Mercedes Sosa. La Mami no es únicamente un libro sobre la mamá de Fabián Matus, el autor, sino también un libro sobre Matus mismo, lo cual tiene cierta lógica, en tanto hijo de la persona a quien está dedicada la obra.
Sin embargo, Fabián Matus habla quizás demasiado sobre sí, intentando a lo largo de todo el libro demostrar que él tiene sus propios méritos, y que su carrera como productor y tour manager hubiera sido igualmente exitosa si su mamá no hubiese sido Mercedes Sosa.
Un intento, a fin de cuentas, un poco triste, ya que del propio libro se desprende que, salvo esporádicos trabajos con Julia Zenko o Nito Mestre, el grueso de la carrera de Matus estuvo dedicado a producir a “la Mami”, a acompañarla en sus giras por toda la geografía argentina y una buena parte del mundo, y a presidir y dirigir la Fundación Mercedes Sosa para la Cultura desde 2010 a la fecha.
Tampoco es demasiado cristalino hasta qué punto Matus es el autor del texto, ya que en la portada se lee “Fabián Matus en colaboración con Maby Sosa”, quien oficia de ghost writer, es decir, el escritor fantasma que suele haber detrás de las biografías de muchísimas celebridades que en realidad no serían capaces de hilar tres frases seguidas. Es posible entonces que Maby Sosa, periodista del diario Tiempo Argentino, haya tenido muchísimo que ver en la redacción de un libro que, más allá del “fabianismo”, es un valiosísimo testimonio para llegar a entender quién fue Mercedes Sosa fuera de los escenarios.
No se trata, por cierto, de una biografía propiamente dicha de la inmensa artista tucumana, sino una sucesión de testimonios sobre cómo era Mercedes “en realidad”, vertidos por su hijo y otros familiares, por supuesto, pero también por amigos, músicos, iluminadores, encargados del sonido, técnicos de grabación, productores, colegas y periodistas que formaron parte de su entorno en algún lugar del largo, glorioso y a la vez difícil camino que fue su tránsito vital.
Los testimonios se suceden, con una fuerte carga emotiva y una enorme cantidad de anécdotas realmente muy reveladoras. Así encontramos a una Mercedes obsesiva en sus ensayos, exigente hasta la exageración en la elección de su repertorio, difícil y dura en el trato por momentos, dulce y angelical en otros, intransigente en lo ideológico, revelándose aristas bastante impensadas de su carácter para quienes vieron –y siguen viendo– en ella al inmenso ídolo de masas que fue, y a la artista esencial e ineludible en el canto argentino y latinoamericano.
Nos enteramos de muchos detalles de su nacimiento y crecimiento en la provincia de Tucumán, su desarrollo artístico en el medio cultural de la provincia de Mendoza, su deslumbrante aparición en el Festival de Cosquín, invitada a subir al escenario por Jorge Cafrune, contrariando a las autoridades del festival que no la querían allí, para salir ovacionada tras cantar acompañándose sólo por su bombo la “Canción del derrumbe indio”, y luego cada etapa que la llevó a ser una figura de relieve mundial. No faltan los capítulos del exilio y el desexilio, con sus memorables recitales de regreso en el teatro Ópera de Buenos Aires, la intimidad de sus shows y la gestación del proyecto Cantora que fue su último disco.
Curiosamente, casi no se menciona su estadía en Montevideo, viviendo pobremente y arrancando a cantar de modo profesional, por primera vez, en vinerías y en la fonoplatea de la vieja radio El Espectador.
El libro cuenta con un valor agregado muy especial por la profusión de fotografías seguramente nunca antes vistas, del entorno familiar de Mercedes y de la relación con sus amigos del medio artístico. Es particularmente emocionante la foto de una cena en una casa particular en la cual aparecen sentados a la misma mesa Mercedes, Atahualpa Yupanqui y Astor Piazzolla, un trozo inmenso de la historia de la música popular argentina.
Mercedes Sosa. La Mami, más allá de las salvedades anotadas al principio, es un libro recomendable que le da una carnadura humana a uno de los mayores mitos artísticos de nuestro continente.