No es un metal ni un papel, es un número. Su movimiento no depende de los bancos, las transferencias las garantiza una red de pares que opera en el mundo virtual. Y su emisión no está controlada por los estados, sino que es regulada por operaciones matemáticas.
Pese a sus diferencias, comparte varias características con el dólar o el oro. Una de ellas es que su valor real es más bien virtual, porque se lo otorga la gente que cree en su validez y su futuro, y por lo tanto lo usa para pagar, ahorrar o cobrar. El primer comerciante que en 2010 aceptó esta divisa entregó una pizza a cambio de 10 mil bitcoins, que así se llama esta moneda.
Ayer jueves, un bitcoin equivalía a 287 dólares en los exchange digitales, pero llegó a valer, a fines de 2013, más de mil. Hay quienes se hicieron ricos gracias a estas fluctuaciones, pero también podrían perderlo todo. Muchos creen que el bitcoin es un riesgo que vale la pena correr.
“El problema con las anteriores divisas digitales en Internet era que había que confiar en que el organismo emisor no emitiera demasiado, pero este organismo tenía grandes incentivos para hacerlo cada vez más, puesto que la emisión es gratuita. Esto hacía necesario algún tipo de normativa, y en este caso: ¿quién se ocupaba de velar por su cumplimiento? En definitiva, que había que tragarse todo el problema del Estado, con todas las presiones políticas de la gente intentando hacerse con el control del organismo emisor”, contestó en 2011 el periodista Julian Assange al hoy presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, durante una entrevista que se publicó íntegra a fines del año pasado en el libro El día que Google encontró a Wikileaks. El sistema bitcoin resuelve ese problema porque su emisión tiene un costo energético y computacional. Además, de antemano se sabe que no habrá más de 21 millones de bitcoins y que para 2030 casi todos ya habrán sido “encontrados”.
MORTALES Y MINEROS. Este sistema permite a simples mortales comprar y vender, ahorrar o donar bitcoins a través de Internet, que a su vez pueden intercambiarse por monedas reales en cambios virtuales. Los que posibilitan la transacciones son los llamados “mineros”, personas que se dedican a mantener en funcionamiento una red (del tipo Torrent, peer to peer), al mismo tiempo que escarban en búsqueda de su recompensa, los números dorados. Assange explica que “a diferencia de la mayoría de las divisas, para las que existe un organismo financiero singular responsable de la impresión de todo el dinero, la fuente de los bitcoins no es ninguna computadora individual”. La explicación técnica es bastante compleja, tanto o más que chino básico para alguien sin conocimientos en la materia, pero se podría reducir, según lo explica con paciencia el ingeniero Felipe Zipitría, en que una persona dé a la red “una prueba de cómputo, lo que quiere decir que tu máquina dedicó un cierto esfuerzo a obtener un número. Hay un algoritmo que es público y conocido y se pone a la máquina a computar para encontrar el inverso”. En este esquema, lo que se tiene es un hash, es decir un resumen de otro número que es el que se quiere encontrar. Cuando se obtiene, se crea un bloque que es recompensado con 25 bitcoins (al valor actual). Si bien al principio alcanzaba con cualquier procesador más o menos decente, como “es computacionalmente muy difícil en base al resumen encontrar el número reverso”, en la búsqueda los mineros se toparon con que una buena tarjeta de video –como las que se usan para reproducir videojuegos– aumentaba las probabilidades de ganar bitcoins, indica el ingeniero. Así, rápidamente se fue consolidando una industria alrededor y ahora hay procesadores llamados mineros que lucen como pequeñas cajas negras, y que se adquieren únicamente para hacer minería de bitcoins; hay granjas de minería que son establecimientos en los que se invierte en equipamiento y refrigeración y que se instalan en lugares donde la energía eléctrica es más barata o donde pueden abastecerse de energía solar; y hay pools o grupos de minería a los que se cede la capacidad de procesamiento para, entre varias personas, a veces decenas de miles, resolver las operaciones más rápidamente y así ganar en competitividad y rentabilidad. La realidad es que, a esta fecha, la dificultad para encontrar nuevos bitcoins es elevada, no sólo por la competencia sino porque así venía programado de fábrica. Por ejemplo, ayer un calculador de probabilidad para encontrar bitcoins arrojaba que con la precaria computadora en la que tecleo tengo chances de encontrar cero bitcoins por día, 0,00011111 por semana y 0,00048312 por mes. Eso, sumado a los costos de energía, arroja que la inversión nunca retornará.
Qué es un bitcoin. Fuente: es.khanacademy.org
Bitcoin: What is it?: What is bitcoin?
Tal vez eso explique que en Uruguay la comunidad bitcoin sea relativamente chica y que muy pocos comercios nacionales acepten la moneda; según datos del sitio usebitcoins.info, sólo dos comercios del mundo real –uno en Montevideo y otro en Solymar– lo integran como forma de pago, aunque hay otros sitios que aseguran que hay un local en Maldonado y algunos más en Montevideo, sin contar el servicio de Cofres Bitcoin que hay en plaza Independencia. O tal vez sea porque “no tenemos los problemas de los argentinos con la diferencia de cambio entre el blue y el oficial ni las dificultades para recibir o enviar transferencias de dinero a través de bancos”, indica Gabriel Drach, aficionado al sistema y miembro de Bitcoin Montevideo, un grupo que organiza encuentros sobre estos temas pero que no tiene el peso de su par argentino, donde definitivamente la divisa se ha vuelto una alternativa al dólar. No obstante, si se mira el mapa de circulación de bitcoins, Europa y Estados Unidos son los lugares donde el sistema más se ha expandido.
Lugares del mundo real donde se puede comprar con Bitcoin.
¿EL NUEVO MUNDO? Mirado de afuera, el sistema, pese a que saltea a los bancos y los estados y garantiza que la emisión de dinero tenga un límite, parece reproducir varias de las lógicas de sus predecesores. Pilar Sáenz, física y miembro de la organización Karisma, además de usuaria del sistema bitcoin, dijo en diálogo con Brecha que la desigualdad entre mineros y simples usuarios actuales o futuros “es parte del problema general del mercado de valor: los que tienen los medios o los recursos acceden al bien intercambiable, los que no, quedan por fuera. En el caso del bitcoin, quizás el elemento disruptivo está en la ausencia de una entidad central y de la regulación, de que no hay un banco ni un país de por medio. Pero el valor que tiene el bitcoin y la forma como se sigue intercambiando por otros bienes y servicios mantienen las mismas reglas de mercado”. Eso al punto de que el propio sistema bancario analiza cómo tomar del sistema lo que le sirve para reproducir su modelo. Por ejemplo, según la cadena Bloomberg, Nasdaq piensa ser el primer cambio que use la tecnología bitcoin, aunque aún no está muy claro cómo lo hará: si a través de la red que ya existe o emulando la actual.
Pero no sólo se ha expandido el sistema bitcoin. Aunque el pionero mantiene un claro predominio, también han surgido y desaparecido cientos de otras criptodivisas derivadas de él. Las más conocidas son litecoin (si bitcoin fuera el oro, litecoin sería la plata), ripple, primecoin y dogecoin, entre otras. Pero Sáenz, y también Michel Bauwens, teórico de las redes peer to peer y cofundador de la P2P Foundation, señalan especialmente la reciente aparición de una criptomoneda: faircoin, que depende de la Faircoop, “la cooperativa de la tierra para la equidad económica”.
“No es sólo una nueva forma de hacer las cosas, sino la semilla para una nueva forma de sociedad. Una de las cosas que tenemos que potenciar son los ecosistemas de negocios que apoyen a los trabajadores”, dice Bauwens en un spot donde apoya a la cooperativa, y agrega: “No podemos usar los modelos monetarios existentes como moneda porque se basan en una lógica diferente e incluyen, por ejemplo, el interés, lo cual implica crecimiento y competencia”.
Este debate no ha proliferado sólo en el terreno de lo virtual. En este momento existen, dijo a Brecha el economista Joaquín Días, 3.500 monedas complementarias en todo el mundo, sistemas que surgen “para tener economías alternativas donde trabajar sea al mismo tiempo contribuir solidariamente al funcionamiento global colectivo y donde se necesita otro tipo de dinero”. Estos sistemas de monedas, que surgen en paralelo a la moneda monopólica de los estados, han demostrado que fomentan economías más estables y justas, aunque tienden a desaparecer cuando se los obliga a abonar impuestos en la moneda del Estado y por tanto a salir de esa economía hacia la monopólica.
En este sentido, el economista asegura que “la diversidad de monedas ayuda a la resiliencia de la economía. Cada moneda crea una red: si una se devalúa o hay una corrida o aumenta la tasa de interés, entra en problemas la gente que vive en esa economía, pero si hay varias economías la resiliencia es mucho mayor. En cambio, si hubiera una moneda única debería basarse estrictamente en que las personas no estuvieran interesadas en la especulación, en hacerse ricos mágicamente, para que no fuera afectada por crisis. En ese caso se tendría la eficiencia que otorga una moneda única, sin la desventaja de su fragilidad”.
Pero en este escenario parecería que hay diversidad de monedas para rato y que las propias monedas serán el lugar de ensayo y de debate entre modelos. Lo esperable no sería la consolidación de una única moneda universal sino varias divisas que respondan a diferentes formas de vincularse y a diferentes colectivos, una “pluralidad de monedas que conformen un ecosistema monetario”.
[notice]El misterio sobre el creador de bitcoin
El capo de la moneda
La autoría del sistema se esconde detrás del alias Satoshi Nakamoto y, por su genialidad, hay quienes creen que se trata, no de una, sino de varias personas. Lo cierto es que Nakamoto pasó la posta y, por lo menos a través de esa identidad, se abrió de la red. El misterio que rodea al creador de bitcoin es tal que reconocidos periodistas de investigación han dedicado grandes esfuerzos a revelar su identidad. En periódicos como Newsweek o The New Yorker varias personas fueron señaladas como autores del paper original que dio vida a la moneda pero, al parecer, se equivocaron todas las veces.
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