Las creepypastas son una novedosa forma de relatos de terror. Pero quizá no sea del todo acertado adjetivarlas como “novedosas”, porque se trata básicamente de los mismos cuentos de siempre, de fuerzas oscuras y actividades paranormales, de figuras de ultratumba que acechan, de antiguos ocultismos y presagios de muerte. Claro está que el relato terrorífico como género debe de ser tan antiguo como la oralidad misma, pero lo que es nuevo en estos casos es el formato y su viralidad. Las creepypastas son historias cortas, colgadas en la web con la intención de asustar al lector, y que en muchos casos se presentan como anécdotas veraces. Comúnmente no son solamente texto, suelen venir acompañadas de imágenes truculentas o simplemente inquietantes, muchas de ellas cargadas con supuestas maldiciones. En algunos casos pueden prescindir completamente de texto y venir relatadas como una sucesión de fotos, o en forma de videos o videojuegos.
Con títulos tan elocuentes como “No dormirás”, “No te mires al espejo” o “Por favor, abre la puerta”, es verdad que los cuentos no suelen estar bien escritos y sus textos a menudo no están precisamente cuidados, pero por lo general los creepypastas que ganan terreno y son reproducidos de forma masiva son exitosos a la hora de provocar un profundo malestar, por no hablar llanamente de miedo. Son el correlato en la web de la típica historia en torno a un fogón. Curiosamente, se ha señalado que monstruos clásicos como vampiros, zombis u hombres lobo están ausentes en este tipo de relatos, y que por lo general se echa mano a amenazas más imprecisas e incorpóreas.
Pero el fenómeno sin precedentes es “Slender Man”, un creepypasta creado originalmente por el usuario Victor Surge (cuyo nombre real, luego se supo, es Eric Knudsen) en los foros del portal Something Awful, en 2009. Surge publicó dos imágenes en blanco y negro de grupos de niños, a las que añadió al fondo una figura espectral alta y delgada; debajo de las fotos aparecían las siguientes leyendas: “No queríamos ir, no queríamos matarlos, pero su persistente silencio y sus extendidos brazos nos horrorizaban y nos confortaban al mismo tiempo… (1983, fotógrafo desconocido, dado por muerto” y “Una de las dos fotografías recuperadas del incendio de la librería de Stirling City. Notable por haber sido tomada el mismo día en que catorce niños desaparecieron y por lo que se conoce como ‘El Slender Man’. Deformidades citadas por oficiales como defectos de cámara. El incendio en la librería ocurrió una semana después. Fotografía real confiscada como evidencia. (1986, fotógrafa: Mary Thomas, desaparecida desde el 13 de junio del mismo año”.
Ese fue el nacimiento de Slender Man, una figura difusa y sin rostro, de miembros alargados y a veces con tentáculos. Más adelante se lo fue adornando con más elementos, comenzó a vérselo vestido con un traje (slender, además de “fino”, significa “esbelto”) y empezaron a entretejerse historias en torno a él, un espectro dedicado a acechar y traumatizar gente, principalmente niños. Como suele ocurrir con los memes, lo que era apenas una creación mínima fue tomando dimensiones inusitadas: fotomontajes, dibujos, series web, cómics. Slender Man es un personaje presente en una multitud de obras, en un principio propagadas a través de Internet. Pero hoy ya existen al menos tres largometrajes y diez videojuegos en torno a su figura.
Una de las más importante razones de la celebridad de Slender Man es tan desagradable como expansiva: el 31 de mayo de 2014, en Wisconsin, dos niñas de 12 años llevaron a una amiga común a un bosque. Allí la apuñalaron 19 veces, sin lograr matarla. Cuando la policía las interrogó, las niñas dijeron haberla atacado para convertirse en “secuaces de Slender”, otorgándole a la leyenda urbana los ribetes realistas como para inmortalizarla. Claro que una de las niñas también dijo haber conversado con Lord Voldemort y con una de las Tortugas Ninja, pero todo el mundo prefiere echarle la culpa a Slender. Se ve más espeluznante.