Como informó la agencia Efe, el viernes pasado Starbucks, la cadena de cafés con sede central en Estados Unidos, anunció su plan de expandirse aun más en Latinoamérica, vender sus bebidas energéticas y café helado a través de la multinacional Pepsico (que se encargará de su distribución, venta y mercadeo) y abrir locales en nuevos países. En este paquete, Starbucks extendería sus dominios a Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Panamá, Perú, Puerto Rico y Uruguay.
Los locales Starbucks se caracterizan por servir sus cafés en grandes vasos de plástico, impersonales garrafones que se pasan a buscar a una barra para luego ser llevados a las mesas o sillones donde se consumen. Un estudio en Reino Unido elaborado por la organización de consumidores Which? señaló que de las tres grandes cadenas de cafés instaladas en ese país, Starbucks es la que sirve el peor café; también señala la excesiva grasa de sus alimentos, entre los que se destacan cuatro sándwiches que superan las 495 calorías (aun más que la hipercriticada Big Mac), o la tarta Cinnamon Chip, preparada con canela, que cuenta con 480 calorías. Y eso por no mencionar su magdalena de arándanos de 591 calorías o su vaso “venti” (largo) de chocolate caliente, de 700. Un café venti de Starbucks tiene 320 miligramos de cafeína, cuatro veces más que una bebida energética Red Bull. El portal del Daily Mail afirma que sus bebidas llegan a tener hasta 18 cucharadas de azúcar por vaso. En cuanto a su inminente presencia en Uruguay, todavía no se habla de precios, pero en el resto del mundo la regla es que el café de Starbucks duplique o triplique el precio de las otras cafeterías cercanas.
Se trata de un auténtico gigante en continuo crecimiento. En 2014 Starbucks contaba con más de 21 mil locales distribuidos en 65 países. Hace 20 años la empresa y Pepsico fundaron la Alianza del Café de Norteamérica, que hoy tiene el 97 por ciento del mercado de las bebidas de café ready to drink (listas para beber) de Estados Unidos.
Pero en definitiva el plan de la multinacional no difiere mucho del que ya vienen aplicando cadenas como Mc Donald’s y Burger King en nuestro país: vender chatarra a precios excluyentes, como si más que hamburguesas, sándwiches o café ofrecieran manjares y elixires celestiales. Son maestros en recubrir sus productos con un merchandising atractivo: una constante de la empresa es ofrecer un ambiente elegante, relajado y cómodo, con conexión wifi y en el que el cliente pueda pasarse horas con un solo café sin que nadie se lo cuestione. Y es por eso que suele ser el lugar predilecto para muchos hombres de negocios, estudiantes o empleados del cibertrabajo, que se instalan en sus sillones sin límite de tiempo.
Una de las más acertadas y reiteradas críticas a la multinacional refiere a su agresiva estrategia para emplazar sus puntos de venta. Un modus operandi que consiste en colocar varios locales en una misma zona, invirtiendo importantes capitales para obtener buenas y muy bien ubicadas locaciones. Así, quizá cada uno de sus locales no venda tanto independientemente, pero sí su conjunto, saturando el mercado y promoviendo el cierre de sus competidores: bares y cafés locales. A tanta cantidad, no hay calidad que pueda hacerle frente.