Los contenedores desbordados, los problemas de gestión, los conflictos entre autoridades y trabajadores: todo eso aparece en la superficie de la basura montevideana. Pero ahí nomás, debajo, asoman otras cuestiones que explican por qué hay tantos residuos para gestionar. En el medio aparecen también las políticas ambivalentes de los últimos 12 años, que han avanzado, retrocedido y dejado por el camino prácticas diferentes en toda la ciudad.
Lejano − en la prehistoria de la basura, diría el ingeniero Carlos Anido− quedó el canasto frente a cada hogar. Lo desplazó en 2006 el contenedor verde, que, una vez en Montevideo, se extendió hacia otros lugares, incluso a Buenos Aires, y uno podía preguntarse si por primera vez una “tecnología” había desembarcado primero acá. Pero una docena de años ha...
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