En San José el Partido Nacional entendió con claridad cuál era el perfil que debía tener un alcalde, esa nueva autoridad que nació a influjo de la ley 18.567 y que tuvo su prueba de fuego en el período que culminará en mayo de 2015. No importaba la capacidad ni los lauros ni los títulos, ni siquiera la formación política previa ni la militancia que en el pasado hubiera tenido el elegido: lo importante era que fuera un buen vecino. Así fue que en Libertad salió a competir un bolichero, amigable, solidario y querido. Su nombre es Sergio Valverde y es considerado uno de los alcaldes con mayor popularidad del país, al punto que en poco más de un mes dejará su cargo para ir por la reelección, sabiendo de antemano que por junio de 2015 volverá a su lugar.
Es difícil hablar de gestión cuando la ley que creó los municipios mandó a las autoridades del tercer nivel de gobierno prácticamente a “enfrentar la guerra con un escarbadientes”; sin presupuesto y sujetos a la buena o mala disposición del intendente de turno en materia de asignaciones presupuestales y de funciones (el municipio se ocupa de la limpieza, el alumbrado y el bacheo de calles). Pero quien hasta 2009 era apenas un comerciante en la floreciente ciudad ubicada estratégicamente sobre ruta 1, tuvo la capacidad de aprovechar las oportunidades que se le presentaron para acercar nuevos servicios para “la gente de mi pueblo”, como nombra a la pequeña ciudad del sur josefino.
Hoy tiene 50 años de edad, llegó a la política por una “herencia” que le dejó un veterano dirigente blanco de la zona, Leonel Mesa (llegó a ser diputado), quien preocupado por la falta de referentes de su partido en la localidad, empezó a ver en el bolichero a una potencial figura. Valverde no quería saber nada con la “herencia” de Mesa y argumentaba que si se “metía en política” iba a perder clientes en su bar, frecuentado por gente de todos los partidos.
Pero luego de una de esas conversaciones con su cliente, a la vez amigo y referente político, se encontró con un dirigente frenteamplista que frecuentaba su parador, a quien le contó lo que le estaba pasando. Éste, sin dudarlo, le dijo “agarrá”, y le aconsejó que pusiera “atención a lo que iba a ser la creación de los municipios”, algo de lo que Valverde ni siquiera había escuchado hasta ese encuentro fortuito. El día antes de la elección interna de 2009, en la que por primera vez figuró el nombre de Sergio Valverde en la lista de un partido político, Mesa falleció. En definitiva, Valverde aceptó la herencia a la que tanto se había negado.
Ganó con holgura la elección de 2010 y no ha habido un momento en que su popularidad mermara, más allá de las críticas que se hacen al estado general de la ciudad, cuya responsabilidad se carga en la Intendencia (en manos del blanco José Luis Falero), porque si bien costó al principio, los ciudadanos del Municipio saben que “la plata” y las obras las manda la Intendencia y que el Municipio está para las reparaciones menores y como oficina de quejas.
Es que gran parte de la popularidad de Valverde se basa en que a su despacho entran todos; con él habla quien quiere o quien lo necesita. Puede ser un problema personal o uno que ataña a la gestión, pero todos saben que buscará solucionarlo y que cuando no lo logra se frustra, porque es un tipo de buen corazón, que puede hasta llorar al momento de inaugurar una plazoleta en su barrio de la niñez y que a nadie le parezca falso, aunque pueda resultar exagerado.
Además de su trabajo en lo local, se ha destacado también por querer estar en todos lados, en todos los foros, cursos e instancias de intercambio nacional en materia del tercer nivel de gobierno. Hoy, tras más de cuatro años de gestión, Valverde el bolichero ha contribuido activamente en los cambios que se le acaban de hacer a la ley de descentralización y creación del tercer nivel de gobierno, que entrarán en vigencia en el próximo período. “La próxima camada de alcaldes será la que efectivamente gobernará”, dice, y destaca que en el siguiente período los titulares del tercer nivel de gobierno manejarán fondos propios, aportados por la Intendencia y por un porcentaje del Fondo de Desarrollo del Interior (Fdi).
Tampoco tiene prejuicios ideológicos y por ello se ha encargado de acercarse a todas las figuras de gobierno nacional a las que pudo, para llevar cosas para “el pueblo” y así ha conseguido fondos para diversos proyectos locales, desde reparación de plazas hasta iniciativas como Municipio Saludable (política instrumentada junto al Msp que apunta a la promoción de hábitos de vida saludables en las poblaciones objetivo), convenios con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (Opp) y hasta el Centro Mec, que en principio no iba a llegar a Libertad, porque era una ciudad cuyas características no coincidían con el objetivo del programa (pequeñas localidades de no más de 5 mil habitantes), pero que se instaló gracias a la insistencia de los coordinadores departamentales del Mec y del alcalde.
Valverde y los restantes 88 alcaldes han sido más gestores que gobernantes y, en ese terreno, el libertense ha jugado a placer, porque sus características personales le permiten no desentonar en ningún ámbito y porque además, ha tenido la capacidad de absorber todo el conocimiento que se le ha puesto adelante.
Hoy ya mira el próximo período para el que se postulará, por eso pensando en el futuro dice que a partir de junio de 2015 quiere ordenarse “y ordenar el Municipio, hacer un cronograma, una hoja de ruta, pero que no se haga desde el gobierno departamental (Intendencia) hacia el Municipio, sino que salga del Municipio al gobierno departamental. Algunas cosas no saldrán, otras quedarán por el camino, pero queremos que sean ideas nuestras”.
“Lo mismo pasa con el gobierno nacional, tiene que ser de acá para allá, de abajo hacia arriba”, añade, y considera que algo importante que tendrán los futuros alcaldes a su favor es el hecho de que las juntas departamentales van a tener control sobre los municipios. “Nos podrán llamar a sala como si fuéramos un director de área más y vamos a tener que dar cuentas como cualquier intendente”, dice, y entiende que ello jerarquizará aun más los asuntos locales en un departamento en que los feudos y el centralismo son discusiones añejas.
El alcalde también considera importante que entre las modificaciones hechas a la ley se estableciera que la máxima autoridad del Municipio sólo podrá ser reelecta una vez; “si no, alguien puede estar 50 años sentado en el sillón”, comenta.
De Valverde se puede decir, en definitiva, que ha estado abierto a la gente y a las oportunidades, no porque fuera un buen gobernante, porque los alcaldes no gobernaron en este primer período, tan sólo administraron realidades y fueron el muro de contención de los insultos a las intendencias. Habrá que verlo a él –y a los 111 restantes, ya que se crearon 23 nuevos municipios– decidiendo obras y ejecutando presupuestos para saber si el modelo descentralizador sigue profundizándose.