Dicen que la memoria está hecha de retazos. Siguiendo esta máxima Fernando Gilmet ideó en El Accidente un nudo dramático que encuentra su mejor resumen en la imagen del puzle dibujado en el programa. Como bloques estancos, los personajes cruzan sus historias e intentan recordar hechos del pasado reciente que, pieza a pieza, develan un triste presente. Gilmet presenta a dos hermanos que se reencuentran tras la muerte de su madre, para decidir juntos los destinos de su herencia material y simbólica. Fernando Amaral compone al hermano que regresa desde París tras varios años de haberse radicado allí con su familia, y Soledad Gilmet (recordemos su destacado papel en Carta de una desconocida, también dirigida por su padre) a la hermana menor que se ha quedado junto a sus padres hasta el final. Lo que parece será un simple diálogo entre hermanos, con rememoranzas de la niñez, reproches, recuerdos y un duelo común, se torna rápidamente en una trama más compleja al comenzar a deslizarse flash-backs con un tono oscuro.
El teatro presenta todos los años miradas sobre la dictadura. Este acercamiento de Gilmet sugiere que hay duelos que son infinitos. Cuestiona desde el lugar de los afectados los dichos del “dejar atrás”. A partir de los recuerdos de estos dos hermanos se tejen nexos con personajes distantes pero muy cercanos. Una abuela que busca a su nieta y que intenta conocer el destino de su hija, una vecina testigo de atropellos militares, una niña que es la clave del conflicto. Un accidente es el hecho que marca y une la vida de estos personajes que, a partir de allí, intentan conocer cuál es la verdad. En la búsqueda del misterio Gilmet construye una forma de contar plagada de monólogos que hacen que la puesta se torne monótona y hasta por momentos confusa, haciendo que la puesta pierda su fuerza y que el elenco (que se completa con Gloria Demassi, Elena Brancatti y Filomena Gentile) no logre una adecuada construcción de sus personajes. Un sinnúmero de datos, fechas y nombres bombardean al espectador y hacen que sea difícil por momentos seguir el hilo conductor.
Hay muchos hechos de ese pasado que aun hoy no son nada claros. Y lo no resuelto es moneda corriente: datos que desaparecen de manera misteriosa, investigaciones truncadas o boicoteadas, leyes y dichos que impiden mirar hacia atrás. Tal vez por ello el director optó por esta forma de contar, laberíntica, intrincada. Porque cuesta acercarse de manera directa, pura y dura, a una realidad tan dolorosa. El accidente recuerda que son muchos los que siguen buscando a sus seres queridos, y que pueden estar muy cerca nuestro. La puesta se presenta por pocas funciones en la sala Hugo Balzo del Sodre y significa un regreso a las tablas montevideanas de su director, radicado en España, y de la talentosa Gloria Demassi, que actualmente vive en Argentina.