“no quiero cansarte pero fuiste niño alguna vez con las piernas débiles saltando y las rodillasrotas o más bienrasgadas y teníasel perfume de la niñez que perdistelas manos pequeñas y suaves y la voz agudahubo un desprendimiento y estas son las fotos donde habita todo eso / miralas. ¿te ves?”
Nicolás Alberte, “Escritos a la luz de las cosas que no se ven”.
Pude olvidar el rostro del ahogado. Me llevó tiempo, noches de fiebre, de temblores, el grito que traía a mi madre de los pelos, trepando la escalera para que volviera a dormirme sólo si su mano estaba entre las mías. Pero pude olvidar su rostro. El cuerpo retorcido, el blanco de la carne y cierta claridad en cada cosa que sólo he vuelto a ver las madrugadas evocando sueños frescos, me vienen acompañando desde entonces. En el camino de ...
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