Esta, la de Estados Unidos, es la mejor democracia que el dinero puede comprar. Cuando uno de los principales precandidatos es un multimillonario, y cuando todos los demás de ambos partidos –con excepción de uno– son patrocinados por multimillonarios, es difícil hablar de una democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Ya deberían poner un anuncio de “Se vende” en el jardín frente a la Casa Blanca.
En 2010 la Suprema Corte, en un caso conocido como Citizens United, emitió un fallo que declara que las donaciones de campaña, tanto de individuos como de empresas, son, en esencia, libre expresión, y por lo tanto no pueden ser limitadas. Esto llevó a la creación de comités de acción política ampliados, o súper Pac, que son entidades dedicadas a promover sus intereses en una elección y, aunque no pueden por ley coordinarse con un candidato o partido, pueden comprar publicidad en televisión, generar campañas de propaganda y más, a favor de un partido o candidato. Más aun, no tienen que divulgar de dónde reciben sus contribuciones ni los montos donados.
El ex presidente Jimmy Carter calificó este fallo de “legalización del soborno en las elecciones”. Y dijo en una entrevista con la radio 4 de la Bbc que el fallo erróneo de la Suprema Corte que habilita a millonarios y multimillonarios a entregar montos ilimitados de dinero permite que el soborno legal prevalezca, porque todos los candidatos, sean honestos o no, demócratas o republicanos, dependen de estas inyecciones masivas de efectivo de gente muy rica para poder contar con el dinero necesario para sus campañas,
Explicó que cuando los candidatos son electos hacen lo que los ricos desean. Y eso es dejar que la gente rica se haga más y más rica, y dejar de lado a la clase media. Todas las estadísticas demuestran que los ingresos de la clase media están estancados o van en descenso, indicó.
Miles de millones de dólares se invertirán en esta contienda presidencial que supuestamente refleja la voluntad del pueblo, aunque en realidad son unos cuantos ricos los que determinan en gran medida quiénes serán los candidatos entre los cuales el pueblo podrá escoger.
Pero esta vez hubo una diferencia. Hubo dos precandidatos que no recibieron fondos de multimillonarios ni tienen un súper Pac: el republicano Donald Trump, que lo puede hacer porque es multimillonario; y el demócrata y proclamado socialista democrático Bernie Sanders, quien se destacó por rehusar aceptar fondos de empresas o multimillonarios y por financiar su campaña casi exclusivamente con donaciones pequeñas (de 27 dólares en promedio) de más de un millón de ciudadanos, un nuevo récord.
La periodista financiera Nomi Prins ofreció datos sobre los patrocinadores ricos de algunos de los principales precandidatos en un reportaje para el sitio TomDispatch.com: el ultraderechista cristiano Ted Cruz contó con tres millonarios –todos proclamados cristianos– que han financiado su súper Pac con más de 35 millones de dólares, además de los 65 millones que recaudó para su campaña.
Marco Rubio recaudó más de 33 millones de contribuciones de individuos y Pac, entre ellos Goldman Sachs. El republicano se destacó por tener entre sus tres principales patrocinadores al jefe del fondo buitre Paul Singer, famoso por su disputa con el anterior gobierno argentino; otro conocido es el ejecutivo en jefe de Oracle, Larry Ellison, el tercero en la lista de los hombres más ricos del país, según Forbes.
Jeb Bush había acumulado más fondos que cualquiera de los precandidatos –más de 128 millones hasta finales del año pasado–: ocho de sus diez principales donantes pertenecían al sector financiero, incluido Goldman Sachs, y todos seguramente hoy están muy decepcionados por el fracaso de sus inversiones en él.
Hillary Clinton y su marido Bill ganaron 139 millones entre 2007 y 2014. Casi todo ese dinero lo consiguieron dando discursos a empresas de Wall Street y compañías internacionales, y por la venta de sus libros. Clinton ofreció 12 discursos a empresas del sector financiero entre 2013 y 2015, ganando 2.935.000 dólares por sus palabras. Para su campaña, Clinton recaudó más de 100 millones de dólares, de los cuales sólo 17 por ciento proviene de pequeñas donaciones individuales mientras que 81 por ciento es de grandes donantes. Cuatro de los seis principales bancos de Wall Street figuran entre los diez contribuyentes más generosos a su carrera política, aunque ahora han titubeado un poco. Pero igual cuenta con los aportes de varios multimillonarios, entre ellos Haim Saban y George Soros.
No sorprende entonces que, según una encuesta de Gallup de 2015, tres de cada cuatro estadounidenses opinen que la corrupción es generalizada en el gobierno, y que 84 por ciento diga que el dinero tiene demasiado poder en este sistema político (según una encuesta de Cbs News). Por ahora la democracia es un lujo en este país.
* Periodista canadiense-estadounidense, habitual columnista de The New York Times y La Jornada. Tomado de Página 12, por convenio.