Desconfíe - Semanario Brecha

Desconfíe

Un típico reflejo de una cultura plagada de armas y masacres a tiros: el centro turístico “Bullets and Burgers” en el Gran Cañón.

El loguito de "balas y hamburguesas"

Con el desierto de Mojave como decorado, pedazo de tierra árida en los alrededores del Gran Cañón yanqui, sus patitas no pueden hacer que el cuerpo supere el metro cincuenta. Sostenida contra el hombro rosadito de la remera, la culata de un arma negra, retorcida y automática.

“¿A qué padres se les ocurre llevar una niña a un lugar así?”

El punto del desierto donde la niña tira y mata, o mata el arma sola, siguiendo su llamado original y primigenio, es un centro turístico: Bullets and Burgers.
“Eso es un típico reflejo de esa cultura plagada de armas y masacres a tiros.”
Sí, el loguito de “balas y hamburguesas” invita a afianzarse en esa idea, sobre todo por lo berreta: una hamburguesa típica, con su combo de papas fritas y refresco (aunque puede ser cerveza, opcional), cruzada sobre un arma de grueso calibre se lleva todos los méritos para el descanso facilongo. Sin embargo, husmeando en la web y en los foros de turismo, en este caso en Trip Advisor, la mandíbula cae cuando uno ve que el lugar, así de espantoso como puede sonar, es el preferido entre los “entretenimientos” de su estado. Y por supuesto, quienes lo prefieren no son sólo los del país de las estrellas y las barras.

Según su propia web, la oferta para personas solas varía su costo según la cantidad de armamento que uno desee disparar (el más barato es el “bronze” con tres armas a 199 dólares; en el otro extremo, el “ultimate platinum” con ocho armas a elección y 999 morlacos verdes sobre el mostrador). También hay precios para parejas (250 dólares), para despedidas de solteras (785 dólares) y grupos corporativos (1.350 dólares), que resulta “ideal si usted está buscando afianzar un grupo y dar las gracias, o vivir una experiencia única, Bullets and Burgers planea su próxima salida”. La oferta se completa con la posibilidad de convertirse en francotirador por un rato, o manejar uno de esos vehículos tipo tanqueta, al mejor estilo invasión a Irak. La edad mínima de ingreso es 8 años.

No es el único. En el desierto de Nevada pueden encontrarse también, entre los mejor ranqueados en la ya mencionada web de viajes, a Battlefield Las Vegas, Strip Gun Club y Gun Garage, todos por el estilo. Incluso está el Dig This, donde le permiten a uno jugar con retroexcavadoras y bulldózeres. El paseo por el Lake Mead National Park, donde se alojan los negocios de balas y hamburguesas, resiste, en cambio, en un lejano puesto 193 entre las atracciones preferidas del estado, muy por debajo de cualquiera de los sitios mencionados antes.

“Qué enferma está la sociedad yanqui.”

Nada es tan sencillo ni tan lejano; se estima que en Uruguay hay un arma cada tres personas, y en esta papelera se desbocan nuestros peores temores y visiones sobre un futuro distópico. No sea cosa que un día se encuentre a usted mismo gritando y a los tiros, trepando la ladera de algún cerro perdido del horizonte levemente ondulado, y no sepa en qué momento eso empezó a parecerle divertido. En medio de la demencia que significa aceptar que una niña de 9 años haya matado al instructor de tiro de la atracción turística a la que sus padres la habían llevado, y que la miraran y filmaran orgullosos mientras la Uzi culateaba y las patitas cedían al golpe, queda una certeza: nuestros deseos también deben ser revisados permanentemente

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