Esa variación logra una conjunción que enriquece la sensibilidad, la razón y la convivencia. No existe fórmula, receta o pócima mágica que logre cambiar y mejorar la vida de alguien. Pero el arte es una aproximación, el teatro es una herramienta, un cincel que logra esculpir el alma. Es responsabilidad de quienes manejan los dineros públicos trabajar para mejorar la vida de todos, hacer que todos tengan acceso a los bienes culturales y que esto sirva para mejorar su día a día”.
GENTE EN OBRA. Hacer Fontanarrosa en el Uruguay de hoy “habilita el territorio del humor”, explican Paola Venditto y Jorge Bolani, integrantes del elenco de Flor nueva de antiguas risas. “Este es un punto de partida que los hacedores de teatro valoramos especialmente. Los espectadores se identifican rápidamente con modos de vida, costumbres, hipocresías y un sentido del absurdo que cuestiona y desnuda nuestro modus vivendi, con un particular acento en lo que podríamos llamar ‘lo rioplatense’.” Cuestiones como “el machismo, los prejuicios, la amistad, las relaciones de pareja” dialogan con nuestra idiosincrasia. Por eso, que la obra de Fontanarrosa participe en el contexto de este festival “es gratificante. Se comparte un espacio artístico donde confluyen propuestas diversas tanto en lo autoral como en las temáticas. Es importante que desde las esferas estatales se estimule la concurrencia masiva de un público que en un lapso relativamente breve tiene la oportunidad de presenciar un espectro amplio de productos artísticos.”
Por su parte, Cocinando con Elisa “impacta y hace reflexionar”, dice Gerardo Begérez, su director. “En su trama subyacen componentes que reflexionan sobre nuestro pasado reciente” (la apropiación de niños durante la última dictadura militar). Nos representa porque sus personajes “los podemos encontrar en muchos rincones de nuestro campo, donde los peones rurales aún hoy sufren hostigamiento, malos pagos y cierta explotación. Si bien la legislación ha ayudado a mejorar la situación rural, falta mucho por hacer desde el Estado. La brecha entre clases sociales es cada vez más notoria, y esa diferencia es insalvable. Cocinando… habla de esas diferencias”.
Respecto de No se elige ser un héroe, su director, Eduardo Cervieri, dice que “es, sin duda, ese disparador de emociones y reflexiones que se prolongan más allá del apagón final”. “La relación amor-odio de cinco hermanos provoca una reacción de círculos concéntricos que nos hace transitar otros territorios: la moral, las ideologías o la carencia de ellas, el poder de los medios y las empresas multinacionales. El autor gusta definirlo como un ‘drama cómico’ que inevitablemente conduce al efecto espejo.”
Por su parte, Snorkel “ya participó en una edición anterior y fue una experiencia genial”, cuenta Federico Guerra, director del espectáculo. “En un festival la importancia social pasa por abarcar al mayor público posible por medio de una oferta diversa. Este tipo de festivales en esta época del año son algo muy necesario para Montevideo.” Sobre los espacios de reflexión que genera Snorkel prefiere “no predisponer” aunque bosqueja que “es una obra que no intelectualiza los temas que toca ni los muestra digeridos”, a pesar de “que hay una línea trazada. Es una especie de anecdotario de la desgracia. Muestra la parte más gris de Montevideo, no sólo por los temas droga, alcohol, abuso, sino por la desesperanza de los personajes que están en ese limbo; estancados, a la misma distancia de hundirse que de salir a flote, con la nariz sumergida y respirando por un tubo… El uruguayo no es solamente ese ser que toma mate en la rambla tranquilo mientras la vida le pasa por delante. Esa es una hermosa postal, pero está lleno de rincones ruidosos por descubrir”.