No, no es la trama de un filme. El físico rioplatense de 79 años tenía experiencia en el negocio: trabajó durante una década en la división de diseño de armas nucleares del Laboratorio Nacional de Los Álamos, ubicado en el estado de Nuevo México, hasta que fue despedido. Él y su esposa, Marjorie Roxby, de 71 años –a quien conoció trabajando en el laboratorio–, fueron detenidos en 2009 acusados de ser espías del gobierno de Hugo Chávez.
Tras varios años defendiendo su inocencia y luego de una extensa y profunda investigación por parte del Fbi, optaron en 2013 por declararse culpables. Finalmente, luego de cinco años de idas y vueltas, fueron enviados a prisión.
Con calma, en una reunión personal y desconociendo que estaba siendo grabado, Mascheroni rompe el hielo: “Eres un representante del gobierno de Venezuela, ¿no?”. Según el Departamento de Justicia, en 2008 el científico se contactó con un supuesto funcionario del gobierno bolivariano –que resultó ser un agente del servicio de inteligencia estadounidense– con el fin de ofrecer sus conocimientos y crear una bomba nuclear para Venezuela en un plazo de diez años. Incluso aseguró poder construir un reactor nuclear, subterráneo, para producir y enriquecer plutonio.
“Esto es muy peligroso. Y lo hago por dinero”, se le escucha decir a Mascheroni en una grabación presentada ante la Corte de Albuquerque; “Voy a ser el jefe, con dinero y poder”. Según sus declaraciones, la bomba ofrecida pretendía ser usada para atacar el sistema eléctrico de Nueva York y mostrar a Venezuela como una superpotencia nuclear, pero “no para matar gente”, sino “para mostrarle al mundo lo que tenemos”. “Ya no soy estadounidense. Eso es todo”, se excusaba el argentino.
En un primer momento, cuando se declaraba inocente tras su detención en 2009, el científico se defendió argumentando que era víctima de una maquinación del gobierno federal en su contra por haber criticado públicamente la política nuclear de Estados Unidos. Llegó a declarar que la información que había ofrecido era sacada de Internet y que “les había vendido ciencia ficción”.
Ni los agentes ni la mismísima corte pudieron comprobar en esa instancia cuán fehacientes o reales eran los planes de Mascheroni, por lo que el Fbi requisó teléfonos celulares, libros, computadoras, fotografías y cartas en busca de pruebas.
El fiscal del caso, Fred Federici, declaró que el científico –quien ante la evidencia no tuvo más remedio que declararse culpable– no mostraba arrepentimiento ni sentía que hubiera hecho algo malo. Y remarcó que lo grave era haber intentado difundir información nuclear secreta: “No es un héroe (…) simplemente es un hombre que traicionó a su país”, declaró.
Mascheroni fue finalmente sentenciado a fines de enero de 2015 a cinco años de prisión y tres de libertad condicional. Su esposa fue acusada de cooperar en la conspiración y sentenciada a un año y un día de prisión.
Aparentemente, lo que habría impulsado la presunta traición fue mero despecho por un desaire profesional. El físico explicó que su plan de acercamiento a Venezuela se produjo luego de que Estados Unidos rechazara sus teorías de que un láser de fluoruro de hidrógeno podía producir energía nuclear.