Para desconcierto de sus vecinos, Suecia permanece reacia a las medidas de cuarentena. No ha suspendido las clases ni los torneos deportivos. Tampoco ha cerrado los bares y todavía son comunes las reuniones de amigos. Por detrás de esa decisión, asoma una guerra de epidemiólogos y modelos predictivos.
Mientras las cuarentenas draconianas, los
regímenes punitivos y la vigilancia masiva se vuelven la norma mundial frente al
coronavirus, Suecia ha tomado un camino mucho más relajado. Lo hace en
contraste, sin dudas, con sus primos escandinavos, Dinamarca y Noruega. A nivel
general, permanecen intocados los rudimentos de una vida ininterrumpida. La
mayoría de los cafés, restaurantes y tiendas permanecen abiertos y abastecidos.
También los gimnasios y cines. Se celebran aún vibrantes fiestas, p...
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