Dibujar la noche - Semanario Brecha

Dibujar la noche

El derrotero vital de Eugenio Darnet (1929-2015) estuvo marcado desde su etapa formativa inicial por el compromiso político y el interés por el desarrollo profesional del arte.

Entre 1945 y 1949 estudió dibujo y pintura con Felipe Seade, Ricardo Aguerre y Miguel Ángel Pareja, en la Escuela Nacional de Bellas Artes (Enba). En misión de estudios viajó a Francia en 1949, asistiendo por dos años a la Escuela del Louvre, al atelier de Fernand Léger y a La Grande Chaumière, bajo la conducción de André Lhote. Este era un tour formativo acostumbrado por los artistas uruguayos, pero de regreso al país concurrió al taller de grabado de Adolfo Pastor (Enba) y a la Cátedra de anatomía, dibujo de disección, de la Facultad de Medicina de Montevideo (en 1952), dos sucesos clave para entender el procedimiento creativo y los temas que apasionaron al artista. (La formación institucional se completaría décadas más tarde, durante el exilio en Francia, donde culminó hacia 1985 la licenciatura de artes plásticas).

Desde fines de 1968 Darnet fue el secretario de la Uapc (Unión de Artistas Plásticos Contemporáneos, organización que se había conformado en 1963 en la histórica ocupación por parte de los artistas del Subte Municipal) hasta su disolución en 1975, cuando él debió marchar al exilio. Las peripecias políticas lo llevaron a radicarse primero en Buenos Aires en 1976 y luego en Francia en 1979, donde permaneció hasta su definitivo retorno a Montevideo en 2005. En el exterior Darnet se afianzó como un ilustrador gráfico de primera línea, destacándose los dibujos eróticos para la revista Penthouse, (Barcelona, 1980), novelas por entregas para Le Monde (París, 1983), portadas para la colección Folio de Gallimard (París, 1984), Popol Vuh, editorial Lumen (Barcelona, 1984), para La carreta de Enrique Amorín, Colección Archivos Universidad Paris X y Unesco (Nanterre, 1989) y Las Metamorfosis de Ovidio, editorial Lumen (Barcelona 1990).

La obra en dibujo de Darnet anticipa el llamado “Dibujazo” y forma parte del “monstruismo” que, sin constituirse en un movimiento propiamente dicho, caracterizó el clima artístico turbulento de los años sesenta y la primera mitad de la década siguiente, con una fuerte presencia “brutalista” en otros dibujantes y grabadores uruguayos como Carlos Fossatti, Domingo Ferreira, Hugo Alíes, Miguel Bresciano y Washington Ledesma. Si bien la entera producción dibujística de Darnet gira en torno a la temática de lo exuberante y de lo amorfo, los monstruos se identificaron primeramente con el conflicto bélico en Vietnam, en una recordada serie en la que el artista se había propuesto “transformar las armas en monstruos”. Entonces la sátira implicaba y salpicaba también al ámbito local, sugiriendo la inminente debacle del cuerpo social y los inicios del terrorismo de Estado. Los seres monstruosos de Darnet bascularon simbólicamente entre la imponencia de un (des)orden mitológico suprahumano y la prepotencia de los totalitarismos sobre el individuo. Un dibujo con algo de alegoría y de oscura impregnación de muerte, donde el sexo y los instintos regresivos ocupan los lugares centrales de la composición, cuando ésta no se abandona a un barroco despliegue de figuraciones concatenadas. Escamas, venas hinchadas, úlceras y escarificaciones, son los frecuentes signos del dolor infligido a la bestia y por ella, señales de un descontrol absurdo y amenazante.

Darnet era un maestro en el empleo de la tinta –con preferencia del estilógrafo Rotring– que no admite correcciones y no ha sido decantado por abocetado previo: acompañaba el abordaje temático con un parejo impulso volitivo. La texturación de intensos matices y claroscuros, conseguida a base de repetitivos entrecruzamientos de trazos cortos, parecía tensar en estas obras las limitantes del medio gráfico hacia la consecución del volumen y la robusta plasticidad de las masas. Pocos dibujantes fueron tan consecuentes en la denuncia de la brutalidad y del absurdo. Esta autenticidad se resume en las palabras que María Yuguero dedicara a una de sus últimas exposiciones en Montevideo: “Sólo una profunda convicción y un universo estrictamente auténtico, sin incidencia de modas o aspiraciones espurias, sostienen la iconografía de un artista a lo largo de toda una extensa carrera. En tal sentido las obsesiones de Eugenio Darnet, maestro indiscutido en el campo de la gráfica, han permanecido tanto como su constante tributo a una estética y a una sólida postura ideológica”. Universos que Darnet trabajó con talento, y en los que no faltaron tampoco iluminadores toques de humor e ironía.

 

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