Las autoridades de la Guardia Costera de Estados Unidos reconocieron que el número de balseros cubanos se redujo drásticamente después de que el ex presidente Barack Obama terminara con la política “pies secos-pies mojados”, que otorgaba residencia a todos los cubanos que llegaran ilegalmente al territorio de ese país. “El flujo se ha detenido”, afirmó el comandante de la Guardia Costera, almirante Paul Zukunft, y la teniente de fragata Kate Webb explicó que en el sector de Key West las intercepciones de balseros han caído de 750 personas al mes a sólo 20.
La ruta terrestre Ecuador-Estados Unidos también se ha paralizado. Los gobiernos de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y México han llegado a acuerdos migratorios con Cuba, mientras Colombia negocia en estos momentos el suyo. Incluso el gobierno de Costa Rica, que fuera el principal aliado de los emigrantes cubanos, amenaza hoy con deportarlos a la isla. La directora de Migración costarricense, Gisela Yockchen, expresó que “ya sabemos que la nacionalidad cubana en ningún momento va a estar en peligro en un retorno a su país”.
También ha llegado a su fin el programa estadounidense de visados exprés para los médicos cubanos que abandonen la misión en un tercer país. Ese era un punto muy sensible para Cuba porque el trabajo de los cooperantes es la principal fuente de entrada de divisas de la economía. La venta de servicios médicos produjo “un estimado de 11.543 millones de dólares como promedio anual entre 2011 y 2015”, según reveló el ex ministro de Economía cubano José Luis Rodríguez.
EL CLICHÉ. La gran mayoría de los emigrados de la isla están en Estados Unidos. Normalmente se habla de 2 o 3 millones de personas, pero es un dato engañoso porque esas estadísticas incluyen a todos los residentes de “origen cubano”. Según el Buró del Censo estadounidense y los especialistas del Pew Hispanic Research Center, se estima que en el año 2013 vivían alrededor de 2 millones de cubanos en ese país. Sin embargo, el número de emigrados era de 1,1 millón (57 por ciento) porque 851 mil son hijos y nietos nacidos fuera de Cuba.
La “publicidad” de los emigrados cubanos se debe a que el tema forma parte del enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos; mientras en la isla se restringió la migración hasta el año 2013, en Washington se los presentaba como víctimas que huían del comunismo. En realidad la emigración de la isla no destaca dentro de su región. Cifras brindadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sitúan en 12 millones los mexicanos residentes fuera de su país, 29 por ciento de los jamaiquinos optaron por emigrar y casi la mitad de los habitantes de Guyana viven en otras naciones.
En 2015, tras el anuncio del proceso de normalización de las relaciones bilaterales, los cubanos comenzaron a sospechar que se acabarían también sus privilegios migratorios. Miles de personas vendieron sus propiedades e iniciaron un viaje por tierra de miles de quilómetros, atravesando incluso la selva del Darién. La situación provocó varias crisis en Centroamérica y algunos de los presidentes de la región pidieron a Barack Obama que cambiara su política respecto de los migrantes cubanos, cosa que hizo días antes de entregar la presidencia.
HACIA LA NORMALIDAD. Tras el fin de los beneficios que tenían los cubanos, las salidas del país se han normalizado. La embajada de Estados Unidos está entregando un buen número de visas múltiples por cinco años, lo cual permite un flujo estable. Muchos de los cubanos que han obtenido ciudadanía española permanecen en Cuba, aprovechando la posibilidad de viajar para ganarse la vida trayendo productos desde el extranjero. Un ingeniero en telecomunicaciones jubilado, que prefirió no dar su nombre, dijo que le es más rentable traer electrodomésticos de la zona franca de Panamá que irse a vivir a España, donde, a su edad y con la crisis económica, difícilmente podría conseguir trabajo.
La drástica reducción del flujo emigratorio de cubanos parece darle la razón al gobierno de la isla, el cual siempre había insistido en que esas políticas de Washington promovían una emigración ilegal y tan peligrosa que causó la muerte de miles de personas. Desde hace cuatro años la apertura migratoria de Cuba permite a sus ciudadanos viajar libremente a cualquier país del mundo, pero ahora para llegar a Estados Unidos tendrán que hacerlo solicitando un visado. De lo contrario corren el riesgo de ser deportados, como le ha ocurrido siempre al resto de los “sin papeles” de la región.
(Tomado de Público.es por convenio.)