El Senado brasileño habilitó el inicio del juicio político a la suspendida presidenta Dilma Rousseff, en una sesión especial iniciada el día anterior bajo la conducción del presidente del Supremo Tribunal Federal, Ricardo Lewandowski. La decisión fue tomada por una mayoría simple, pero holgada, de los 81 senadores, y el proceso seguirá ahora en la misma Cámara, en una segunda votación en la que será necesaria una mayoría especial de dos tercios, es decir 54 votos, para que se complete la destitución de Rousseff. Esta semana los favorables a la destitución de la presidenta sumaron 59; los contrarios, apenas 21. Los dados están, sin duda, echados. La votación definitiva tendrá lugar de todas maneras a comienzos de setiembre.
Rousseff había sido “separada” del cargo el 12 de mayo por el parlamento, acusada de haber violado la Constitución por autorizar gastos sin aval del parlamento, y remplazada por su vice y sin embargo enemigo Michel Temer. La sesión del martes 9 había empezado precisamente con el pedido del presidente de la bancada del Partido de los Trabajadores, Humberto Costa, de postergar la discusión sobre Rousseff, en función de que pocos días antes la prensa brasileña había dado cuenta de sobornos por 3,3 millones de dólares recibidos por Temer en el marco del escándalo del Petrolao. “Es surrealista que se avance en el juicio contra Dilma, a la que no se le comprobó ningún delito, mientras se dejan de lado acusaciones graves contra el presidente interino”, dijo.