No sería inadecuado que fuéramos a la fiesta: Gatsby invitaba a todo el mundo. De hecho, no conocía a casi nadie de los que asistían a su mansión y a la mayoría ni siquiera necesitaba invitarlos, porque iban solos. De todos modos, él apenas si aparecía en aquellas veladas. Igual la fiesta nunca era para ellos, ni tampoco sería para nosotros: siempre era para Daisy Buchanan, cuya presencia distante Gatsby adivinaba en la luz verde del muelle de East Egg.
La anécdota de la novela es más bien mínima: Nick Carraway, vecino del misterioso millonario Jay Gatsby, relata cómo fue que lo conoció, el favor que este le pidió y el trágico desenlace de una historia de amor, obsesión, celos y aspiraciones de ascenso social. Como diría el propio Fitzgerald, ese era su «material», sobre eso es que más o m...
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