Día I. Se acerca el día de la fiesta de la independencia. Francamente no se qué es lo que hay que festejar. Menos convocada me siento cuando escucho alusiones a una patria esencializada. El lugar común es representarla como mujer: la madre abnegada que sostiene una nación que se derrumba. Pienso en Velarde y propongo un nuevo párrafo a su célebre y melosa poesía: “Suave patria, en setiembre te visten de gala, aunque tus poros estén cerrados después de tantos siglos de injusticia, de tanto desasosiego.
Tus miembros están necrosados, moribunda, maltrecha, te arrastran por los suelos”.
Día II. Este año no fui invitada al banquete.
Después de los fuegos artificiales y el ardid patriotero todo acaba.
Cierro los ojos y recorro esa tierra hermosa. El cuerno de la abundancia, le dicen. Yo veo desi...
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