Hay que remontarse a 1995 para encontrar en Francia una huelga general victoriosa. En el gélido invierno europeo de aquel año, un movimiento que se extendió por alrededor de un mes y que paralizó los servicios públicos del país (el transporte, la educación, el todavía fuerte correo) impidió que el gobierno de entonces, dirigido por el primer ministro Alain Juppé, bajo la presidencia de Jacques Chirac, concretara su plan de reforma de la seguridad social. El movimiento tuvo un apoyo popular enorme, a pesar de las «molestias» generadas por una huelga que dejó al país por días y días sin trenes, sin ómnibus, sin metro, sin servicios de recolección de basura, sin escuelas, liceos ni universidades.
En un encendido artículo publicado en la última edición de la versión original en francés de Le M...
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