Una manera especialmente práctica de subsanar la carencia de bibliografía sobre las personalidades de la cultura uruguaya son los libros de entrevistas. Para los autores, dichos libros tiene una relación mucho más razonable entre esfuerzo y retribución, y además entrañan una responsabilidad más liviana. El libro automáticamente adquiere valor como fuente primaria, revela detalles que sólo el propio artista puede conocer (todo lo que no tiene dimensión pública, incluido lo subjetivo), y a los fans les resulta gratificante leer los puntos de vista y las maneras de sentir del artista al que admiran.
Nacido en 1956, Fernando Cabrera es uno de los músicos uruguayos con una de las carreras más consistentes. Activo desde fines de los años setenta, tiene una obra vasta, variada, personal; interactuó con diversos colegas relevantes, atravesó distintas etapas. Sigue en plena actividad y no existe con respecto a él ese sentir que predomina con respecto a sus coetáneos y a sus mayores, de que la parte más importante de su producción está en el pasado, que integra sobre todo la historia: es un músico de quien siempre hay expectativas sobre sus nuevas realizaciones, que asumimos todavía en pleno movimiento y con mucho para dar. Tiene acumulados unos cuantos clásicos, y aunque se puede decir que sigue siendo un músico de minorías, se trata de una minoría suficientemente vasta y entusiasta como para llenar salas amplias a cada concierto. Desde hace varios años se convirtió en músico de culto en Argentina, lo que amplió enormemente su alcance y hace pocos meses volvió de una gira por Europa.
Así que sus datos biográficos y sus opiniones importan. Lo más parecido a una fuente extensa sobre su vida, obra y pensamiento era la entrevista más o menos extensa que le había realizado Alicia Migdal en el libro 56 canciones y un diálogo, editado por Trilce en 1992 y hace mucho agotado.
Los periodistas (entre otras cosas) Pampillón y Temponi plantearon el libro de una forma ingeniosa y entretenida. En escasas 39 páginas se hace un repaso de la vida de Fernando, alternado con algunos de sus poemas no-musicalizados. En las siguientes secciones del libro usaron determinados pretextos para desvelar otras facetas. En una de ellas usaron un disco en particular, y uno relativamente reciente (Bardo, de 2006), como un microcosmo de su obra y de su temática. En otra sección se abordan, uno a uno, varios de sus clásicos. En otra, el disco Canciones propias (2010), en que Cabrera interpreta obras de varios de sus compositores uruguayos preferidos, da pie a que hable de cada uno de ellos y específicamente sobre la importancia que las canciones elegidas tuvieron para él. Hay una sección sobre los vínculos entre letra de canción y poesía escrita. El libro concluye con un ping-pong en que frases de su último disco con canciones originales (Viva la patria, de 2013) son usadas como disparadores de asociaciones breves. El diseño del libro es amateur, pero hay un pliego de 16 páginas en papel satinado y en color con fotos estupendas, y muy bien impresas, que constituyen un buen muestreo de los momentos más significativos de su trayectoria.
Para los seguidores de Cabrera es un libro relativamente entretenido, sostenido por la inteligencia, sensibilidad y amplitud de miras de ese tremendo músico. Lo que tiene es que no es muy sistemático. Tengo la impresión de que Fernando Cabrera merecería (y su estatus de músico de culto volvería redituable) un trabajo más extenso y profundo, y encarado con mayor seriedad y aporte de investigación de los autores, en los moldes de las realizaciones ejemplares (en el mismo modelo de libro-entrevista) de Fernando Peláez sobre Rada y, sobre todo, el de Alfredo Escande sobre Numa Moraes. Sin dejar de reconocer el mérito (costoso, además) del álbum de fotos, que es una belleza, se extrañan algunas cosas bien básicas: no hay discografía, ni bibliografía, ni índice remisivo (que pueda dirigir a investigadores o curiosos a referencias a otros personajes mencionados, o a canciones específicas).
Aun desde la perspectiva de Cabrera, hay unas cuantas cosas interesantes sobre las que faltó preguntar o insistir: no hay casi referencia al contexto del Canto Popular en que aparecieron sus primeros discos y en el que empezó a actuar, o no se insiste demasiado en el contraste en su visión actual del rock uruguayo y su actitud de integración al rock de 1985-6, por ejemplo. Pero en términos generales se trata de un aporte relevante a la bibliografía sobre el músico y su generación.