La ciencia no sabe por qué razón el agua del océano Pacífico aumenta su temperatura, y algunos años supera los grados promedio. Pero se conocen los efectos: meses de lluvias copiosas en zonas no tropicales, seguidos de sequías que abren la tierra. Son acontecimientos extremos que se explican por el llamado fenómeno de El Niño, un gran calentamiento en las corrientes marinas del Pacífico que gesta luego comportamientos anormales en la atmósfera y finalmente genera precipitaciones abundantes.
No hay períodos regulares para estimar cada cuántos años se pueden dar estos ciclos de grandes lluvias, que en una sola noche traen la misma cantidad de agua que debería caer en dos semanas. Lo único que se sabe es que desde hace siglos suceden, a veces con más intensidad que otras, pero siempre con una etapa cálida y luego una fría.
Las lluvias de esta semana causaron inundaciones en los 19 departamentos del país. Tacuarembó era el único que parecía seco, pero en la madrugada del pasado martes varias familias tuvieron que pasar la noche bajo un techo improvisado por el Comité Departamental de Emergencias. En la jornada del miércoles se alcanzó el máximo de personas desplazadas: 10.861, según publicó el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), pero este número puede crecer. Estas precipitaciones ya estaban previstas por el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) desde hace meses, y son respaldadas por informes internacionales que explican el desarrollo de El Niño.
HASTA MAYO. Las grandes inundaciones que dejaron 18 mil evacuados a finales de diciembre de 2015 en el norte del país fueron causadas por la fase cálida de El Niño. “El fenómeno tuvo un primer trimestre de lluvias copiosas, que fue de octubre a diciembre, y luego de marzo a mayo el siguiente. Por eso, hasta mayo vamos a tener efectos de El Niño”, explicó el secretario técnico del Inumet, Mario Bidegain.
No hay información científica que relacione al calentamiento global con una intensificación del fenómeno, “lo que no quiere decir que no tengan vínculo, es un tema que está a estudio”, dijo Bidegain. Pero sí hay evidencia científica de que efectos de El Niño, como las grandes lluvias, se han ido agravando en los últimos años. Ramón Méndez, presidente del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático (Snrcc), explicó a Brecha que “el cambio climático hace que determinados eventos aparezcan con más frecuencia en el tiempo y que sean más intensos”, y esto es lo que está pasando ahora con las lluvias. “Nos vamos a tener que acostumbrar a estos eventos extremos”, dijo el jerarca, y señaló que el Snrcc, el Inumet y la Dirección Nacional de Agua (Dinagua) están desarrollando, desde hace más de cuatro meses, un proyecto de modernización de los servicios que el Estado tiene para predecir el tiempo: “Estamos buscando la financiación, pero pienso que en un mes más ya estará listo”, contó Méndez. La idea es capacitar los recursos humanos y mejorar las herramientas técnicas, para estudiar mejor el clima en el país y generar así pronósticos más completos.
El proceso de transformación de la matriz energética, que impulsó el sistema eólico y limitó la dependencia de la energía hidráulica y la generación basada en combustibles, es otra de las reformas para mitigar el cambio climático: “Ante una sequía grande perdíamos millones de dólares”, explico Méndez. Además, la Dinagua tiene realizados estudios que determinan cuáles son las actuales zonas inundables, tanto para que no se instalen procesos de urbanización nuevos como para saber qué áreas empezaron ahora a tener riesgos.
POR LOS VIENTOS DE LOS CIELOS. Las edificaciones de más de 130 manzanas de la ciudad de Dolores, en Soriano, quedaron en el piso luego de que en una nube de tormenta deviniera en tornado. Estos eventos duran como máximo 15 minutos y sólo se pueden anunciar con pocos minutos de anticipación. Bidegain explicó que no existe relación entre el fenómeno de El Niño y la formación de tornados, salvo que las nubes de tormenta donde nacen estos fuertes vientos son las mismas que generan las precipitaciones abundantes. “Había un pronóstico de lluvias por encima de lo normal. Cuando tenemos estos anuncios es porque vamos a tener mayor frecuencia de nubes de tormenta, pero esto no quiere decir que en presencia de estas nubes siempre se desarrollen tornados”, precisó el técnico del Inumet.
Según Bidegain es muy difícil saber si se van a desarrollar más tornados, porque no hay estudios estadísticos sobre estos fenómenos en Uruguay, “pero todo parece indicar que estos eventos se van a ir incrementando”. Bidegain recordó que estamos en una zona de formación de tornados, la segunda más importante del mundo luego de Estados Unidos , aquí “son más comunes de lo que se cree, muchas veces pasan en el campo y nadie los ve, sólo queda una fila de monte cortado”.
La tecnología también juega un rol fundamental en la percepción que se tiene de esta catástrofe: “Hace 20 años con mucha suerte podíamos tener una foto en la que se viera algo y suponer que era un tornado, ahora gracias a las filmaciones se puede comprobar el fenómeno con claridad”.
LA SUMA DE LO QUE RESTA. El aumento en el caudal de algunos ríos partió en pedazos varias rutas nacionales, y las corrientes de los arroyos rompieron tramos enteros de carreteras. Llegaron a ser 41 las rutas cortadas en todo el país. Algunos caminos rurales de Colonia ya no existen más, “las cunetas desaparecieron hasta juntarse con el campo. El 95 por ciento de la caminería rural está con daños severos”, aseguró Hugo Durán, coordinador del Comité Departamental de Emergencia.
Al cierre de esta edición, 35 rutas están cortadas, algunas en más de un punto. La situación más crítica está en Colonia: “La ruta 22 tiene tal vez el daño más grande, se ha generado una brecha y el agua se comió 300 metros de carretera”, contó a Brecha el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi. En la ruta 21 uno de sus puentes no tiene acceso porque el agua se llevó puesto el terraplén de ingreso. Ante fenómenos como este “hay que estudiar muy bien la situación, no se trata sólo de tapar todo con tierra, hay que analizar por qué pasó el daño y evaluar si hay que hacer arreglos más profundos”, dijo el ministro.
En lo que refiere al estado de las rutas, las inundaciones ocurridas a fines de 2015 no tienen comparación con lo que pasó ahora, porque “hoy tenemos problemas en todo el país”, aseguró Rossi. Para poder hacer frente a todos estos gastos no hay fondos nuevos, sólo se está trabajando con base en la redistribución de los ya presupuestados. El ministro explicó que se van a usar todos los instrumentos existentes, se van a cambiar prioridades de obras, se recurrirá a mecanismos de participación pública privada y se va a redireccionar el trabajo a las zonas donde la emergencia es mayor.
En Durazno el río Yi sigue avanzando. Jesús Rodríguez, coordinador del Comité Departamental, explicó que la ciudad de Sarandí del Yi estuvo incomunicada hacia el sur y hacia el este, porque la ruta 6 permaneció cortada. El estado del puente de ingreso a la ciudad está a estudio, aunque Rossi dijo que los primeros relevamientos técnicos dan a entender que se puede circular por él.
Los daños en la caminería rural de San José son profundos. Carlos Scanziani, coordinador del Comité Departamental, contó que aún no se evaluaron los perjuicios porque la prioridad sigue siendo la atención a los desplazados por las inundaciones. La situación de todos los departamentos es similar, hay un análisis de los daños pero no se puede decir con certeza cuánto se ha perdido ni cuáles serán los costos totales. Además de los deterioros en infraestructura directa están todos los efectos que llegan después, se pierden fuentes de trabajo y la salida de las cosechas de soja y madera está trancada.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca está realizando una evaluación de las pérdidas en la agricultura, pero aún no hay datos exactos: “Estamos en plena cosecha de cultivos de grano, tenemos el 95 por ciento de la soja para levantar y hace 16 días que no se hace nada. En la cosecha del arroz el atraso es de 17 días”, dijo en conferencia de prensa el ministro Tabaré Aguerre. En ese sentido, aseguró que se está apoyando con toda la capacidad operativa para afrontar las cosechas y recolectar la mayor cantidad posible de granos, pero el ministerio no está en condiciones de atender con dinero las pérdidas en cultivos afectados por las lluvias.
Sólo contabilizando lo perdido tras el tornado en la ciudad de Dolores, el coordinador del Comité Departamental de Emergencia de Soriano, Andrés Magnone, estimó que “al menos hay que hablar de 25 millones de dólares de inversión, y a esto hay que sumarle todos los daños indirectos que se generaron”. Magnone explicó a Brecha que en aquella ciudad la situación empeora: “Hay muchas casas que están con peligro de derrumbe y las vamos a tener que tirar abajo. En un principio pensamos que eran menos de 100 las manzanas afectadas y hoy estamos hablando de 150”.
Para el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo –quien tiene bajo su mando la dirección general del Sinae–, el sistema está funcionando de manera correcta, aunque en algunos departamentos hace falta mejorar la coordinación de las acciones: “Continuamente se están revisado los protocolos, cada una de estas experiencias ayuda a generar nuevos mecanismos”. La prevención y la información son lo más importante, y es fundamental que la población siga las medidas dispuestas por las autoridades. Por eso desde el Sinae se busca “incorporar en la ciudadanía una cultura de reducción de riesgos, esto se hace desde el gobierno nacional, pero también se afianza desde cada departamento”, explica Roballo.
El martes 19 empezó a sesionar la Junta Nacional de Emergencias y Reducción de Riesgos, que está integrada por varios ministerios, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, y es presidida por el Sinae. El próximo sábado 23 se realizará un Consejo de Ministros especial, para desarrollar métodos de trabajo que vayan en sintonía con los desastres que ocurrieron: “Tenemos que aprender a respetar la fuerza que tienen los fenómenos naturales, la potencia de los ríos, de los vientos y las lluvias. Cuando caminaba por Dolores notaba lo pequeño que somos los humanos”, reflexionó el ministro de transporte, Víctor Rossi.