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El gobierno brasileño y su reacción a los incendios amazónicos

Doble filo

Con el fuego en la Amazonia todavía en expansión, Jair Bolsonaro decretó la prohibición de las quemas por 60 días y dio algunas tímidas señales de preocupación, en un intento de salir de la crisis de imagen que lo afecta a nivel internacional. Pero, mientras apela a la “defensa de la soberanía nacional” para justificar sus reparos a la ayuda extranjera, negocia con Estados Unidos cambios en la legislación ambiental.

Manifestación en repudio a los incendios en la Amazonia en Rio de Janeiro, el 25 de agosto / Foto: Afp, Mauro Pimentel

La situación permanece grave. El fuego persiste en varios puntos de la región amazónica, sobre todo en los estados de Rondônia, Pará y Mato Grosso. A pesar de que en toda la región los focos de incendio casi se duplicaron en relación con el mismo período de 2018, los números no alcanzaron todavía el récord histórico brasileño. Sin embargo, en el estado de Amazonas, hasta el martes 27 los registros eran los más altos desde que el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe) comenzó a medir, en 1998. Los incendios descontrolados y la reacción de Jair Bolsonaro generaron conmoción internacional, protestas de todo tipo y, sobre todo, encontronazos diplomáticos.

AFUERA. El encontronazo más fuerte fue con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.Mientras la Amazonia ardía y se desarrollaba la cumbre del G7, que reúne a las siete mayores economías del mundo, las tensiones diplomáticas alcanzaban su punto álgido. Luego de colocar el tema en el orden del día, Macron dijo que Bolsonaro le había mentido: “Cuando lo encontré por primera vez, me dijo con la mano en el corazón que haría todo por la reforestación y el cumplimiento del Acuerdo de París, para posibilitar la firma del acuerdo con el Mercosur, y quince días después hacía todo lo contrario: despedía científicos”. El mandatario francés también denunció los ataques irrespetuosos a su esposa, Brigitte Macron. Bolsonaro había respondido con un “No lo humilles jaja” a un meme que un seguidor publicó en su cuenta de Facebook, con fotos de ambos mandatarios con sus respectivas esposas y la frase: “¿Entienden ahora por qué Macron persigue a Bolsonaro?”. Macron respondió que “los brasileños, que son un gran pueblo, tienen un poco de vergüenza de ver esos comportamientos del presidente” y que, como él tiene “mucha amistad y un gran respeto por la nación brasileña”, espera que “pronto tengan un presidente que se comporte a la altura del cargo”.

En ese marco, el G7 anunció un fondo de emergencia para combatir el fuego en la Amazonia por un valor de 20 millones de euros, pero el gobierno brasileño, en principio, rechazó la oferta, alegando intereses espurios. El canciller Ernesto Araújo dijo a la prensa que “es muy evidente el esfuerzo de algunas corrientes políticas de extrapolar cuestiones ambientales reales y transformarlas en una crisis fabricada como pretexto para introducir mecanismos de control externo de la Amazonia”. Sin embargo, Bolsonaro afirmó más tarde que si Macron se disculpaba por haberlo llamado “mentiroso”, conversaría sobre las donaciones. Por su parte, el ministro de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni, dijo al portal G1: “Les agradecemos, pero quizás esos recursos sean más importantes para reforestar Europa. Macron no consigue ni siquiera evitar un previsible incendio en una iglesia que es patrimonio de la humanidad y nos quiere enseñar. Tiene mucho para cuidar en casa y en las colonias francesas”.

El bolsonarismo ya ha apelado en otras ocasiones a la presunta defensa de los intereses nacionales, denunciando supuestas estrategias externas para apoderarse de la Amazonia. Sin embargo, informó O Globo este lunes 26, el gobierno prepara acuerdos con Estados Unidos para modificar la política ambiental brasileña, que serán discutidos el próximo 10 de setiembre en Washington. El propio Donald Trump tuiteó sus felicitaciones para Bolsonaro por “trabajar duro para combatir los incendios” y “hacer un gran trabajo para la gente de Brasil”. Bolsonaro le respondió que “Estados Unidos puede contar siempre con Brasil”. Este alineamiento, sobre todo estratégico, incluye también a Israel, país con el que Brasilia viene trabajando en acuerdos de “auxilio mutuo”. El primer avance en ese sentido se dio cuando Israel envió equipos de rescate a Brumadinho, donde un dique minero de la empresa Vale reventó y mató a más de 200 personas.

ADENTRO. En una reunión con los gobernadores de los nueve estados de la Amazonia Legal (Acre, Amapá, Amazonas, Mato Grosso, Pará, Rondônia, Roraima, Tocantins y Maranhão) que tuvo lugar este martes 27, por lo menos cuatro de ellos reclamaron por el Fondo Amazonia (un mecanismo creado en 2008 para captar recursos de empresas y Estados extranjeros, y financiar proyectos de “preservación ambiental” y “desarrollo sustentable en la Amazonia”), que hoy está casi desmantelado después de que los principales donantes –Noruega y Alemania– cancelaron las parcelas de este año. Bolsonaro respondió fiel a su discurso: “El Fondo Amazonia tiene un precio: demarcación de tierras indígenas, de áreas de protección ambiental, parques nacionales, etcétera. Eso lleva a un destino que ya sabemos: insolvencia de Brasil”. Otros gobernadores se quejaron de que se está “perdiendo mucho tiempo con Macron”. En esta línea, un reportaje publicado por The Intercept este lunes muestra cómo el gobernador del estado de Amazonas, Wilson Lima, está trabajando junto con lobistas estadounidenses partidarios de Trump para aumentar la explotación en la selva.

Como reacción a la crisis, Bolsonaro habló con cierta moderación, lejos de lo que ha sido su discurso hasta el momento. Dijo que tendrá “tolerancia cero con la criminalidad ambiental”, pero sutilmente dejó la puerta abierta: “Debemos recordar que en esta región viven más de 20 millones de brasileños, que hace años aguardan un dinamismo económico proporcional a las riquezas allí existentes. Para proteger la Amazonia no bastan operaciones de fiscalización, comando y control. Es preciso dar oportunidades a toda esa población para que se desarrolle junto con el resto del país”. En un decreto publicado este jueves el gobierno prohibió las queimadas en todo el país por un plazo de 60 días.

Entre señales ambiguas y discursos contradictorios, el debate de fondo continúa siendo la disputa de las riquezas de la mayor selva tropical del mundo. A pesar de que la información todavía es poca, los avances de las negociaciones entre el gobierno brasileño y Estados Unidos para la cuestión ambiental, así como las distintas señales de cooperación militar, abren un nuevo y delicado escenario de presión y disputa en la región.

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