El eterno retorno - Semanario Brecha

El eterno retorno

El público joven nativo tecnológico busca nuevos horizontes no contaminados, fuera del alcance familiar. Así se popularizaron Twitter e Instagram. Y así también Facebook adquirió Instagram y WhatsApp: si no puede derrotarlos, los compra.

El "viejo" logo de Messenger

La historia se repite, dicen. Y en ese “todo vuelve”, también se repiten las modas. El mundo pos Y2K se vio agraciado con una nueva categoría: la red social de moda. Actualmente cuatro redes sociales son las más usadas y conocidas. Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp dominan nuestro mundo cibernético. Si bien Youtube califica como red social, la percepción general del público lleva a que las principales a la hora de pensar en una sean aquellas cuyo fin principal es comunicarse con otros.

Además de que todas cumplen la función de posibilitar la intercomunicación, romper con las barreras del tiempo y espacio y poder evitar saludar gente que no queremos, cada una tiene una característica que la hace distintiva. Este año, en el panel de developers de Facebook, F8, aseguraron que el éxito de estas redes no está dado por otra razón más que por su simplicidad, por ocuparse de una sola cosa y hacerla bien. Facebook y Facebook Messenger hoy se permiten ser cada vez más complejos, WhatsApp e Instagram, por el contrario, tienen características muy definidas.

Antes de Facebook estaba MySpace, pero su supremacía es indiscutible actualmente. Hay más de 30 millones de aplicaciones y sitios relacionados. Pero esto se debe a que se popularizó tanto que papá, mamá y hasta la abuela son usuarios. Lo que hizo que su público joven nativo tecnológico se alejara, buscando nuevos horizontes no contaminados, fuera del alcance familiar. Así se popularizaron Twitter e Instagram. Y así también Facebook adquirió Instagram y WhatsApp, porque si no puede derrotarlos, los compra.

En Facebook se comparte todo con todos, aunque con el paso de los años se ha desarrollado de manera que permite segmentar y personalizar la información que se comparte. Twitter funciona de una manera parecida, mientras que Instagram cambia el juego basándose pura y exclusivamente en la imagen, con fotos y videos. Tuvo tanto éxito que fue una de las causas por las cuales Facebook se empezó a volver más visual. WhatsApp permite enviar mensajes al usuario de elección de manera privada. Uno de los mayores defectos que los usuarios señalan es ese, la poca privacidad en Facebook. Después de Snowden, el miedo es oficial. Las demás redes y aplicaciones se hacen fuertes en las carencias de la criatura de Zuckerberg.

Entonces volvemos a lo que fue vanguardia diez años atrás. El año pasado, por ejemplo, Facebook lanzó ChatRooms, aplicación que permite crear grupos de chat con gente desconocida, que se nuclean mediante intereses en común, sin saber nombre, edad, ni ubicación real. ¿Alguien se acuerda de ElChat.com?

Por estos lares, WhatsApp es muy popular. Se dispone de un avatar, un estado, y un nombre. Vemos la última hora de conectado y tenemos una lista de contactos. Demasiado similar al Msn Messenger, cancelado en 2013, que acompañó las adolescencias enteras de los ahora veinteañeros y treintañeros. A nadie le interesaba ya, todos estaban en Facebook compartiendo compulsivamente todo a todos. Tiempo después, WhatsApp volvería para vengarlo. Y ya tiene una opción disponible en computadoras. Todo muy 2005.

Si de paralelismos y modas hablamos, Instagram es muy parecido a otra página que había por las épocas del Msn: el Fotolog. Basado en imágenes, comentarios y seguimientos a otras personas, la mecánica era la misma. Y todos recordarán a la tribu urbana derivada de esto, los floggers. De cierta manera, Instagram tiene a los hipsters como fieles seguidores, sacándole fotos a todo lo que ingieren y demás. Agustina Vivero, “Cumbio”, máxima exponente de los floggers, ahora es productora de Almorzando con Mirtha Legrand. Porque todo tiene que ver con todo en este mundo.

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