El pasado viernes 1, sábado 2 y domingo 3 de diciembre el Prado fue escenario de un gran recital como hace tiempo no se veía en Montevideo, y recibió a miles de personas en el marco del Montevideo Rock y Montevideo Tropical.
Nuestra crónica trata sólo de los dos primeros días, es un pequeño repaso por la grilla de esas noches.
Este megarrecital forma parte de una serie (Durazno Rock, Piria Music, Antelfest, La Fiesta de la X) que tiene que ver con un nuevo giro que viene tomando la industria de la música desde hace ya tiempo, luego de la caída de la industria discográfica y “la muerte del CD”: vender shows en formato mega. Para los empresarios de la industria es muy rentable, para las intendencias es ideal y para los músicos, trabajo.
En Montevideo Rock había dos escenarios conviviendo en el mismo show. El escenario mayor o “escenario 1”, instalado en el predio que suele usarse para las criollas, fue sin dudas la estrella de la noche. Comenzó el recital con un homenaje al Montevideo Rock de 1986, seguramente cargado de emoción para quienes lo vivieron hace 30 años. Luego del homenaje, el “escenario 1” albergó los toques de Once Tiros, Buenos Muchachos, El Cuarteto de Nos, Buitres y La Vela Puerca. Mientras tanto, en el escenario menor, que convocó a menos gente y un público más específico de cada banda, abrió el toque El Cajón de los Pestillos, a la que le siguieron Nameless, Franny Glass, Afc, Riki Musso y Hablan por la Espalda.
El sábado se repitió, obviamente, esta lógica tomada de Argentina y a su vez tomada de Europa, en la que dos escenarios conviven en un mismo recital y un gran equipo de marketing del evento es desplegado por todo el predio vendiendo merchandising.
Este segundo día, en el “escenario 1” abrieron puntuales los Cuatro Pesos de Propina y les siguieron la Tabaré, Trotsky Vengarán, El Peyote Asesino, Ruben Rada, La Trampa, y cerró No Te Va Gustar. En simultáneo, en el “escenario 2” abrió Delirium Tremens y le siguió Laura y los Branigan, Julien y la Gente Sola, Hermanos Láser, Pecho’e Fierro, Alfonsina, y cerró Eté y los Problems.
Técnicamente, el espectáculo fue impecable. La iluminación, la organización de los tiempos y sobre todo el sonido –que llamó la atención por lo bueno, después de años de estar acostumbrados a los estándares del Teatro de Verano, en el que músicos y público sufren por igual un sonido muchas veces fallido y pobre.
Musicalmente, el Montevideo Rock fue una especie de muestreo de los diferentes estilos de rock uruguayo disponibles hoy, como para que hubiera para todos los gustos.
En estos inestables tiempos para el mundo de la música, vamos a tener que acostumbrarnos a este tipo de recitales planificados al milímetro, con entradas carísimas, escenarios múltiples y un contenido vendido de la misma forma que se venden los partidos de fútbol y con la prohibición absoluta de filmar nada.