Testimonios y documentos ubican a Miguel Ángel Zuluaga como subcomisario y oficial principal de operaciones de la Dnii durante la dictadura. En el año 2000 su carrera dio un giro gracias a su “amigo” Osvaldo Giménez, cuando ingresó como seguridad de la selección uruguaya de fútbol. Hoy, ante la falta de avance a nivel judicial, más de 20 organizaciones y 300 particulares firmaron una carta que se entregará a Óscar Tabárez y al Ejecutivo de la Auf para promover, al menos, la condena social.
Son varias las pruebas de que Miguel Zuluaga fue subcomisario y oficial principal de operaciones de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (Dnii), al menos desde 1976 y hasta 1982. Zuluaga rotó por varios de sus departamentos y, a lo largo de los años más oscuros de esa dependencia, cumplió diferentes funciones: dos personas que estuvieron detenidas en 1976 en el edificio de Maldonado y Paraguay lo identifican como subcomisario del Departamento 4 de la Dnii. El acta de un interrogatorio de 1979 lo coloca como subcomisario del Departamento 6. Un documento que resume un día de vigilancia a dos médicos austríacos lo señala como oficial principal del Departamento 2 en 1980. Por último, el parte de novedades diarias que da cuenta del allanamiento a un domicilio lo coloca todavía en la esfera de la Dnii en 1982.
“Yo lo conocía hasta por el apellido. No era oculto el puesto que ocupaba. Todos conocían al subcomisario Zuluaga”, contó a Brecha Ruben Waisrub, que con 18 años estuvo detenido de junio a agosto de 1976 en el Departamento 4: “No tengo prueba de que él me haya torturado a mí directamente. Sí era el subcomisario y no había nadie en el departamento que no participara o que no estuviera al tanto. Yo estaba con capucha, y recién cuando me la sacaron pude ver las caras. Él estaba ahí. Pero no sé si fue uno de los que me torturó”.
“A Zuluaga lo vi con la gente que estaba de plantón en el salón grande. Estaba entre los policías que venían a buscar gente. Yo no tuve contacto con él pero sí lo vi a los gritos, a los empujones. Hasta donde yo vi, venía a presionar a la gente que estaba parada previo al interrogatorio: ‘Che, aflojá que está todo el pescado vendido, no te hagas lastimar que te van a matar’, bien de patotero”, había recordado Luis Libschitz a Brecha hace ya cuatro años (véase edición del 4-VII-14), sobre los meses de 1976 en los que estuvo detenido en el Departamento 5, unidad que compartía piso con el Departamento 4.
“Yo nunca lo vi, pero quien estaba allí, en cualquiera de esos departamentos, no podía dejar de escuchar los gritos de la tortura que había día y noche. Conozco vecinos que vivían cerca y se mudaron porque, aunque se pusiera la radio fuerte, igual se sentían los alaridos de las torturas y las violaciones”, narró a Brecha Diego Damián, que estuvo detenido en el Departamento 6 de la Dnii. La tortura ocurría “a metros de las oficinas, en el fondo de cada uno de los pisos estaba la gente colgada, tirada en el piso, mientras les hacían submarino. Un tipo que estuvo ahí, estuvo comprometido, no hay otra”, consideró.
El acta que firmó Zuluaga el 16 de agosto de 1979 y a la que accedió Brecha da cuenta de un interrogatorio realizado a una mujer de 56 años “en el local del Departamento 6 de la Dnii y ante el suscrito subcomisario de servicio”. Las preguntas son las de rutina por esos días y en esa institución: si milita o ha militado en alguna organización de carácter gremial, social o política, si conoce o conoció a determinada persona, si recuerda haberla presentado para su afiliación al Partido Comunista, qué personas se encontraban al frente de la dirección del Comité de Base… “Es un interrogatorio clásico –dijo a Brecha Diego Damián–. Después de las sesiones de tortura, cuando ellos consideraban que ya estaba el pescado vendido, hacían un acta y te la hacían firmar.”
El parte de novedades diarias del 28 de mayo de 1980, incluido en el segundo tomo de la Investigación histórica sobre dictadura y terrorismo de Estado en el Uruguay (1973-1985),1 fue firmado por el “oficial principal” Miguel Ángel Zuluaga y resume la vigilancia realizada a dos médicos austríacos en el hotel Crillón, donde se hospedaban. Más tarde, el 1 de setiembre, ambos médicos fueron detenidos “a efectos de ser indagados con relación a su comportamiento en esta ciudad y las razones para solicitar una entrevista con sediciosos detenidos, para, presuntamente interesarse por su estado de salud”. En esa oportunidad los oficiales de la Dnii “incautaron cartas dirigidas al señor presidente de la República Oriental del Uruguay, firmadas por personalidades europeas”, y obtuvieron una descripción “de todos los pasos dados en nuestra ciudad por ambos detenidos, escrita de puño y letra” por uno de los médicos. El texto “comienza con la narración de su arribo al Aeropuerto Internacional de Carrasco, donde describen que ‘hay tantos integrantes de las fuerzas de seguridad como pasajeros’”, lo que muestra “una distorsionada imagen de nuestro país, ofensiva y tendenciosa”, se valora en el documento. Al día siguiente, los dos médicos fueron expulsados de Uruguay.
El 10 de noviembre de 1982 Zuluaga firmó otro parte de novedades diarias, esta vez sobre el allanamiento a una casa en la que se realizaba una “reunión no autorizada con motivo de las elecciones internas a realizarse en noviembre de 1982 y el voto en blanco”, a la que asistió Germán Araújo, por lo que “un funcionario y dos agentes de este departamento concurrieron de servicio en carácter de observadores”, y luego realizaron interrogatorios, según se lo consigna en el tercer tomo de la investigación histórica publicada por la Udelar.
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—¿Pensó alguna vez estar en la selección? –le preguntó una hincha-notera, según puede verse en un video colgado en Youtube.2
—Surgió en una conversación con un amigo, Osvaldo Giménez. Yo le dije: “Tendríamos que hacer un plan de seguridad de la selección”. Eso pasó, y cuando vino Daniel Passarella a la selección pidió seguridad, y desde entonces hasta el día de hoy estoy con la selección –le contestó Miguel Zuluaga, que fue contratado por la Asociación Uruguaya de Fútbol (Auf) en el año 2000.
Daniel Passarella dejó de ser el director técnico de la selección en 2001. Osvaldo Giménez fue gerente deportivo de Eugenio Figueredo hasta 2006 y luego fue inhabilitado para ocupar un nuevo cargo en la Auf, tras reconocer que había falsificado su propio contrato. Pero Zuluaga continuó. Pese a que es uno de los jerarcas de la Dnii mencionados en una causa judicial iniciada en 2011 por delitos de lesa humanidad, y que el testimonio de Libschitz es público desde 2014, su permanencia puede radicar, como él mismo lo ha dicho, en la relación de amistad que generó con algunos jugadores e integrantes del cuerpo técnico de la selección.
Miembros de la Mesa Permanente contra la Impunidad solicitaron tiempo atrás una audiencia con el Ejecutivo de la Auf para enterarlos de los antecedentes del jefe de seguridad de la selección. También se reunieron con Enrique Saravia cuando todavía era presidente de la Mutual, quien entendió que había que trasladar el planteo a la Auf pero consideró que el asunto era complejo porque “hacía mucho tiempo que estaba vinculado a la selección” y “había generado una relación muy cordial, afectuosa, con los integrantes del cuerpo técnico y los jugadores”, según lo relató a Brecha Álvaro Sala, uno de los miembros que participaron de la reunión. “Yo creo que se hace el bueno y los jugadores no ven la gravedad de que él interrogara a los jóvenes que estaban torturando”, dijo a Brecha Irma Correa, que también fue parte de la comitiva.
Ayer, jueves, más de 300 particulares y 20 organizaciones, entre las que se encuentra Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, ya habían firmado una carta que será presentada al maestro Óscar Washington Tabárez y al Ejecutivo de la Auf dentro de dos semanas. En ella se plantea que “muchas de las denuncias sobre los represores de la dictadura han encontrado obstáculos a nivel judicial”, y reclama “la condena social como gesto simbólico y formativo”, particularmente de quienes “ocupan algún lugar de referencia para la sociedad”.
Sin embargo, Ignacio Alonso, miembro del Ejecutivo, adelantó a Brecha que si bien el tema nunca se discutió oficialmente, “sabemos” de los antecedentes que se señalan y de la juntada de firmas “pero hasta que no tengamos algún tipo de antecedente comprobado, nosotros no vamos a hacer ningún cambio. Nos lo han solicitado pero nunca consideramos separarlo del cargo. Es un cargo muy delicado. No es para cualquiera y menos para estar improvisando a dos meses del Mundial. Por ahora se va a mantener sin ningún tipo de modificación. No estamos en el cierre de un ciclo deportivo, cuando se defina la nueva etapa deportiva, después del Mundial, ahí se verá”.
- Coordinada por el investigador Álvaro Rico y publicada por la Udelar.