Déjà vu - Semanario Brecha
La privatización del agua1

Déjà vu

En los últimos días, salió a la luz un proyecto denominado Neptuno, presentado por un consorcio formado por tres grandes grupos económicos –Saceem, Berkes y Fast–, con el fin de suministrar de agua potable a la ciudad de Montevideo y su área metropolitana. La idea de este grupo es hacer una toma en el Río de la Plata en Arazatí, 80 quilómetros hacia el oeste de Montevideo.

Esta iniciativa privada se enmarca en la ley 17.555, de 2002, que permite a empresas privadas proponer obras públicas, permitiéndoles algunas ventajas a la hora de una licitación o, incluso, la asignación directa en algunos casos. Aún no se conoce del proyecto en concreto más que algunas ideas generales, pero, por sus dimensiones, es posible que abarque la obra y la operación de la planta.

Hay bastante experiencia internacional y regional sobre los problemas de dejar en manos privadas las operaciones de producción y distribución de agua potable y saneamiento. La década del 90 es clave para comprender los nefastos resultados a nivel global de los procesos de privatización, que tuvieron como respuesta una importante oleada de movimientos sociales en defensa de este recurso esencial para la vida. Nuestro país no fue ajeno a ello. La reforma del artículo 47 de la Constitución fue un mojón muy relevante en esta lucha, que, como es sabido, no terminó ni terminará allí.2

Pero no sólo el pasado reciente es importante para aprender y actuar, y, aunque nos olvidamos fácilmente, hay una vasta experiencia en nuestro país para pensarnos hoy. De hecho, el servicio de agua potable en Uruguay pasó más tiempo en manos privadas que en las del Estado. En 1871, la capital comenzó a tener agua luego de que el proyecto de Enrique Fynn,3 asociado con los argentinos Lezica y Lanús, empezó a traerla del Santa Lucía, a la altura donde hoy está Aguas Corrientes. Era traída en estado natural y sólo se dejaba decantar en depósitos. En 1879, esta empresa fue vendida a la británica The Montevideo Waterworks Ltda., que brindó el servicio hasta la estatización, en 1952. Los trabajos de Danilo Ríos y de Magdalena Bertino y su equipo4 muestran el pasado de discusiones y percepciones que perduran hasta nuestros días, en particular respecto a la calidad del agua y a cómo y quién debe brindar el servicio.

La historia del agua a lo largo de los 70 años en que el servicio estuvo en manos privadas permite ver cómo la racionalidad de los intereses privados impide una adecuada provisión de este elemento esencial para la vida. La concesión privada en Montevideo generó varios problemas. Las investigaciones mencionadas muestran vastas disconformidades en relación con la calidad del agua, las interrupciones del servicio y los elevados costos de las tarifas, punto muy importante para comprender la falta de cobertura en la ciudad en ese momento. Todas estas carencias están asociadas a la racionalidad de la búsqueda de ganancias, que se traduce en pocas inversiones y tarifas elevadas. De hecho, Ríos narra situaciones que evidencian que las inversiones se hicieron luego de ocurridos eventos nefastos que alarmaron a la población.5

A su vez, todos esos años de privatización dejaron secuelas importantes en el suministro que perduran hasta hoy. La principal toma de agua de Montevideo sigue siendo la misma que planificó Fynn en 1869. Este punto contaba con el caudal, las pendientes y la cercanía suficientes para hacer rentable el negocio. Pero al poco tiempo de estar en funcionamiento ya se pudo notar que la calidad del agua tenía sus problemas. Al estar la toma en la cuenca baja del Santa Lucía, próxima a la desembocadura con el Río de la Plata, suele tener niveles altos de salinidad en algunos momentos del año. A su vez, arrastra sedimentos de aguas arriba, haciéndola turbia y con excesivos materiales orgánicos. Pero lo más importante es que, al estar por debajo de la desembocadura del arroyo Canelón Grande, con el crecimiento de las actividades agrícolas de la ciudad de Canelones, ya a fines del siglo XIX se registró la aparición de bacterias tóxicas ocasionadas por la eutrofizacióndel agua, debido al exceso de fósforo y nitrógeno.6 La empresa inglesa fue presionada en varias ocasiones para cambiar la toma río arriba, pero, debido a los costos que le generaba hacerlo, jamás se concretó.

A medida que ocurrían eventos que atemorizaban a la población y ponían en dudas el servicio, la empresa invertía en mejoras en la potabilización y luego las trasladaba a los precios. Entre 1929 y 1930, se realizaron grandes obras de infraestructura en Aguas Corrientes: se instaló un laboratorio, se hizo un embalse y una represa, y se construyó la tercera línea de bombeo.7 Este tipo de inversiones iba haciendo que los costos de cambiar de lugar la toma fueran cada vez mayores.

Tal vez, la anécdota más didáctica la muestre Ríos en un debate muy importante que comenzó a fines del siglo XIX, pero se extendió hasta principio del siglo XX, cuando José María Carreras8 presentó un proyecto que proponía mover el punto de toma para el abastecimiento de Montevideo hacia la cuenca alta del Santa Lucía, a la altura de Paso Las Toscas. Este proyecto llegó a ser aprobado por la Junta Departamental de Montevideo. La localización tenía la ventaja de contar con el caudal necesario y agua bruta en mucho mejores condiciones que la de Aguas Corrientes. Pero el proyecto nunca pudo concretarse debido a las presiones que contra él ejerció la empresa inglesa.

Recordar esta experiencia de hace más de 120 años tiene hoy una gran relevancia. La solución propuesta por Carreras tiene gran cercanía geográfica y similares fundamentos que el proyecto Casupá, que OSE ya comenzó a ejecutar en el quinquenio pasado. Se trata de instalar una nueva toma de OSE sobre el arroyo Casupá y un reservorio sobre el arroyo El Soldado, ambos afluentes de la cuenca alta del río, donde las condiciones del agua bruta son muy superiores a las de Aguas Corrientes.

Este proyecto propone solucionar los problemas de abastecimiento de agua potable para toda la zona metropolitana por un largo tiempo. De hecho, la capacidad de producir agua de este nuevo proyecto es de 100 hectómetros cúbicos, mientras que Aguas Corrientes tiene una capacidad de 65. Esta obra implica un gasto para OSE de 80 millones de dólares y no sólo soluciona los problemas de abastecimiento, sino que se espera que genere menores gastos operativos que Aguas Corrientes debido a la mejor calidad del agua. Además, se prevé tener una área buffer considerable, con el fin de conservar esta calidad del agua.9 Esto está acompañado de otras inversiones de menor porte, como la toma en el arroyo Solís Chico, para complementar los faltantes en la zona de la Costa de Oro.

La concreción del proyecto Neptuno, del cual conocemos muy poco, implica descartar estas iniciativas que ya están en marcha. Además, se supone que tiene un costo de, por lo menos, 300 millones de dólares, aunque se alerta que podrían ser más. Y, aunque no se conozca el proyecto, se sabe que los costos operativos serán muy elevados, porque requerirá potabilizar agua bruta con muchos más sedimentos, contaminación y salinidad que la que se extrae de Aguas Corrientes.

Estas discusiones no son sólo sobre el negocio de unos pocos, sino sobre nuestras vidas y las del futuro. Los mayores costos de la producción de agua se transferirán directamente a las tarifas, haciendo más caro acceder a este elemento esencial para la vida.10 Por esto deberíamos aprender de nuestro pasado y también respetar lo que más del 60 por ciento de la población decidió en 2004.

*     Economista integrante de la Cooperativa Comuna.

1.     Este artículo se hace con base en un estudio sobre la tarifa del agua llevado a cabo junto con la Federación de Funcionarios de OSE, que puede verse aquí.

2.    Un estudio sobre las privatizaciones en los noventa en nuestro país y la respuesta de los movimientos sociales se puede ver en Aguas en movimiento. La resistencia a la privatización del agua en Uruguay, de Carlos Santos, Sebastián Valdomir, Verónica Iglesias y Daniel Renfrew (2006), Ediciones de la Canilla, Montevideo.

3.    Don Enrique Ignacio Fynn (Uruguay, 1835-Argentina, 1924) fue un empresario uruguayo que impulsó emprendimientos de relieve tanto en Uruguay como en Argentina. En Montevideo se destacan el proyecto de Aguas Corrientes, los tranvías del este y del oeste, y la construcción del Colegio Pío.

4.    Agua potable: historia y sensibilidad, de Danilo Ríos (2018), Civiles Iletrados, Montevideo. «Historia de una empresa pública uruguaya: 60 años de Obras Sanitarias del Estado (OSE)», de Magdalena Bertino, Natalia Mariño, Martina Querejeta, Milton Torrelli y Daniela Vázquez (2012), Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (Universidad de la República), Montevideo, DT 25/12.

5.    El autor da cuenta, por medio de notas de prensa de la época, de denuncias por interrupciones en el servicio y de ocasiones en que el agua llegaba con malos olores y colores sospechosos. También cita informes de laboratorio de la época que indicaban valores elevados de elementos perjudiciales para la salud. Y existieron eventos de aparición de toxinas por eutrofización que causaron daños a la población.

6.    La eutrofización se refiere a una carga excesiva de nutrientes en un ecosistema y, más específicamente, a la concentración de nutrientes inorgánicos en un ecosistema acuático, lo que provoca un aumento de la biomasa y un empobrecimiento de la biodiversidad.

7.    Un relato sintético de la historia de Aguas Corrientes puede verse en la página de OSE: http://www.ose.com.uy/empresa/historia

8.    José María Carrera (España, 1836-1909) fue un empresario de origen vasco con profusa actividad en nuestro país. Recibido de farmacéutico en Entre Ríos, fue cofundador de la Sociedad de Farmacéuticos del Uruguay, ejerció el profesorado de Química en la Universidad de la República y presidió el Consejo Nacional de Higiene. Sus proyectos más importantes fueron el canal Zabala, considerado como la primera iniciativa de aprovechamiento hidroeléctrico de Uruguay, y la Propuesta Carrera para abastecer de agua potable a Montevideo.

9.    Se refiere a un área que hace a la cuenca del arroyo donde no se podrá hacer actividades que afecten la calidad del agua.

10.  Para ver una discusión sobre los costos operativos, las inversiones y las tarifas puede consultarse «Desigualdad hídrica, injusticia tarifaria», en zur.uy, disponible en: https://zur.uy/desigualdad-hidrica-injusticia-tarifaria-especial-dia-mundial-del-agua-3/

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