Así, pudimos disfrutar de Luciano Pavarotti cantando junto a las Spice Girls, a Paulina Rubio con Slash, e innumerables etcéteras. No pocas son las voces críticas que ven esto como un problema. Muchos recordarán las palabras del empresario discográfico argentino Luis Barrionuevo, luego citadas por Jorge Batlle: «Hay que dejar de hacer feats al menos por dos años». Sin embargo, no todo es horror y delincuencia en el mundo de la música. También hay que señalar los casos virtuosos. Queen se juntó con David Bowie para el excelente «Under Pressure», David Bowie con Pat Metheny («This Is Not America»), Pat Metheny con Milton Nascimento («Vidro e Corte»), Milton con Mercedes Sosa («Inconsciente colectivo», «Volver a los 17» y otros) y Mercedes con Charly García (en el álbum Alta fidelidad).
Ahora Charly ha grabado un tema, nada menos que con la participación de Sting. Los músicos se conocieron en 1988, cuando la gira de Amnesty Internacional recaló en Buenos Aires. En el último show del británico en Argentina, un encuentro en los camarines dio lugar a este proyecto. La canción es «In the City», editada originalmente en el disco Kill Gil, con letra en inglés. Como fan de ambos músicos, me pregunté por qué García habría elegido una obra que notoriamente no está entre sus mejores páginas para este encuentro. Sin embargo, al rato de pensarlo caí en la cuenta de que, desmejorado y todo, Charly no masca vidrio: había que evitar a toda costa que a Sting se le ocurriera cantar en el idioma de Cervantes. Ya habíamos tropezado con esa piedra en el disco Nothing Like the Sun de 1987 y sus polémicas versiones en español. (Nota: al cierre de esta columna logramos constatar que Juan Luis Guerra fue menos precavido. Al tratarse de una noticia en desarrollo, aún no pudimos evaluar los daños.)
Volvamos. El video de «In the City» nos traslada a una dimensión en la que el Luna Park, el Radio City, el Obelisco y el Empire State coexisten en un continuo urbano y nocturno. Charly en Buenos Aires, Sting en Nueva York, viajan en sendos taxis que amenazan cruzarse en alguna esquina imposible del espacio. Tal vez podrían encontrarse en esa intersección de Manhattan, el Charly García Corner, que homenajea los 40 años de la famosa foto de tapa de Clics modernos. La música tiene elementos del sonido típico del García más pop: ritmo simple y efectivo (batería a cargo de Diego López de Arcaute), el bajo en primer plano, teclados envolventes. La canción, por su clima y temática, podría ser la prima de «No soy un extraño». Una prima un poco insulsa, tal vez. Menos sofisticada armónicamente, sin máquinas de ritmo ni las increíbles guitarras de Larry Carlton.
La voz áspera, un poco odontológica, de Charly cuenta una historia de soledad y desarraigo. El hallazgo de algo parecido a un hogar lejos de casa. En el estribillo entra a cantar Sting, que no solo hace la melodía principal, sino también unos coros que recuerdan vagamente a los de «If You Love Somebody Set Them Free», de su primer disco solista.
El británico, con lo que le queda de voz, demuestra que –cantando en inglés– sigue siendo imbatible, como esos actores que aparecen en una escena y son capaces de ganar un Oscar.
El tercero que sale en el video (respetando los rangos, no viaja en taxi, sino en metro) es el guitarrista Dominic Miller, socio de Sting desde los noventas, nacido en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, y que vivió en Argentina hasta los 11 años. Miller, admirador de la música de García, además de tocar las guitarras, ofició de nexo para viabilizar el proyecto.
Confieso que la experiencia de escuchar las últimas producciones de Charly no me resulta del todo fácil. Necesito hacerlo varias veces para asimilar el primer impacto. Mientras estaba en ese loop, viendo el video por enésima vez, Paula, mi primogénita, entró en la habitación y dijo como al pasar: «¿Está cantando medio parecido al de Buenos Muchachos?». Ni siquiera tengo claro a cuál de los dos ofendió más, pero huelga decir que, en una tan dolorosa como ineludible determinación, he debido proceder a revocar los derechos hereditarios de la infanta.
Al margen de este disgusto, con el video corriendo, con Charly viajando en un taxi Siam Di Tella como el que manejaba Rolando Rivas, pensé en lo retro que se ha vuelto el rock. En los ochenta, Charly tocaba un piano recién inventado (el Yamaha CP70), que sonaba diferente a todo lo conocido hasta entonces. Hoy, los teclados más modernos y caros son los que emulan mejor los sonidos clásicos, como el del Wurlitzer que aparece en el video. Eso no es malo, son modas. Pero parecería que otras cosas, en paralelo, también se han vuelto vintage. Aquella noche, Sting, Charly, Peter Gabriel, León Gieco, Bruce Springsteen, Tracy Chapman y Youssou N’Dour compartieron escenario con las Madres de Plaza de Mayo en un estadio repleto de jóvenes. Un poco antes, Elis cantó: «Já faz tempo eu vi você na rua/ cabelo ao vento/ gente jovem reunida Na parede da memória/ essa lembrança/ é o quadro que dói mais». Esos versos de Belchior me vinieron a la mente al ver en la tele a una joven diputada argentina decir que Estela de Carlotto era un ser nefasto y que lo de las Madres había sido un curro. En fin. Mis ídolos tienen 80 años y mis enemigos siguen en el poder, como decía la canción.


