Cuando era candidato presidencial, Donald Trump aseguró que él sabía más que sus generales y que tenía un plan para derrotar a la organización Estado Islámico (EI) en pocos meses. A dos meses y medio de convertirse en presidente, Trump ha decidido que apoyará a una de las tantas facciones –en el embrollo que es Siria– para que combata a los aspirantes al califato, metiéndose en una querella con Turquía.
Cuando el gobierno de Recep Tayyip Erdogan salió ganador en un referendo que poda la ya marchita democracia de Turquía, Trump se apresuró a congratular al aspirante a dictador, pero dos semanas más tarde ha decidido suministrar armamento a una facción kurda en la guerra contra el EI, dejando a un lado el contingente árabe que Turquía ha sustentado por meses.
La facción que Ankara respalda está compuesta por una mayoría árabe y algunos combatientes turcomanos. Según sostiene Turquía, cuenta con entre 6 mil y 10 mil efectivos. Durante los últimos seis años esta facción ha estado combatiendo al régimen del presidente sirio Bashar al Asad. También ha combatido por meses empujando al EI afuera de una franja a lo largo de la frontera turca, pero no se ha acercado a la ciudad siria Raqqa, sobre el río Éufrates, que el EI ha proclamado como su capital desde 2014, cuando irrumpió en el escenario sangriento de Siria.
La decisión de Trump de armar a los kurdos se explica por la ofensiva que se prepara para capturar Raqqa. Los militares estadounidenses calculan que allí se encuentran unos 3 mil o 4 mil combatientes del EI.
Trump decidió volcar el respaldo de Washington, al menos en términos militares, a favor de las Yekîneyên Parastina Gel (Ypg, Unidades de Protección Popular”, en kurdo), que es el sector dominante en las Fuerzas Democráticas Sirias (Sdf). La mayoría de los combatientes de las Ypg son kurdos, pero las Sdf incluyen árabes, voluntarios extranjeros y el Consejo Militar Siríaco, una milicia formada por cristianos asirios. Según Estados Unidos, las Sdf tienen unos 50 mil combatientes.
Turquía considera a las Ypg como una organización terrorista asimilada al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (Pkk), el grupo separatista kurdo que por años ha combatido al gobierno turco. Para hacer más complicado el panorama, Washington también considera al Pkk como una organización terrorista, y en abril Turquía lanzó ataques aéreos contra las Ypg en Siria y contra el Pkk en Irak.
Los mandos militares estadounidenses han sostenido por mucho tiempo que la provisión de armamento, instrucción y apoyo logístico a las Ypg son la vía más rápida para expulsar al EI de la capital de su “califato”. Trump, al parecer, y tal como hizo con la superbomba descargada en Afganistán y los 59 misilazos en Siria, ha cedido a los planes del Pentágono.
Las discrepancias entre las numerosas tribus en cuanto al manejo del conflicto en Siria darán un tono más interesante a las conversaciones entre Trump y Erdogan cuando el presidente turco visite la Casa Blanca en los próximos días.